Sentí que el peso del mundo caía sobre mis hombros. Había intentado mantener mi vida personal separada de la académica por una razón, y ahora todo se desmoronaba. Tomé aire antes de responder.

—Es cierto que no he sido completamente abierta sobre mi vida personal. Tengo un hijo, Anthony, y he intentado equilibrar mi vida académica con mi maternidad lo mejor que puedo. —le expliqué, mi voz temblando levemente.

La directora me miró con una mezcla de comprensión y sorpresa.

—Entiendo que quieras mantener algunas cosas en privado, y no te culpo por ello. Sin embargo, necesitamos asegurarnos de que todo esté en orden y que esto no afecte tu situación aquí. La denuncia es grave, y aunque no tenemos intención de tomar decisiones apresuradas, debemos investigar.

Sentí un nudo en la garganta. Sabía que esto podría tener consecuencias, pero también sabía que no podía rendirme. Anthony dependía de mí, y yo no iba a dejar que Alecc lo pusiera en peligro.

—Haré lo que sea necesario para aclarar todo esto. —dije con firmeza.

La directora asintió.

—Lo que más nos preocupa es que esta situación pueda escalar. Necesito que estés preparada para cualquier cosa, Mackenzie. Si la denuncia se convierte en algo más formal, podríamos enfrentarnos a un proceso más complejo. —me advirtió.

Salí de su oficina con una mezcla de emociones. Estaba enojada, asustada y agotada. Alecc no estaba jugando. Estaba dispuesto a destruirme si eso significaba ganar algo en su plan. Sabía que lo próximo que debía hacer era hablar con Jack, contarle lo que había pasado. Él necesitaba estar al tanto de todo.

Cuando llegué a casa, Jack estaba jugando con Anthony en la sala. La risa de mi hijo llenaba el aire, y por un momento, todo parecía tan perfecto que casi me dolió tener que interrumpirlo. Jack me miró y enseguida notó que algo no estaba bien.

—¿Qué pasó? —preguntó, su rostro volviéndose serio.

Le conté todo lo que había ocurrido en la universidad, desde la llamada hasta la denuncia. Jack se quedó en silencio mientras hablaba, pero podía ver la rabia acumulándose detrás de sus ojos.

—Ese desgraciado... —murmuró cuando terminé.

—Lo sé. Está usando a Anthony para desestabilizarme. No sé hasta dónde va a llegar. —dije, sintiéndome más vulnerable de lo que quería admitir.

Jack se acercó a mí y me tomó de la mano.

—No vamos a dejar que se salga con la suya. No importa lo que haga, estaremos preparados. —me dijo con determinación.

Quería creerle. Quería pensar que podíamos enfrentarnos a esto juntos y salir adelante. Pero la realidad era que Alecc tenía el poder de cambiar nuestras vidas con solo un movimiento. Sabía que esto no iba a terminar aquí, y que el camino que teníamos por delante sería difícil.

Esa noche, mientras Anthony dormía y Jack y yo nos quedamos en la sala en silencio, mi mente seguía corriendo. Pensaba en todas las posibles formas en que Alecc podía atacar de nuevo, y en cómo proteger a mi hijo de todo esto. Sabía que no podía hacerlo sola. Necesitaba a Jack más que nunca.

Finalmente, Jack rompió el silencio.

—Mack, tenemos que empezar a pensar en soluciones. No podemos esperar a que Alecc haga su próximo movimiento. —dijo, su voz tranquila pero firme.

—¿Qué tienes en mente? —pregunté.

—Primero, necesitamos hablar con un abogado. Uno bueno. Tenemos que estar preparados para lo que venga. —sugirió.

Asentí. Sabía que tenía razón. Habíamos estado reaccionando a lo que Alecc hacía, pero era hora de tomar el control.

—Y segundo... —Jack hizo una pausa, mirándome fijamente. —Si las cosas se complican, podríamos tener que considerar una opción más radical.

—¿Qué opción? —pregunté, sintiendo un escalofrío recorrerme.

Jack se inclinó hacia adelante, su expresión seria.

—Podríamos irnos. Desaparecer por un tiempo. Alejar a Anthony de todo esto hasta que podamos resolverlo de manera segura.

Me quedé en silencio, sorprendida por su propuesta. Nunca había considerado algo tan drástico. Pero al mismo tiempo, la idea de alejar a Anthony de Alecc me daba una sensación de alivio.

—No sé, Jack... —dije, insegura.

—Solo piénsalo. No digo que lo hagamos de inmediato, pero es una opción. Si llega el momento en que ya no podemos protegerlo aquí, podríamos buscar un lugar donde él no pueda encontrarnos. —respondió con calma.

La idea de huir me aterrorizaba, pero también me daba esperanza. Jack estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para protegernos. Y eso significaba más para mí de lo que podía expresar.

Miré a Anthony, que dormía plácidamente en su cama, y supe que tenía que estar preparada para lo que fuera. No solo por mí, sino por él.

Era hora de dejar de temer y empezar a actuar.

—Nunca lo estarás, Mack.

Ese pequeño momento de tranquilidad fue interrumpido por el sonido de mi teléfono vibrando en la mesa. Miré la pantalla y mi corazón se detuvo por un segundo al ver el nombre de Alecc en el identificador de llamadas. No podía creer que estuviera llamando. Después de todo lo que había pasado, me sorprendía que tuviera el descaro de contactarme directamente.

—¿Qué quiere ahora? —preguntó Jack, leyendo la tensión en mi rostro.

—No lo sé, pero lo voy a descubrir. —dije, tomando el teléfono y respondiendo la llamada.

—Mackenzie. —dijo la voz de Alecc al otro lado, su tono frío pero calculador.

—¿Qué quieres, Alecc? —pregunté, tratando de mantener la calma.

—Quiero que sepas que no voy a desaparecer tan fácilmente. No me voy a rendir, Mack. Anthony es mi hijo, y voy a hacer lo que sea necesario para que crezca sabiendo quién es su verdadero padre. —dijo con una seguridad que me revolvió el estómago.

Me quedé en silencio, tratando de procesar sus palabras. Jack, al escuchar parte de la conversación, se puso tenso a mi lado.

—No sabes nada sobre ser padre, Alecc. —dije finalmente—. Nunca estuviste ahí cuando te necesitábamos, y ahora solo estás complicando las cosas. No voy a dejar que le hagas daño a Anthony con tus juegos.

Alecc soltó una risa seca.

—Esto no es un juego, Mack. Es mi derecho. Y si no me dejas verlo voluntariamente, lo haré de la forma más difícil. Nos vemos en el tribunal.

Colgó antes de que pudiera responder.

Me quedé con el teléfono en la mano, temblando de rabia y miedo. Sabía que esta era su jugada final. Alecc no iba a detenerse, y ahora era cuestión de tiempo antes de que todo explotara. Miré a Jack, buscando algo de consuelo.

—Él no va a parar, Jack. —dije, sintiendo el peso del mundo sobre mis hombros.

Jack me tomó en sus brazos, su mirada llena de determinación.

—Tampoco nosotros, Mack. No va a ganarnos.

Antagonista en la propia, Protagonista en la ficticiaWhere stories live. Discover now