-¿Por qué no te has ido Haruka?-.

Haruka dirigió sus orbes azules a las verdes de Makoto y después dio un suspiro.

-No tengo a donde ir. No tendría caso volver-.

"Como yo..." pensó Makoto, recordó aquella tarde de pelea con Ryugazaki, Ryugazaki le dijo que si abandonaba la colina no regresara después, pues para ese entonces se habría hecho un malvado que no le importa matar a las personas, Makoto también había alzado la voz y le gritó que entonces no volvería jamás... quizá por eso no iba a ver a Ran y Ren...

En ese instante entró Kisumi agitado completamente, casi chocó con una de las mujeres que atendían el bar, Makoto le miró preocupado y Haruka se mantuvo en su lugar inmutable, Kisumi soltó un suspiro y se recargó en la mesa tratando de recuperar el aliento.

-La guarida-Habló con voz entrecortada- la guarida está siendo atacada, Amakata y los demás han huido incluyendo a Nagisa. Debemos irnos nosotros también, Makoto-.

Makoto abrió los ojos de par en par, pagó el sake, tomó de la mano a Haruka y comenzó a correr, Haruka le siguió no sin antes cruzar miradas con Kisumi, tan solo fue un instante, pero pudo leer su mirada, logró hacerlo, después se enfocó en seguir a Makoto.

-¿A dónde vamos?-. Preguntó Haruka tratando de ir a su ritmo, se odiaba por ser tan lento corriendo.

-Debemos buscar a Nagisa-.

Le respondió, Haruka recordó lo que había escuchado de la voz de Amakata "Hazuki Nagisa es el líder, así que antes de que el muera, sus allegados deben combatir, si este equipo pierde, Hazuki Nagisa no tendrá más opción que suicidarse". Entonces ¿Por qué Kisumi huía?

No pudo seguir pensando en ello, pues Makoto se detuvo en la entrada de un callejón oscuro, miró el filo reluciente de la katana de Makoto brillar, y en seguida escuchó su voz:

-Ocúltate detrás de mí, Haruka-. Le ordenó con voz suave y Haruka obedeció.

Makoto estuvo al tanto, afinando su vista y su oído por unos momentos, al tanto de cualquier ruido o sombra en la oscuridad, Haruka dio un saltito detrás suyo al sentir como un líquido mojaba sus havainas, Makoto le miró y después al suelo, desenfundó su espada y se colocó en guardia una vez más. Un cuerpo cayó al suelo y después una suave voz habló:

-Mako-chan-.

Makoto miró a un rubio emerger de la oscuridad, después miró su hakama manchada de sangre, el rubio guardó su espada y le sonrió como si nada.

-Es peligroso que estén aquí, deben irse, ambos, el ejército Tokugawa avanza desde Tokio, no tardarán más de 3 horas en llegar, por ello debes llevarte a Haru-chan lejos de aquí-soltó una suave risita al ver la cara de Haruka cuando le llamó así-debes irte, usa el sendero hacia el Kyōto Gosho, después, sigan sin detenerse, justo donde el Sol toca el cielo, lleguen a la playa, si siguen aún más allá encontraran un pueblo, es pequeño y casi desconocido a las orillas de la playa, su nombre es Iwatobi. Quédense ahí un tiempo, Kisumi y yo desapareceremos, tan solo por un tiempo, pero estaré al tanto de mandarte noticias, cuando todo se calme un poco y nos hayamos establecido en Osaka, te avisaré, por ahora, más vale estar distantes-sonrió y tocó el hombro de Makoto-Buena suerte, Mako-chan-.

Makoto asintió y se echó a correr, Haruka lo imitó pero un brazo lo detuvo, se topó con la mirada rosa de Nagisa, este le sonrió con dulzura y murmuró un "cuídalo, Haru-chan". Haruka asintió y Nagisa le soltó mirándolo correr, dio un suspiro y sonrió mirando al cielo.

Cuando llegaron a la guarida, Amakata los esperaba en la entrada, acomodó las mangas de su kimono y le entregó las cosas necesarias para el viaje, Makoto agradeció con una ligera reverencia y se echó a correr, Haruka le siguió escuchando decir a Amakata "Las flores más bonitas crecen en medio de la adversidad, ¿verdad, Nanase-kun?-.

Miraron en las penumbras la llegada del ejército Tokugawa, caballos imperiales, samuráis, aquella noche llovería sangre, Makoto tomó de la mano a Haruka y lo obligó a ir más rápido en medio de las sombras, y a pesar de que el camino fue largo, llegaron al cabo de tres días y dos noches.

