Anastasia se inclina para recoger sus cosas tras cruzar unas palabras con otro de los niñatos de su grupo, que me observa con una mezcla de temor y desaprobación.
- Kate está bailando -se acerca hacia mí alzando la voz por encima de la música.
Christian, paciencia. Más paciencia. Ya no me queda mucha, la verdad. Si vamos a seguir aquí un rato más, habrá que hacer algo con Anastasia. Se encuentra en un estado lamentable. La llevo a la barra de la mano y la obligo a beberse un gran vaso de agua.
¿Qué estás haciendo conmigo, Anastasia? No me reconozco. Estoy siguiéndote el juego, esforzándome por hacer las cosas a tu manera. No será hoy, pero sé que al final tendré mi recompensa.
La tomo de la mano una vez más, como si fuera una niña pequeña. Y lo es... necesita de mi protección. Me necesita a mí. Y ya que estamos aquí, creo que voy a disfrutar un poco. Nena, vas a bailar conmigo. Sonrío entre las luces de colores. Ella no quiere bailar, pero a mí no me importa.
La arrastro hacia la pista entre mis brazos, notando cómo sigue la cadencia de mis movimientos; su cuerpo responde al mío, o más bien lo obedece. Vaya, me estoy empezando a divertir. Y a excitar.Cruzamos la pista así, agarrados el uno al otro. Sí, Anastasia, sí, déjate llevar. Yo te sostengo. La aprieto contra mí, aún más fuerte. De pronto diviso a Elliot, que parece que se está divirtiendo con esa Kate. Dirijo nuestro baile hacia él, que deja que la rubia se frote contra su cuerpo en una suerte de danza hipnótica.
- Veo que no pierdes el tiempo, Elliot, querías admirar las bellezas de Portland y lo has conseguido.
- Desde aquí tengo las mejores vistas -ríe encantado de su propia ocurrencia señalando con la cabeza las caderas de Kate, que dibujan espirales al compás de la música. Tira de ella hasta que se acurruca zalamera entre sus brazos. No me gusta.
- ¿Es esta tu amiga misteriosa? Hola guapa, me llamo Elliot -le tiende la mano a Anastasia, que suelta mi mano para estrechársela.
- Anastasia, encantada –suficiente charla. Recupero su mano, y tiro de ella.
- Nosotros nos vamos Elliot, me imagino que tú te quedas.
- Dios sabe que sí, hermanito –arrastra a Kate hacia la barra y lanzándome un guiño cómplice, desaparece entre la multitud.
Ella es una más, una cualquiera rendida ante los encantos de mi hermano. Puedo notar el deseo en cada poro de su piel. No me sorprende, Elliot siempre ha tenido mucho éxito con el sexo opuesto, pero esto es demasiado. Sólo tiene ojos para él. No le importa su amiga, ni yo, ni lo que ha ocurrido. Me asquea. Pero se ha terminado, por fin, y me apresuro a sacar de allí a Anastasia.
De repente, antes de alcanzar la puerta, siento cómo se desploma entre mis brazos. ¡Mierda! Recorro a toda prisa la distancia que me separa del coche e introduzco a Anastasia con sumo cuidado en el asiento del copiloto. Le abrocho el cinturón y conduzco en dirección al Heathman. Está claro que no puedo dejarla sola, y menos con esa zorra que tiene por compañera de piso.
Es tarde, y no quiero despertar al personal. Este es un asunto privado y yo me ocuparé de todo. El portero de noche me abre la puerta mientras avanzo con una Anastasia todavía inconsciente en mis brazos. Impertérrito, se toca la gorra haciendo un ademán a modo de saludo, y nos franquea el paso. Anoto una propina mental.
Ya en mi suite, la tiendo en mi cama, la descalzo y le quito también esos horribles vaqueros que tanto le gustan y que, por lo que veo, ocultan unas piernas esculturales y bien torneadas. Las recorro tiernamente con la yema de mis dedos, pero sin un ápice de deseo. Ahora no. En este momento Anastasia sólo me inspira ternura; su indefensión y desamparo hacen que me sienta fuerte. De momento quiero que descanse, y ya habrá tiempo mañana para las reprimendas.
La tapo con el edredón, apago las luces y me siento en una butaca a vigilar su sueño. Es tan hermosa.Anastasia, prácticamente eres mía, aunque no seas consciente de ello. Lo deseas, lo sé, pero... ¿Aceptarás mis condiciones? ¿Firmarás el contrato?Por mucho que me duela, es una condición sine qua non, imprescindible para que pueda existir un nosotros.
Con la calma de saber que esta vez he salvado a la chica indefensa dejo que el sueño me venza. Esta vez sí, mami. Despierto en la misma posición, con todo el cuerpo entumecido. Intuyo que ha pasado casi toda la noche y una incipiente claridad, preludio del amanecer, se filtra entre los pliegues de las gruesas cortinas haciendo visibles los contornos de los muebles. Anastasia duerme plácida, respira profundamente presa del sueño pesado del alcohol. Coloco un par de analgésicos sobre su mesilla y observo sus pantalones doblados al pie de la cama. Debería tirarlos a la basura, pero creo que haré que los laven. Pero no saldrá del hotel con ellos puestos, Taylor se encargará de conseguirle algo de ropa nueva. Hoy empieza tu nueva vida, querida Ana. Una vida manejada a mi antojo. También ordenaré que le traigan un zumo de naranja, estoy seguro de que no se alimenta como es debido, y la vitamina C es lo mejor para la resaca.
Con un gesto muy sutil le retiro un mechón de pelo de la frente y susurro cuatro palabras:
-Descansa, mi pequeña Ana -creo que iré un rato al gimnasio.
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BAJO LA PIEL DE GREY
RandomAl parecer alguien logro entrar a mi cuenta y me ha borrado la historia al igual que algunas que cree y las tenía en privado para mi, no podré subirla en un tiempo ya que no funciona ni mi laptop ni mi computadora y gracias a todas las que me han ap...
Capitulo 2.5
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