Prólogo

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*Novela en proceso de corrección, pido de antemano disculpas si hay faltas de ortografía, esto lo hago por pasión a la literatura y escritura, no soy profesional y se encontraran errores. 

De antemano disculpas.*

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Estaba sentado, solo, con la mirada irritada de mi madre fija en mí a través de la ventana de mi habitación, mientras discutía con mi padre que debían hacer conmigo. No se por que exageran tanto este asunto, solo me estaba defendiendo y ya piensan que rondan por mi cabeza pensamientos de maleantes sin piedad. Es normal, digo, a mi edad ser un poco hiperquinético es completamente común. Vamos... solo tengo 17 años y ese idiota me sacó de quicio, tenía que hacer algo, no iba a dejar que me siguiera tratando así delante de toda la clase, y para colmo que su hijito se entrometiera conmigo después recalcando la humillación.

*

Ya llevaba tres días en los que llegaba atrasado a clases y justo en la primera hora, que es la peor. Justo en la clase del Profesor Marshall, quien realmente me odiaba (y viceversa). Es una completa molestia, además de malvado ¡No! Eso es poco decir comparado con lo que es en verdad, me apesta, no soporto sus clases. Para ser un sujeto de apenas unos cuarenta y tantos años creo que su jubilación en esta escuela debería ser ahora, en este preciso momento.

Por primera vez en la semana había llegado a la hora indicada a la escuela, donde pude pasear tranquilamente por los pasillos e ir hasta mi casillero a recoger mis libros, todo esto sin apuro alguno.

- ¡McKinley! ¡Hey, amigo! ¿Que te pasó? Nunca llegas temprano-. No era necesario voltearme para saber quién me estaba hablando, sabia perfectamente de quien se trataba, además que el agarre a mi cabeza seguido de una sacudida a mi cabello con un puño firme me lo confirmó.

- Grant deja de hacer eso, terminaré con un pedazo de calva en mi cabeza, no quiero terminar como el Señor Marshall-. Dije tras golpear suavemente su brazo izquierdo, cosa que me devolvió con una risa de victoria.

- Tranquilo viejo, para terminar como ese bollo hueco tendría que limar tu cabeza con un colador y no soy tan cruel como para dejarte así-. Reí ante el comentario de mi mejor amigo y fiel compañero desde la infancia.

Me impresiona todo lo que cambió. Cuando teníamos apenas once años este chico con suerte media 1.55 metros, su panza sobresalía de su pantalón, y su melena morena le llegaba por debajo de las orejas, tenía un peinado estilo "cabeza de coco". Pero ahora cambió totalmente: Es delgado y musculoso (no en exceso) , su cabello es corto y desordenado, cosa que le da estilo propio y a pesar de que es un poco mas bajo que yo, su estatura cambio a ser de 1.78 metros. Con Grant no nos parecemos mucho, tenemos características físicas parecidas pero somos completamente distintos, ambos tenemos pelo castaño, pero yo lo tengo mas oscuro que él y la parte superior la llevo levantada y algo desordena, pero nada exagerado. Ambos tenemos ojos cafés, pero yo los tengo más claros que él. Soy más alto, mido 1.82 metros, pero él me gana en masa muscular, no por mucho pero lo hace y bueno ya que vivimos en un pueblo justo a las afueras de California, Tropical Hills, ambos tenemos tes bronceada. A pesar de las similitudes que poseemos insisto en que somos muy diferentes físicamente.

- Por favor no lo hagas, sería la peor tortura parecerme a ese viejo cabeza de laberinto de por vida.

- Confía en que jamás lo haré. Mejor nos damos prisa por que ya estamos llegando algo atrasados.

- No bromees, si llego una vez mas tarde me castigará el resto del día, quizás hasta me haga darle la comida en la boca-. Ambos pusimos caras de asco, ninguno de los dos soportaba.

Memorias de un recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora