"Le ruego que tenga paciencia y espere."


En ese instante, Alexis experimentó lo que se sentía al ser un perro fiel esperando las órdenes de su amo. Se alegró simplemente por una orden. Pensó que se estaba volviendo loco. Sin embargo, como implicaba que le daría otra oportunidad si tenía paciencia, era algo positivo.

No tenía ni idea de cuándo ni cómo terminaría la misión de Eugene. Sin embargo, viendo la prisa de Eugene y Degona, no tendría que esperar mucho tiempo.


"Está bien. Esperaré."


"Entonces, me retiro de verdad."


Eugene, tras despedirse de nuevo, salió de la habitación con paso ligero. Al igual que en el comedor, Alexis no pudo seguirlo.


"Parece que me he convertido en un perro de verdad."


Incluso estaba agradecido por tener que esperar una orden. Pero habría sido más feliz si hubieran podido caminar juntos.

Nunca había apreciado a Eugene de forma superficial. Estar con él era divertido y feliz. Cuando miraba sus ojos brillantes, una sensación suave inundaba su corazón, llenándolo de emoción.

Cuando la ira lo llenó por completo, creyó que podría volver a su vida tranquila de antes sin volver a ver a Eugene. Pero se equivocó. La dulzura que había probado una vez era imposible de olvidar.

Ahora solo quedaba la desesperación. Se le había dado una última oportunidad, y no podía permitirse ningún error.

Alexis se preparó para llegar al final.






◇◇◇






La sesión parlamentaria provisional del 1 de diciembre era para finalizar el presupuesto del año siguiente. Los nobles que se habían separado en verano se reunieron para resolver los asuntos pendientes y se separaron antes de que comenzara el año nuevo.

La sesión parlamentaria provisional, con una asistencia menor que la sesión parlamentaria regular, recibió menos atención. La mayoría de las veces, se limitaba a anunciar la apertura y el cierre con unas pocas líneas en los periódicos.

Por supuesto, siempre había excepciones.

El duque Nasselard, que pronunció el segundo discurso en la sesión parlamentaria provisional de este año, sacó la espada. Criticó al rey con palabras refinadas pero directas, exigiendo su abdicación.

Se publicó un boletín extraordinario ese mismo día, anunciando que la mayoría de los diputados presentes en la sesión parlamentaria se habían puesto de pie y habían aplaudido.

Al día siguiente, todos los periódicos publicaron en primera plana el discurso del duque Nasselard. También se publicaron artículos sobre la locura del rey, que hasta entonces solo se había rumoreado.

Cariño, cariño, cariñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora