Mensajes ||Chaesoo||

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— Yo quiero intentarlo — Jisoo agarró el arma de juguete.

La pelinegra intentaba de todo pero siempre fallaba, Rosé al ver a que Jisoo no podía se acercó a ella.

— Déjame ayudarte... — la rubia posicionó sus manos sobre las de Jisoo, poniéndola nerviosa. Apoyo su espalda contra la de la pelinegra, haciendo que está se sonroje. Juraba que podía sentir la respiración de Rosé contra su mejilla.

— Las botellas siempre están bien posicionadas, pero, tú arma no — susurro Rosé en el oído de Jisoo — Nunca apuntes directo a las botellas, ¿De acuerdo?, un poco más arriba — movió las manos de la ojioscuros posicionandola bien — Dispara.

Lo logro, Jisoo gano el juego. Y todo gracias a Rosé.

— ¡Gané! — gritaba la pelinegra con emoción.

— ¡Felicidades! — Jisoo se abalanzó hacia ella abrazándola.

Se separaron del abrazo, pero sus rostros se quedaron cerca, se podía sentir las respiraciones de ambas chicas mezclándose. Rosé se acercó un poco más casi rozando sus labios. Jisoo juraría que si no la besaba en ese instante, moriría.

— ¿Jisoo? ¡Jisoo! — Gritaba con emoción una chica de ojos cafés, quien venía acompañada de una chica un poquito pecosa.

Rosé y Jisoo se separaron, la rubia tenía las inmensas ganas de golpear a la chica que arruinó el momento. Soltó un suspiro pesado y miró a la chica.

— ¿Jihyo? ¿Tzuyu? ¿Que hacen aquí? — preguntó Jisoo con el ceño fruncido.

— Ya sabes, es nuestro aniversario y quisimos salir a divertimos — sonrió.

— ¡Que suerte encontrarlas por aquí, chicas! — las abrazo.

— ¿Interrumpimos algo? — dijo la pecosa con una sonrisa pícara.

— Si... — susurró la rubia.

— No, para nada.

— Un gusto, soy Jihyo y ella es Tzuyu — se presentó.

— Roseanne Park pero pueden decirme Rosé, un gusto — mintió.

— Ellas son mis amigas del colegio — sonrió.

— Espera, ¿Acaso dijiste Roseanne Park? — preguntó la ojicafe. La rubia asintió — Jisoo habla de ti cada que puede... — Tzuyu la interrumpió dándole un codazo.

Las palabras que dijo Jihyo fueron suficientes para sonrojar a ambas chicas.

— Estamos pensando ir a la montaña rusa ¿Quieren ir? — preguntó la pecosa.

— Eso no se pregunta — hablo la rubia con una sonrisa. Tomó la delicada mano de Jisoo, y entrelazó sus dedos.

Todas las chicas corrieron hasta la montaña rusa y compraron sus boletos.

Una vez ya se subieron los que trabajaban ahí empezaron a ajustar los cinturones.

Rosé se sentó al lado de Jisoo y Tzuyu al lado de Jihyo. El juego empezó lento, pero luego iba cada vez más rápido. Jihyo, la asustadiza Jisoo, empezó a gritar desconsoladamente, tzuyu no paraba de reírse de la pelinegra, quien estaba muerta del miedo.

— ¡Jihyo, tranquilízate! — gritó Jisoo.

— ¡No puedo! ¡Está cosa del demonio nos va a matar! — gritó Jihyo quien hizo que Tzuyu riera más.

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La noche pasó muy rápido, Tzuyu y Jihyo volvieron a su cita dejando a las chicas solas de nuevo.

Ya casi era media noche y los padres de Jisoo solo le dieron hasta las doce para salir, entonces Rosé llevó a la castaña devuelta a su casa.

Una vez enfrente de la casa de los Kim, Rosé se bajó del auto y abrió la puerta de Jisoo quién le volvió a agradecer con una sonrisa.

— Me divertí mucho está noche.

— Yo también, espero se vuelva a repetir — confesó Rosé con una sonrisa.

— Si, estaría genial. Bueno me tengo que ir — camino hasta su casa. Pero volvió a darse la vuelta, se acercó a la rubia y besó su mejilla.

Una gran primera cita.

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