X.

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Los días pasaron, y gracias al cielo, los rumores fueron desapareciendo al ver la lejanía entre Potter y yo. Claramente, surgieron otro tipo de rumores; "¿Potter y Malfoy terminaron?", "Malfoy le dijo que no a Potter" y cosas de ese estilo. Porque si, nos estuvimos ignorando desde el día del beso, ninguno se acercó al otro por ningún motivo. Creo que los dos estábamos bien con eso, yo me dediqué a mi armario y él a... Sus cosas de Potter.
Hoy no iba a ser la excepción, no tenía planeado acercarme mucho al Gryffindor. Este día tenía que ser planificado con cuidado, ya que saldríamos a Hogsmeade. Eso significa que hoy tengo que darle el collar maldito a Dumbledore, o más bien, dárselo a la Ravenclaw, de la cual no me acuerdo el nombre, para que esta se lo entregue al director.

Abrí el armario de mi habitación, buscando la pequeña caja donde se encontraba el collar. La abrí con cuidado, observando una pequeña bolsa; dentro de ella se encontraba el collar maldito.

- Espero que esto funcione-. Susurré para mí mismo. A decir verdad, estaba algo asustado.

Tomé la bolsa con cuidado, cerrando el armario detrás de mi. Ya estaba listo para salir, faltaban unos minutos para que partamos hacia el lugar, así que guardé la bolsa en uno de los bolsillos interiores de mi blazer negro y me encaminé hacia la entrada de Hogwarts.

(...)

El camino fué silencioso, Theodore y Blaise charlaban sobre algo que no entendía. Quise acercarme a Pansy, pero Astoria la alejó de mí caminando cerca de los profesores. Aún no comprendía porqué se comporta de esa manera, supongo que lo hablaré luego con ella.
Continúe caminando junto a mis dos amigos hasta que todo el grupo llegó a Hogsmeade, realmente no estaba tan entusiasmado por venir, pero debía seguir lo planeado. Los alumnos comenzaron a dispersarse al igual que los profesores, mientras que yo puse el plan en marcha.
Me alejé de mis amigos buscando a la chica Ravenclaw, gracias a Zalazar ella se encontraba sola, viendo las tiendas de lejos. Hoy la suerte estaba de mi lado. Me acerqué a ella con cuidado, puse mejor sonrisa que pude en mi cara.

- Oye-. Llamé obteniendo su atención. - ¿Esperaste mucho?-. Pregunté fingiendo preocupación.

- Oh, no, no. No te preocupes, mis amigas se fueron hace poco-. Respondió ella sonriendo. - ¿Qué haremos?-. Preguntó con curiosidad.

- Iremos a donde quieras, tenemos todo el tiempo del mundo-. Contesté con calma.

- Bueno... Me gustaría ir por una cerveza de mantequilla, ¿Te parece bien?-. Propuso ella mirándome sonriente.

- Claro-. Detesto la cerveza de mantequilla. - Todo por lo que tú quieras-. Te detesto. - Pasaremos el día donde desees-. Alguien que me saque de aquí por favor.

- Está bien, ¿Te molesta si primero uso el baño?-. Preguntó comenzando a caminar hacia la tienda.

- Por supuesto que no-. Es mi oportunidad para darle el collar. Caminé junto a ella. - Adelante, voy a atar mis cordones, no me tardo-. Dije al llegar a la puerta del local, ella me miró algo extrañada pero asintió ingresando al lugar.

Me preparé por unos segundos, inhalando en frío aire que me rodeaba. Debía hacer esto, no era momento de ponerse nervioso. Exhale e ingresé al lugar, manteniendo mi rostro completamente serio. Al entrar di un rápido ojo al interior, había algunas personas sentadas en las mesas, puede distinguir incluso a dos Slytherins sentados ahí. Giré mi cabeza dispuesto a dirigirme al baño, sin embargo escuché la voz que menos quería oír ahora.

- ¡Malfoy, por aquí!-. Exclamó una espantosa, pero hermosa, voz.

Me mantuve inmóvil por unos segundos, dudando si acercarme o dar la vuelta y fingir que no conozco a nadie aquí. La segunda opción era bastante tentadora a decir verdad.
Giré mi cabeza divisando una mesa casi al final del lugar, allí se encontraba el famoso "Trio de Oro", Potter levantaba una de sus manos mientras sonreía, haciendo señas de que me acerque.

Hasta el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora