El mundo se desmorona

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El teléfono de Sesshoumaru sonó mientras subía las escaleras. Fue hasta la unidad donde Rin estaba ingresada y notó que un enfermero batallaba con la puerta, mientras un guardia lo presionaba, diciéndole que usaría la fuerza para entrar.

Ambos, al notar la presencia del empresario, se giraron a verlo.
–Usted...

–Ella está dentro en un estado crítico. ¿Por qué vienen con armas? –su tono era claramente amenazante, al igual que su clara mirada.

–Usted empujó al director por las escaleras y llevar el amrita le da inmunidad. Así que hasta que el señor Ogumo decida qué hacer al respecto, la mujer que está en terapia está bajo la custodia y la voluntad del señor Ogumo.

–Si se acercan un milímetro a esa puerta, haré que se arrepientan por el resto de su existencia.

El teléfono en su bolsillo seguía sonando con insistencia, así que lo sacó y observó la pantalla. La llamada provenía de Naraku. Giró el teléfono en dirección al guardia para que éste también lo viera.

–Son buenas palomas mensajeras, tu jefe ya me busca. Hablaré con él en altavoz y de acuerdo a lo que escuchen, procederán. Pero debes saber que si apuntas tu arma a Rin, la gente que tengo a mi cargo buscará a cada uno de tus familiares para devolver el favor con creces –dicho esto, respondió la llamada–. Naraku, qué desagradable tener que dirigirte de nuevo la palabra.

Hubo un breve silencio del otro lado antes de que el traficante respondiera.
–Qué hipócrita y osado de tu parte, agredes a uno de nuestros colaboradores y te defiendes mediante tu conocimiento de la fórmula. Teníamos un trato: ninguno perjudicaría al otro ni se inmiscuiría en sus asuntos. Aún después de transgredir tu parte, pretendes que mi centro médico soporte la vida de tu esposa agonizante. Estás en serios problemas porque sabes que otros nosocomios harán demasiadas preguntas. Más vale que tengas pensada una manera de resarcirme, Sesshoumaru.

–¿Resarcirte? –dijo el empresario con sorna–. No he transgredido nada, el que compró su propio ataúd fue Suikotsu desde el momento en que entregó a mi hijo. Tú eres el único traidor que rompió primero nuestro pacto de no agresión al permitir esto.

Hubo un silencio, como si Naraku evaluará la situación, luego respondió.
–No sé de qué hablas. Tus hijos tienen inmunidad.

–No finjas inocencia. Setsuna desapareció y antes de irse al infierno, tu director médico reconoció que se deshizo de él por venir a hacerle preguntas. Mi hijo no sabía nada de nuestra sociedad, no merecía la muerte.

–Si hubieras sabido mantenerlo lejos de mis asuntos no lo habrías perdido. Pero es verdad que estamos en deuda el uno con el otro. Eventualmente reeemplazaré a mi director, de hecho ya tengo a alguien en mente. Pero tú no puedes reemplazar a tu vástago. ¿Qué te parece si le doy tratamiento gratuito a tu esposa?

Sesshoumaru bufó.
–Si hubiera querido darle amrita, lo hubiera hecho hace mucho tiempo. Ella no beberá veneno.

–No se trata de amrita. He descubierto algo aún más ambicioso, útil, un poco costoso en su producción, pero que será muy solicitado por pacientes como ella. Y no te preocupes, no incluye ingerir venenos. Te lo habría dicho si hubieras aceptado mi invitación antes, sin embargo insistiré en invitarte a una charla privada. Estoy tan seguro de mis resultados, que considero que comprarán tu silencio... e incluso tus favores.

–No le daré favores al asesino de mi hijo. No importa qué tanto hayas avanzado en tus investigaciones –Sesshoumaru parecia conservar la calma, pero por dentro ardíade odio.

–Por favor, eres quien está perdiendo. No puedes pedir ayuda a otro. Con facilidad puedo solicitar que corten el suministro eléctrico de esa sección del Sanatorio y ella quedará sin soporte de vida. También tengo entendido según el informe, que tu hija no se encuentra bien.

El lazo con el más allá - KirintowaWhere stories live. Discover now