Capítulo 10: La silueta

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    No había sido fácil encontrar un barco que quisiera viajar a Chenyu después de lo ocurrido, pero soltando un poco más de mora de lo que poseía, lo logré. Nunca falta un loco que haga el trabajo por unos cuantos moras más. Mientras me alejaba, podía ver los rostros de preocupación de Cyno, Tighnari y Collei. Sabía que ellos sufrían con mi partida, pero también sabía que todo estaría bien. Me despedí de ellos con la mano hasta que la lejanía impidió que se percibieran sus rostros.
    No había simplemente decidido retirarme. Me había tomado gran parte del día recolectar suministros, armar un plan de rescate, entre otras cosas; prepararse para un viaje de búsqueda no era cualquier cosa, tenía que dársele mucha seriedad y contar con un buen plan y provisiones suficientes. Por suerte, Cyno era un buen estratega, así que me había ayudado bastante.
    Durante todo el camino, el marinero se fue en silencio. A decir verdad, parecía más un pirata que un marinero, pero tenía urgencia por partir, así que decidí no darle tanta importancia. Llevaba armas en caso de que intentara hacerme daño o intentara robarme cosas. Sabía defenderme, cuando menos contra humanos. No habría mayor problema si me enfrentaba a uno de ellos, ya que no era precisamente débil.
    Algunas horas habían pasado, y yo me encontraba un poco cansado, así que me retiré al camarote del barco. Quería dormir un poco antes de llegar al lugar que me esperaba. Debía estar descansado en caso de que pudiera padecer algún peligro en el trayecto a aquel lugar.
    En cuanto me recosté en la cama, comencé a sentir la pesadez en mis párpados. Ni siquiera le di oportunidad a mi ansiedad de meterse a crear escenarios ficticios en los que todo salía mal. El sueño me venció casi de manera inmediata, mientras escuchaba el golpeteo de las olas contra el barco. Sólo podía pensar en Alhaitham mientras dormía, en sí tendría algún lugar cómodo en dónde dormir.
    —Alhaitham... —susurré antes de que el sueño me venciera completamente.
    A mi alrededor, había un gran campo de flores, eran de tonos violetas e índigo. Era un campo lleno de pasto. Era un lugar realmente bello. Para mi fortuna, podía volar, aunque yo sabía que era ilógico. «¿Volar? —pensé—. Probablemente sea un sueño». Comencé a volar hacia un lugar extraño y nuevo. Las estructuras no parecían ser de Sumeru, sino más bien parecidas a las de Liyue.
    Volé hacia allá, donde había un mirador con un faro que emitía luz verde. Era una fortuna que, a pesar de no ser Sumeru, podía comprender qué tipo de estructura estaba viendo. El lugar era precioso como no había otro, pero había algo que me inquietaba dentro de todo aquel conjunto de bellezas, este lugar se sentía familiar. No era algún lugar que hubiera visitado antes, pero aún así, mi corazón me indicaba que ya había estado aquí, que este lugar era algo mío.
    —¡Mamá! —Escuché la voz de una niña pequeña, así que me giré de inmediato—. Mamá, vamos por favor nuevamente a ver aquel lugar mágico y dejar ofrendas para los caídos.
    La niña corría cerca de mí, pero no parecía notar mi presencia. Era una niña preciosa, de cabello y piel tan blancos como la nieve, incluso llegando a parecer una muñeca de porcelana, incluso sus pestañas eran blancas y largas; sus ojos eran lilas, brillosos al punto de parecer un par de zafiros. Era tan bonita y tierna que parecía una muñequita sacada directamente de un cuento de hadas.
    —Eliana, sabes bien que no podemos ir cuando nos plazca. Yo sólo puedo ir durante los eclipses lunares, cuando mi magia no puede ser percibida por la luna, y tú...
    La mujer finalmente apareció ante mis ojos, dejándome boquiabierto. Aquella mujer no tenía el cabello tan blanco como la pequeña, era rubia, pero casi parecía ser blanco; su piel también era sumamente blanca, al igual que la de la pequeña, y parecía ser completamente tersa; por otro lado, sus ojos eran rojos, tan rojos como rubíes, al igual que los míos.
    Quedé impresionado con la belleza de ambas, quienes parecían venir de otro mundo. Sin embargo, eso no fue lo único que me conmocionó. Los ojos de aquella mujer se encontraron con los míos, como si pudiera notarme. Me observó boquiabierta durante algunos segundos, entonces miró a su pequeña hija, quien estaba a su lado.
    —Mamá, por favor... —La pequeña sostenía su mano para atraer su atención—. Estoy segura de que nuestros ancestros no se molestaran si vamos juntas. Mi magia es buena, así que los distraeré con ella.
    —¿Te digo algo? —Se agachó para quedar a su altura—. Creo que tú no correrás el riesgo de que la magia dentro de ti se corrompa, mi pequeña Eliana. Es probable que vivas feliz y llena de amor.
    —¡Mamá! —La pequeña la regañó—. No debes ver el futuro, lo sabes.
