Odio

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Desde la altura de su árbol, Izel Garzaer observaba el despliegue de emociones que emanaban de la pequeña reunión a lo lejos. Aquella guacamaya desconocida que acompañaba a Eduardo capturaba toda su atención. La luz del amanecer apenas filtraba entre las hojas, tiñendo el plumaje de la visitante de un tono dorado que se mezclaba con el azul vibrante de sus plumas. La escena parecía de otro mundo, como si la naturaleza misma conspirara para darle a aquella extraña un halo de gracia y misterio.

"Esa es la hija de Eduardo…" pensó Izel con una mezcla de incredulidad y resentimiento. La revelación la tomó por sorpresa. ¿Cómo era posible que aquel arrogante líder hubiera escondido a su hija de todos? ¿Por qué esta guacamaya aparecía ahora, tan joven y llena de vida, en el centro de una comunidad que no le pertenecía? Izel no tenía respuestas, y eso solo alimentaba la furia fría que ardía en su pecho.

Desde pequeña, ella misma había aprendido a leer el lenguaje de las sombras y el silencio, a vivir sin madre, sin la suavidad de una figura que la guiara en los momentos más oscuros de su vida. Solo había tenido a su padre, con sus palabras escasas y sus ojos cansados. Aquel viejo, con la sabiduría de los años y la nostalgia de un reino perdido, había hecho lo mejor que pudo, pero nunca fue suficiente. Ella había tenido que aprender a ser fuerte sola, a construir su propio camino entre la melancolía de una infancia marcada por la pérdida.

Observó cómo Eduardo miraba a su hija, cómo la cálida luz en sus ojos brillaba con una intensidad que nunca antes había visto en él. Izel sentía una mezcla de odio e ironía al verlo, al saber que aquel guacamayo, que se enorgullecía de liderar a su comunidad con mano firme, había encontrado espacio en su corazón para la ternura hacia su descendencia. ¿Y ella? Su padre la amaba, sí, pero la crianza había sido más disciplina y sabiduría amarga que calor. Había algo cruel en esa realidad, una burla del destino que le impedía tener la cercanía que aquel líder de plumas azules compartía con su hija.

"Quizá esa Perla ha tenido más suerte de la que cree," pensó, sus ojos fríos clavados en la escena. Pero la curiosidad la atormentaba también. Aquella guacamaya no solo parecía tener el afecto de su padre; estaba casada. ¿Qué clase de vínculo tenía con aquella comunidad para aparecer aquí de pronto, tan cerca de quienes alguna vez fueron enemigos de su propio reino?

Durante los días que siguieron, Izel se mantuvo en silencio, acechando en las sombras, sus ojos fijos en cada movimiento de Perla. La joven guacamaya parecía desenvolverse con naturalidad entre los suyos, a pesar de que algo en su postura delataba una leve inquietud. Izel podía sentir la tensión, ese sutil desajuste entre la apariencia de normalidad y lo que se escondía detrás de los ojos de aquella extraña. Y, por un momento, Izel sintió casi empatía por esa incomodidad… casi. Pero, después de todo, Perla no era más que otra intrusa en una tierra que, para Izel, le pertenecía por derecho.

La lechuza blanca se apartaba con lentitud, meditando cada detalle. No era suficiente solo observar; debía entender el propósito de esta aparición, cada retazo de conexión entre Perla y su padre, cada hilo que unía a aquellos guacamayos y que, tarde o temprano, ella se encargaría de deshacer. Su mundo había sido arrasado por la humanidad, sí, pero también por la llegada de estos pájaros de plumaje brillante, tan bulliciosos y ajenos a la paz que alguna vez habitó esta tierra.

En sus momentos de soledad, Izel sentía que cada susurro de las ramas era un eco de sus propios pensamientos. Había heredado un reino vacío y un trono envenenado por los recuerdos de su madre ausente. Los días y las noches de vigilia la llenaban de un odio inexplicable hacia Perla, hacia Eduardo, hacia todo lo que ellos representaban. ¿Por qué ella, Izel, tenía que cargar con la frialdad y el peso de una corona que apenas la dejaba respirar? ¿Por qué Perla tenía el derecho de caminar junto a su padre, de ser parte de una familia que la aceptaba sin cuestionarla?

Blue x Izel "Pausada Por Correcciones"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora