Dejé el móvil donde estaba antes y salí corriendo al restaurante aunque tenía tiempo de sobra. Entré por la puerta de atrás como me habían dicho y me encontré con Megan. Su pelo rojizo me hizo sonreír.
Ella me había informado lo necesario sobre el restaurante la noche anterior. Era camarera y ayudaba en la cocina cuando faltaba algún ayudante.
-Hola. – saludé cuando estuve a su lado.
-Ya estás aquí.- afirmó alegremente. Le sonreí y se volvió a dar la vuelta.
-Tengo que entregar estos papeles a la señora Dandinni. – le dije, levantando los papeles.-¿Sabes dónde está?
-Um... no. Antes estaba en la oficina con el señor Dandinni, pero ahora no sé.- dijo, intentando sacar algo del congelador. Dejé caer mi bolso al suelo y la ayudé.
-Deja que te ayude.- le dije, acercándome a su cuerpo.
Me sonrió y juntas intentamos sacar la caja que estaba pegada a la pared por el hielo. Después de varios intentos, teníamos los dedos rojos y fríos.
-Que va, Lea. Déjalo estar. – dijo, tocándose el sudor de la frente. Yo seguía insistiendo. La caja no podía más que yo... ¿o sí?
Escuché una risa a mi espalda y me giré. Megan seguía con la mano en la frente y le sonreía directamente al chico.
-¿Les ayudo en algo?- preguntó con una sonrisa.
-Sí, por favor, James.- le dijo con voz dulce, Megan.
Me costó reconocer a James pero, lo hice. Él fue el chico que me preguntó que buscaba ayer nada más entrar a Delicious y me informó sobre quien era la señora Dandinni.
Sus ojos grises me recordaron a Dafne. Tenía la frente cubierta de un pelo marrón tirando a negro y rizado.
-Tú eres la chica perdida de ayer ¿no?- preguntó con una sonrisa. Asentí y su sonrisa aumentó.
-Por lo que veo ya conoces el lugar.- siguió y sinceramente no sabía a qué se refería. ¿Ya conozco el lugar? Estaba en el almacén. Ese lugar con paredes grises y con más oscuridad que ratas en una alcantarilla.
-Más o menos- le dije, sonriendo tímidamente.
Más menos que más.
-¿Qué problema tienen?- miró a Megan y le sonrió. Ella también lo hizo pero luego se mordió el labio para evitar su sonrisa aunque, era demasiado tarde.
-La caja de la esquina estaba auténticamente pegada a la pared helada y Josh me pidió que se la llevara.- dijo, rápidamente.
James, no dijo nada, solo se acercó y la intentó sacar como nosotras antes. Él tampoco podía. A pesar de la oscuridad, todavía se podía distinguir su cara roja y la vena de su frente se le iba a salir. Eso me recordó a Andrew, cuando se enfadaba...
-¿No puedes tampoco?- le preguntó Megan, acercándose a su espalda y apoyándose en el borde de la nevera.
-No.- respondió James, con una voz extraña y ronca.- ¿Por aquí hay un cuchillo?-preguntó, recuperando su postura recta y sacudiendo los pedazos de hielo en su pantalón.
-Por ahí debe haber uno.- dijo Megan, mirando a mi espalda. Automáticamente me di la vuelta y busqué por la zona donde había otra nevera y una estantería con sartenes.
Cuando mi mano tocó una especie de metal afilado, supe que era un cuchillo y se lo entregué a James. Introdujo el cuchillo en la ranura entre la nevera y la caja y raspó.
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Durmiendo a su lado
Romance¿Qué se supone que tienes qué hacer cuando no tienes casa ni trabajo? Eso me pregunté yo. ¿A casa de tu mejor amiga? Imposible. Dafne compartía piso con unas cuatro chicas más, además de su novio, Louise. ¿Vas a donde vive tu novio? Ummm... tampoco...
CAPITULO 16
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