    —No fue mi culpa, fue más bien... —Se giró para mirarme—. Un accidente. Pero aún así, estoy feliz de ver un futuro para ti, Eliana.
    —Está bien, pero no vuelvas a tener accidentes así, porque puede ser peligroso para ti y lo sabes. —Le advirtió señalándole con el dedo índice—. Tartaglia ya te había regañado por ver su futuro sabiendo que eso te daña, si se entera que viste el mío... me odiará aún más, y yo no quiero que mi hermano me odie más.
    Mi corazón se estrujo en cuanto escuché aquel nombre. Di unos cuantos pasos hacia atrás, asustado por esta escena que no comprendía. No parecía un sueño, sino algo vívido y tangible, algo tan real como el aire que se respira. La mujer me miró confundida y preocupada en cuanto me moví hacia atrás horrorizado con el nombre. Se quedó mirándome durante algunos segundos hasta que sacudió la cabeza y miró a su pequeña hija nuevamente.
    —Eliana, sabes que tu hermano no te odia porque quiera. Él sólo... nació con mi tipo de magia, y eso lo lleva a hacer cosas malas algunas veces. Cuando crezca, eso cambiará, él te amará tanto como tu padre y yo.
    —Papá no me quiere demasiado... —Se podía sentir la tristeza de la niña al pronunciar aquellas palabras—. Sé que siempre intentas convencerme de que no es así, pero ambos siempre me culpan por haber sido la única que no nació con la maldición y con magia buena.
    —Niccolò te adora, hija...
    No quise seguir escuchando, ni tampoco planeaba seguir escuchando ninguna palabra más. No hacía falta tener un doctorado o demasiada inteligencia para saber que esto no era un sueño, sino el pasado. El nombre... Aquellos nombres, no eran una simple casualidad. El aspecto de ellas también me permitían saber cosas, información que mi cerebro había guardado pero que había ocultado al ver esto por estar distraído con este... hechizo. Deirdre...
    Comencé a dar pasos hacia atrás, esta vez para irme y alejarme de este lugar. No quería saber nada más al respecto. Lo único que quería era despertar, despertar en el barco en el que había emprendido el viaje para... para... «¿Por qué hice este viaje? Lo olvidé, pero sé que es importante. ¡Este viaje era importante! —Comencé a regañarme a mí mismo mentalmente—. ¡Despierta, Kaveh! ¡Despierta!»
    —¿Qué hace ese señor ahí? —Me giré nuevamente para ver a un joven pelirrojo de ojos azules—. Él... se parece a ti, mamá.
    —¿D-De qué hablas, Tartaglia? Ahí no hay nadie.
    Deirdre tomó a Childe y lo jaló del brazo, intentando impedir que me viera, pero la mirada de aquel pelirrojo era insistente y atemorizante. Su mirada, a pesar de ser el Childe que no me conocía, era la misma que un cazador le daría a su presa. Aquel joven y adolescente Childe comenzó a caminar hacia mí lentamente, era casi como si me cazara. Di pasos hacia atrás, atemorizado por lo que pudiera pasar.
    —¡Tartaglia! —Deirdre le gritó molesta, mientras caminaba a pasos agigantados hacia él. Lo jaló del brazo bruscamente y bajó la voz—. No se te ocurra tomar la vida de ese joven, ¿me escuchas? Él... es familia, así que no puedes tocarlo.
    —¿Lo dices sólo porque se parece a ti? —Childe me miró de arriba a abajo—. No creo que él sea familia. ¿O... Él es descendencia de tu hija?
    Cuando mencionó a su hermana, Eliana, su tono cambió a uno agresivo y lleno de odio. Me sorprendió ver a Childe hablar así de su hermana. Claro que era evidente que no era una buena persona... o vampiro, pero aún así, me parecía sorprendente que no se llevara bien con su hermana, quien parecía ser una buena niña, con un corazón noble y bondadoso.
    —No hablaremos de ello, vámonos. —Intentó llevarlo con ella, jalandolo del brazo, pero él se resistió—. Tartaglia...
    —Sé que la quieres más a ella, por eso quieres a ese completo extraño que aparece casi invisible frente a nosotros. Eliana siempre será tu favorita por heredar sangre arkana, ¿no es así? —Childe me dio un vistazo, con una mirada de desprecio—. Como yo heredé la maldición de mi padre, no me quieres tanto, tengo la maldad de su sangre, la maldición y la magia negra de tu sangre. Pero te diré algo, madre, jamás dejaré que Eliana sea feliz, no mientras la ames más a ella.
    —Tartaglia, yo los amo a ambos por igual. —Deirdre, con una mirada llena de dolor, se agachó para que su cabeza y la de él quedaran a la misma altura—. ¿Por qué no puedes creerme cuando digo que te amo? ¿Qué tengo que hacer para que me creas?
    —Tengo algo en mente. Tú...

El Colmillo en mi Hombro: La Página Extraviada || Haikaveh AU || Segunda Parte||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora