~Prólogo~

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Encerrado y totalmente aislado del mundo exterior.

Lejos de casa y de quienes amaba. Shido no podía evitar pensar "¿que había pasado?", "¿como sucedió todo esto tan de repente?". Lo cierto es que, le abrumaba el simple hecho de pensar que podría pasar si llegaba a ser descubierto por el mundo.

Un mundo, que ahora lo conocía y lo odiaba.

Una habitación que le hacía acordar a las habitaciones que se hallaban en el Fraxinus, más o menos parecida en donde dormían las chicas. Todo el bloque hecho de metal y de un reluciente color plata. La habitación en donde estaba, contaba con una cama, una mesita de noche, unos baúles largos de color negro y una mesa que contaba con dos sillas de cada lado.

Shido se hallaba inquieto. Un leve crujido salió de su estómago hambriento y no era solo el hambre, sino también la gran preocupación que cargaba en su cabeza. No dejaba de pensar que pudo haberle pasado a sus amigos o a las chicas. Luego de lo que había pasado hace un año, solo esperaba que ellas no se hallaran vulnerables ante alguna amenaza. En su corazón, había una leve esperanza en que Ratatoskr haya tomado cartas en el asunto y mantener a las chicas a salvo. Ya que algunas de ellas, se encontraban lejos de casa.

Sabía que al menos el estaba a salvo, pues es lo que le dijeron las personas que lo sacaron en medio de un tumulto. Cubrieron su cabeza con un costal y lo movieron seguidos de muchos gritos de reclamos y desaprobación hacia él.

Mientras más avanzaban, pudo sentir como esos gritos disminuían hasta enmudecerse. Aún cuando uno de ellos gritó que estaban en zona segura, decidieron no quitarle el costal de su cabeza. Sintió como una sensación suave lo hacía fluir en el aire, algo así como cuando usaba el dispositivo de teletransportación del Fraxinus.

Pensaba que eran Ratatoskr. Pero ninguno de ellos le sonaba familiar, y sabía que no era el modus operandi de Kotori o los miembros de la tripulación. De hecho, pudo oír la voz de uno de los hombre que lo había acompañado hasta allí. Le dijo:

- "Tranquilo amigo, estarás mejor aquí..."

Tras decir eso, lo dejaron solo, pero no sin antes quitarle el costal de la cabeza y dejarlo algo cegado por la luz de la habitación.

No sabía cuánto tiempo tiempo pasó desde entonces.

Solo sabía que estaba con hambre, estresado y con mucha preocupación. Deseaba tener respuestas pronto, pero el peso lo llevó a sentarse en la cama mientras miraba al suelo y se sujetaba la cabeza.

En momentos así, eran ánimos lo que más necesitaba.

Un abrazo de alguien... palabras animadoras

Su mente no podía dejar de repetir lo mismo una y otra vez.

- Ahh... no sabes cuánto te necesito ahora...

Necesitaba de su presencia. Pero ni volviendo a casa podía ser realidad, ya que ella no estaba.

Shido solo dio un leve suspiro. Mientras hundía su rostro en sus manos, deseando que todo mejorara.

Justo en ese entonces, una abertura surgió en la habitación, era la puerta que estaba camuflada con la pared y se abrió automaticamente.

Shido estando sentado, levantó su mirada en aquella dirección. La figura de una mujer de cabello rubio y vestida de un traje militar negro hizo presencia en la habitación de Shido. La mujer traía en sus manos un expediente y se detuvo apenas dio un paso dentro de la habitación. Su mirada se centró en el joven.

- Bienvenido al Aegis joven- dijo la mujer dándole la bienvenida a Shido- te estábamos esperando.

Shido estaba confundido.

- ¿Esperarme?- repitió él joven- ¿esperarme para que?


La mujer concluyó.

La mujer concluyó

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- El mundo... no. Ellas te necesitan.

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