II

No importaba cuantas veces tratara de conseguir más que monosílabos por parte de Haruka, este no le hablaba en lo absoluto y, si lo hacía, era de manera superficial, dio un suspiro limpiando el sudor de su frente, era su tercer día en Iwatobi junto al misterio llamado Nanase Haruka, ambos pensaron como debían llevar sus vidas ahora que estaban ahí, así que Makoto optó por ser pescador, pues, Iwatobi era un pueblo pesquero.

Miró hacia la puerta suponiendo que Haruka estaba en la bañera de madera; casi todo el tiempo estaba dentro de ella, y por más que tratará de sacarlo, este lo ignoraba. Tocó a la puerta un par de veces y tomó un poco de aire antes de decir:

-Haruka, por favor, sal de ahí. Debemos ir a comprar comida, lo que compramos hace dos días se ha acabado-.

En seguida se escuchó el sonido del agua caer al suelo y momentos después un Haruka en bata blanca y una toalla en la cabeza salió de ahí mirando al castaño delante de él con la misma cara inexpresiva y murmuró un "Está bien".

Makoto le siguió hasta la habitación y se sentó en el tatami recargándose en la pared, Haruka se sentó más allá, cerca de la ventana, comenzó a quitarse la bata blanca, Makoto le miró de reojo y un sonrojo llegó a sus mejillas, la piel de Haruka era blanca y con la luz del sol que se filtraba por la ventana parecía brillante y enceguecedora, además de esa textura que a simple vista parecía tan suave... Se preguntó si alguien más ya había tocado la piel de Haruka Nanase, apretó los ojos y negó un par de veces al pensar en lo hermoso que se vería con una mordida en el cuello, no debía pensar de esa forma en la anatomía de aquel chico misterioso. Volvió su vista a la nuca del de cabellos ébano, topándose con más blanca piel, la cual fue cubierta por el cuello de la yukata color blanco con azul que se había colocado, después giró su rostro un poco para encarar a Makoto el cual desvió la mirada avergonzado por aquellos pensamientos.

-Estoy listo-. Musitó.

Makoto asintió y sin mirarlo salió de ahí, Haruka se levantó despacio y mordió su labio, soltó un suspiro de resignación y guardó aquella navaja de funda roja en el escote de su yukata y salió de la recamara para ir a donde Makoto.

Ambos caminaron un rato hasta llegar al mercado, había tantos puestos y colores que era difícil distinguir la mercancía, entonces Haruka se detuvo en un puesto, Makoto se acercó y le sonrió con dulzura.

-¿Quieres cocinar pescado hoy?-.

-Caballa-. Le respondió Haruka sin apartar la vista de aquella pieza, Makoto soltó una risita y asintió pidiendo la pieza de pescado y pagándola casi en seguida.

-Iré por algunas cosas para mañana iniciar con el trabajo de pescador, volveré antes del anochecer-.

Makoto salió de la casa y Haruka asintió, sacó la caballa de aquel envoltorio de papel en la que se la habían dado y recordó algo de su infancia, el rostro de Rin cuando eran pequeños y su voz suave e infantil llegaron a su memoria "¿Otra vez caballa, Haru?", recordó que se llevó la comida a la boca y dijo "Bueno, no te estoy pidiendo que la comas", recordó aquella risita y gran sonrisa de su pelirrojo "No importa, Haru. Cuando seamos grandes y nos casemos no me importará comer caballa todos los días".

Sus ojos se nublaron apenas recordó eso, entreabrió los labios un poco y una salada lagrima cayó en el pescado y un murmuro muerto salió de sus labios "Rin".

"Prometo volver, Haru. Traeré lirios japoneses para plantarlos en el jardín", recordó la sonrisa confiada de aquel pelirrojo, aquella promesa, aquella ilusión tan muerta; un sollozo aún más fuerte escapó de sus labios y se llevó una de sus manos a los labios, poco a poco fue cayendo de rodillas sosteniéndose de la mesa, y sin poder evitar un doloroso llanto se escuchó por toda la casa, las lágrimas bajaban a montones, mordió su labio hasta hacerlo sangrar, llevó una de sus manos hasta su pecho y apretó el puño, después cerró los ojos y se abrazó a si mismo murmurando... "Te odio, Tachibana Makoto".

Lirio JaponésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora