Capítulo 7: Sirena al rescate

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Pero lo que hizo me dejo muy sorprendido al contrario, se arrodilló ante mí y exclamó con firmeza -Larga vida al rey-

Me quedé como un idiota mirándola, ¿qué diablos fue eso?

-y como muestra de mi lealtad- con su tridente rompió los barrotes, caminó hacía mí y me ofreció la mano.

Dudé unos minutos pero esa cosa en mí corazón que me hacía confiar en todos me decía que tomara su mano.

Me ayudó a levantarme, parecía muy feliz como si yo fuese un regalo o algo así.

-¿nos vamos?- pregunto la sirena.

-No me iré sin el enano-

-claro, ahora si me tomas en cuenta- dijo Garian desde su celda.

-¿es de fiar?- preguntó

-si, es mi amigo- le conteste, mi amigo. Era la primera vez que podía decir que alguien era de verdad mi amigo y vaya en que momentos.

La sirena sacó a Garian de su celda, pero faltaba algo quizás no tan importante. -quiero que saque a quien esta en esta en esta celda- le dije a la sirena señalando la celda en la que se encontraba la chica que me había ayudado antes.

- ¿estas seguro?-

-sí-

Rompió los barrotes, no la dejé pasar en vez entre yo en su lugar. Sentí como una corriente recorría todo mi cuerpo al entrar, el aire se volvió algo pesado -que extraño- miré hacia al fondo iluminando con mi llama y ahí estaba.

No tenía alas ni cola, estaba en su forma ordinaria supuse. Llevaba una capucha roja que cubría todo su cuerpo y su rostro.

-Hola- logré decir.

-¿Qué haces aquí? -

-te he liberado-

-no tengo nada que hacer con mi libertidad- expresó, parecía tan dolida ¿cuánto habría sufrido esta pobre chica?

-puedes venir con nosotros- le ofrecí mi mano, me sentía como Mira o como la sirena cuando me ofrecieron sus manos, era un gesto que expresaba confianza y por fin entendía lo que era en este mundo.

Por unos segundos dudo de mi, pero luego levantó su rostro dejando ver unos hermosos ojos verdes brillantes tan grandes como dos avellanas, su tes estaba muy pálida quizás por el frío de la celda, sus cabellos eran de un rojo intenso y tenia esa expresión de ángel tierno acabado de caer del cielo -era hermosa- nunca había visto a alguien como ella.

Pero lo que paso cuando nuestras manos se tocaron fue algo mágico, doloroso pero igual mágico. Una punzada de calor invadió todo mi cuerpo y mi corazón empezó a latir tan rápido que creí que se saldría, no sabia que estaba pasando pero al mirarla me calme -que demonios me pasaba-.

-Dragón- dijo la chica.

-tú- conteste.

La lleve conmigo de la mano fuera de la celda junto con la sirena y Garian quienes al verla se quedaron atónitos.

-Guideon, ¿sabes que es lo que llevas de la mano?- pregunto Garian.

-Pues no, recuerda que no puedo transformarme ni ver la esencia de otras criaturas-

-ella es un mago mi rey- respondió la sirena.

-¿Un mago?-

-sólo existen siete magos en este mundo, nace uno para cada de rey de cada raza importante, uno para los dragones, uno para las hadas, para los elfos, enanos, druidas, sirenas y uno para los ordinarios.- expreso Garian.

-¿y que tiene ella?- pregunté

-el último mago que murió fue el de Valgaria hace cien años, los seis magos restantes siguen con sus respectivas razas... eso significa-

-que ella es la maga de Valgaria- Lo interrumpi.

-exacto- dijo la chica -y tu eres el hijo de Valmus, el dragón de la profecía-

-así es- dijo la sirena -pero me temo que no es tiempo de sentarnos a hablar sobre estas cosas, debo llevar a mi rey a salvo- ¿llevarme? ¿a dónde?

-¿llevarme a donde exactamente?-

-fuera de los calabozos, aquí no es muy seguro que digamos además se supone que te cortarán la cabeza en unas horas- ¡¿Qué!?

-malditas sirenas, supuse que tenían algún plan- dijo Garian enojado hacia la sirena.

-lo siento yo no tengo nada que ver con todo esto- dijo finalmente y emprendimos el camino.

Caminamos por los pasillos del calaboso, este estaba oscuro alumbrado por antorchas pequeñas que subían junto con una escalera.

-tomen- la sirena nos paso unas pequeñas esferzas. -comanlas, están hechizadas y los dejará nadar sin sus problemas respiratorios-

Tomamos las esferas con las cuales pudimos nada a través de un portal acuático muy extraño, no sólo nadar sino que también podíamos hablar entre nosotros. La sirena tomó su verdadera forma dejándonos ver una cola inmensa de color rosa con degradados blancos casi transparente en el agua.

Seguimos a la sirena por los arrecifes de colar, montones de colares nos daban la bienvenida y los peces nadaban entre nosotros saludando a la sirena al verla -normal-.


Exheberus: Un Mundo Sin FínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora