Xie Lian se despertó lentamente, con una sensación extraña de comodidad que no encajaba con lo que recordaba. Parpadeó varias veces, tratando de enfocar su vista. Se encontraba en una cama inmensa, con sabanas de satén color rojo que se sentían suaves contra su piel. El cuarto estaba decorado con una elegancia minimalista, tonos grises y negros que reflejaban lujo, pero sin excesos. Luz entraba suavemente por las cortinas entreabiertas, iluminando apenas el espacio.
Se incorporó de golpe, su corazón se aceleró. Su mirada recorrió la habitación, tratando de recordar como había llegado allí. La última imagen en su mente era la cara de Lluvia Carmesí, su voz baja y perturbadoramente cercana, y el temor creciente que lo había seguido en cada paso.
Al mirar su cuerpo, notó que ya no llevaba la ropa del día anterior. Estaba vestido con una cómoda pijama de algodón, algo que nunca se hubiera esperado. Se levantó de la cama de un salto, buscando desesperadamente alguna señal de secuestro: cadenas, cerraduras, cualquier cosa que confirmara que seguía atrapado.
Pero no había nada.
Un baño amplio con mármol blanco estaba a un lado de la habitación, parecía que todo estuviera dispuesto para él.
Xie Lian no pudo evitar fruncir el ceño. Esto no tenía sentido... ¿Por qué lo trataban con tanta... comodidad?
Caminó lentamente hacia la puerta, dudando de si estaría cerrada. La empujó con cuidado y para su sorpresa, se abrió sin resistencia. Más allá del umbral había un pasillo amplio, igualmente decorado con un aire de lujo y misterio. El silencio era profundo, roto solo por el eco suave de sus pasos.
Regresó a la habitación, desconcertado. ¿Esto era una trampa? ¿Una manera de hacer que bajara la guardia?
Antes de que pudiera pensar más, la puerta se abrió. Una mujer de aspecto impecable entró con una bandeja de desayuno. Su rostro mostró sorpresa al ver que el chico había despertado
—Con permiso, su desayuno— Dijo dejando la comida sobre una mesa cercana.
—¿Por qué estoy aquí?— Habló Xie Lian con molestia, pero a la vez mostrando respeto.
—Ese tema no me incumbe—la chica inclino un poco su cabeza—. Mi nombre es Sha Wen, y estoy para servirle.
Antes de que Xie Lian hablara, Sha Wen se retiró sigilosamente de la habitación.
Xie Lian miró el desayuno y se acercó a la bandeja. Huevos, café recién echo, frutas frescas... Todo dispuesto como si estuviera en el mejor hotel de la ciudad.
Pasó un rato y Xie Lian miraba a través de la ventana. Pensaba en muchas cosas, en como había terminado ahí, en como había fallado su misión y en cambio termino en las garras del objetivo. Quería estrellar su cabeza contra la pared. Se sentía miserable.
Escucho unos leves golpes en la puerta, que después se abrió, encontrándose con Hua Cheng. apoyado en el marco con una sonrisa tranquila, como si hubiera esperado exactamente este momento. Portaba los pantalones de un elegante traje color negro y una camisa medio abierta en el pecho y arremangada del mismo color.
—Veo que has dormido bien— dijo, su tono suave, casi relajado.
Xie Lian lo miró con desconfianza, su cuerpo estaba tenso.
—¿Qué demonios es esto, Hua Cheng? ¿Por qué me tratas como si estuviera en un hotel de lujo?
Hua Cheng avanzó un paso, sin dejar de mirarlo con esos ojos que lo desarmaban. —Lo que quiero es simple. Quiero que te sientas cómodo. No me interesa mantenerte atado o encerrado como un prisionero. Pero hay una línea que no quiero que cruces.
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My Policeman [HuaLian]
Teen FictionHua Cheng, un mafioso astuto, tiene dominado el bajo mundo de la ciudad: La ciudad roja. Xie Lían, un policía determinado y un poco torpe, se ha propuesto atraparlo sin importar el costo. A medida que se acercan, descubren secretos que los vinculan...
CAPITULO 3: En la Madriguera del Lobo
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