—Mamá, creo que tienes un poco de ese río en ti. Su madre bajó la mirada hacia sus uñas e hizo una mueca. —Sí, riesgos ocupacionales, supongo. —Y entonces cambió de tema— Espero que tengas hambre. Estoy haciendo lasaña para la cena.—Genial —respondió ______ con todo el entusiasmo que pudo, dadas las circunstancias.

Era probablemente la única comida caliente que recibiría en toda la semana, por lo que no se atrevía a quejarse de ella, por temor a que su madre hiciera huelga de forma permanente.

—Oh, que no se te olvide, estás de niñera para el tío Stephen esta noche. —_______ hizo una mueca, pero su madre la detuvo antes de que ella en realidad pudiera argumentar.

—Lo prometiste, ¿recuerdas? Él te preguntó hace más de un mes, y tú le dijiste que lo harías. —Tenía razón, y ________ lo sabía, pero no le evitó que lloriqueara un poco.

—Sí, bueno, hace un mes parecía una buena idea. Ahora, no tanto. Además, es fin de semana. ______ amaba a sus primos pequeños, pero no eran exactamente sus citas ideales para la noche del viernes.

Su madre levantó las cejas. —Oh, ¿y tienes grandes planes, Cenicienta? ¿Gran noche en el baile? ______ se rió del sarcasmo en las palabras de su madre.

—No, pero incluso nada es mejor que cuidar niños. —Suspiró sabiendo que no había forma de salir de esto—. Bien... iré a hacer algo de mi tarea antes de llevar mi cabeza allá. ______ fue a su habitación y se dejó caer sobre la masa de mantas apiladas encima de su cama.

Pensó en estudiar, pero tenía todo el fin de semana, y ahora mismo, con el edredón esparciéndose a su alrededor, decidió cerrar los ojos... sólo un minuto.... Y luego otro. Su respiración se hizo aún... constante... y pronto se deslizó fuera... Fue el olor lo que la sacudió de vuelta a la conciencia. No el olor familiar al mezclar mozzarella con salsa marinara, pero algo acre-fuerte que se sentía como si se estuviera quemando la piel en el interior de su nariz. Ella abrió los ojos y miró a su alrededor. Arrugó la nariz contra ella. El olor parecía estar justo encima de ella, pero no podía imaginar qué podía ser. Dio un respingo, conteniendo la respiración mientras se sentaba, alarmada. — ¿Qué cara...? —Escaneó la habitación sin saber lo que estaba buscando. Pero allí estaba. Justo enfrente de ella. El gato había saltado encima de la cama mientras ella había estado dormitando, el olor venía de él apenas visiblemente, tensándose en olas, como el calor viniendo de la arena del desierto. — ¡Carl! —Acusó al gato gordo al mismo tiempo que lo sacaba de la cama empujándolo hacia la puerta de la habitación. Trató de no inhalar cuando lo apuró escaleras abajo mientras él luchaba contra sus manos intentando contonearse libre antes de que ella pudiera arrojarlo fuera.

Era un baile que habían hecho antes, y como de costumbre, _______ ganó, dando un portazo en la cara del pobre gato.

El olor en realidad no podía ser bloqueado por la barrera de la puerta, pero la distancia creó el alivio suficiente de él, al menos lo suficiente para que _______ fuera capaz de respirar otra vez.

No era culpa del gato, en realidad no. Ésta era la cosa sobre estos inusuales ecos que solo _______ podía sentir, ellos trabajaron de otra manera alrededor también.

El eco, lo que sea que haya pasado a ser esa criatura individual, podría también pegarle al único responsable de la muerte... marcando por siempre al asesino. Carl la había ayudado a entender todo cuando ella era tan solo una pequeña niña. Fue entonces cuando se dio cuenta de la correlación entre los ratones muertos y las aves rotas que él había dejado en su umbral, cada uno con un color distinto, o esencia, o sensación que solo ________ podía distinguir, una sensación de que no había nada que hacer con el animal mismo.

The body finder➳jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora