6. Entre el amanecer.

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Hay algo profundamente hermoso en despertar cuando la casa aún guarda silencio, en cruzar la quietud de la cocina sintiendo la frescura del suelo bajo tus pies descalzos, mientras el susurro de la cafetera empieza a llenar el aire.

Con la taza caliente entre las manos, el vapor te acaricia el rostro, y el primer sorbo, lento, te llena de calor. Como si el suave amanecer se hiciera eco en el pecho.

Afuera, la luz empieza a asomarse tímidamente, como un niño que se despereza y decide pintar el horizonte con tonos dorados que se cuelan entre las cortinas.

Sientes cómo esa luz empieza a acariciar tus pies desnudos, y el calor sube despacio, hasta llegar al corazón, que también se estira y se llena. Sonríes, porque la mañana misma te invita a hacerlo.

Y con otro sorbo, te sientas en silencio, dejando que el día empiece a tomar color mientras el mundo, aún adormecido, te acompaña.

Entre líneasOnde histórias criam vida. Descubra agora