-Estaba a punto de cerrar, creí que no vendrías -expliqué mientras colocaba el anuncio de 'cerrado' en el cristal.
-Hacía demasiado calor y esperé hasta que refrescara un poco, odio los días soleados.
-Ya veo. Aunque tarde, es un alivio que vinieras, ya no queda tanto tiempo para el evento y necesito comenzar los diseños que usarás cuanto antes. ¿Tomamos las medidas?
-Sí, ¡para eso vine! -obvió. Le pedí que pasara a los vestidores dado que allí en la boutique estábamos expuestos a la mirada de cualquier transeúnte- ¿Y cuántos cambios de ropa tendré que usar? ¡Ni sueñes que me vas a traer a toda prisa cambiándome de ropa cada 2 minutos!
-No te preocupes, no serán más de cinco cambios por modelo.
Una vez en el vestidor le pedí se despojara de su abrigo, quedando en la parte superior únicamente con una playera blanca de cuello escotado que permitía admirar la excelsa finura de sus clavículas; y en la parte inferior con unos pantalones ajustados de mezclilla. Procedí a tomar las medidas de sus piernas, su cintura, sus brazos, el talle de su espalda, y demás, dejando al último la circunferencia de su cuello. Mientras hacía las mediciones mi agitación había ido en ascenso, era una sensación completamente ajena a mí el sentirme tan irremediablemente arrobado por alguien de mí mismo género. Aunque en realidad eso no era lo que causaba conflicto en mí, sino la falta de profesionalismo con que estaba haciendo mi trabajo. Mientras recorría su cuerpo con la cinta métrica no podía dejar de desear que los tejidos interpuestos entre su piel y mis manos desapareciesen. El silencio que nos circundaba únicamente servía para inquietarme todavía más; para exacerbar el delirio de mis pensamientos.
Finalmente pasé la cinta por su cuello y pese a que desde la distancia en que me encontraba alcanzaba a ver perfectamente la medida, fingí necesitar acercarme más; recorté tanto el trecho entre nosotros que fui capaz de sentir su respiración refrescando e incendiando a un tiempo mis sentidos. Hasta aquél momento había mantenido la vista fija en los números de la cinta de medir, pero en un impulso irrefrenable alcé la mirada encontrándome con sus vibrantes ojos azules fijos en mí. Durante una fracción de segundo que para mí se sintió más larga que la eternidad misma le sostuve la mirada irresoluto, hasta que en un demencial arrebato crucé la frontera interpuesta entre nuestros labios. Inmediatamente cruzó por mi mente el retroceder y disculparme.
¿¡Qué estaba haciendo!? ¡Cuán inapropiado de mi parte!
No obstante, una voz en mi interior que había permanecido silenciada hasta ése momento me hizo ver que el daño era irreparable, aunque me disculpase no podría deshacer el irreflexivo beso, sin contar, además, que estaría siendo insincero: no lamentaba en lo más mínimo el haber cedido ante mis impulsos. Decidí aventurarme más allá de un simple roce de labios, y atrayendo su cuerpo firmemente contra el mío profundicé el beso. Sus manos cayeron sobre mis hombros en un lánguido intento por alejarme.
¿¡Qué me sucedía!? Ése tipo de conducta no era habitual en mí, ¡apenas lo conocía y ya me estaba tomando semejantes libertades! Estaba siendo vencido por el anhelo del frenesí que rogaba por verse consumado.
-Si no me pones un alto apropiadamente, me temo que no podré refrenarme más. -Le advertí, arrinconándolo contra el espejo que hacía de muro, en un esfuerzo sobrehumano por volver en mí.
Miré al frente y por el rabillo del ojo alcancé a ver mi reflejo; ¡Qué apariencia tan chocante ofrecía! Mis ojos emanaban concupiscencia. "Con que así es como luzco cuando pierdo la mesura"... mi voz por su parte había abandonado su comedida y serena textura para tornarse un hosco susurro. Traté de persuadirme, "Leigh recobra el juicio", mas, había dejado de escuchar mi sentido común; mi código de ética laboral; mi llamado a la prudencia, desde el momento en que Armin cruzó el umbral de la puerta, sólo que no me había percatado de ello hasta ahora. Dudaba que en verdad hiciese una diferencia su resistencia, mi deseo continuaría enardecido incluso con mayor intensidad después de haber degustado el exquisito sabor de sus labios, de su saliva...
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Secretos En Los Vestidores [Yaoi]
FanfictionLa historia NO es mia la e traído de una página web y pues todos lo derechos a su respectiva escritora.
Capítulo 5: Leigh X Armin
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