-Cathy, Zach, por favor. ¿Por qué no intentáis llevaros bien? Hacedlo por mí y por mi bebé. No me gusta veros así de enfadados.

-Hermanita, eso se llama chantaje.

Sairin puso cara inocente y dijo:

-¿Funciona?

Zachary suspiró y miró a Catherine.

-Yo estoy dispuesto a intentarlo si doña Me Enfado Por Todo también está dispuesta.

La joven fue a replicar por lo que acababa de llamarle, pero se quedó callada al mirar a su amiga que le suplicaba con los ojos.

-De acuerdo, lo intentaré.

-Daros la mano, entonces- dijo Sairin sonriendo.

Ambos se miraron un momento y luego se dieron la mano como si cerraran un pacto con el diablo. Una vez se la dieron, se separaron rápidamente como si una descarga eléctrica se hubiese cernido sobre ellos.

Sairin sonrió, complacida y se levantó del diván donde estaba.

-Voy a ver a mi marido para comentarle una cosa, os dejo aquí para que habléis tranquilamente.

Su amiga la miró con los ojos abiertos y Sairin le guiñó un ojo. Luego salió de allí dejándolos solos. Una vez Sairin salió, Zachary se acercó a la ventana y le dio la espalda a ella.

-Quizás Sairin tenga razón y debamos hablar- dijo Catherine con prudencia.

-¿Acaso hay algo que hablar entre usted y yo, señorita?

-Yo creo que sí, creo que nuestro comienzo no ha sido el adecuado.

-Es posible...- dijo él sin mirarla.

-¿Es que no piensa mirarme a la cara al menos?

-¿Debería hacerlo?

-Oiga, estoy intentando que nos llevemos bien por el bien de mi mejor amiga, está muy susceptible con su embarazo, podría ayudarme al menos ¿no cree?

-Que yo sepa, fue usted quien se dirigió a mí de forma grosera, diciéndome no sé qué sobre el amor y otras cosas.

-Pero lo decía con razones, yo ante todo quiero que mi amiga sea feliz y lo es estando al lado de su esposo como lo está ahora.

-Bueno, quizás.

-¿Quizás? ¿Es que no posee usted sentimientos? Ah claro que no, usted es el Depredador, cómo podía haberlo olvidado...- dijo la joven con ironía.

Zachary se giró y en un par de zancadas se quedó frente a ella

-Será mejor que no diga ese nombre por las inmediaciones.

La joven retrocedió ante la mirada de él.

-¿Por... por qué?

-Tengo la firme sospecha de que ese hombre tiene a un espía en esta casa.

-¿En esta casa? ¿Está queriendo decir que aquí hay alguien que le pasa información a ese hombre?

-Exacto, por eso no puede decir que soy quien soy.

-Entiendo, lo siento.

-No se preocupe, no sabía usted nada.

Ella lo miró a los ojos y sintió como el rubor cubría por completos sus mejillas lo que hizo que él se pusiera tenso. Rápidamente se apartó de ella y volvió a la ventana. ¿Por qué sentía esa fuerte atracción hacia esa desquiciada mujer? Había avivado un deseo que había permanecido mucho tiempo dormido. Nunca había sentido algo igual.

Atrápame en tu pasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora