—Aunque tú no lo creas siempre fuiste una hermosa chica, con todo y lo que no eras de los "populares" tenias chicos que daban mucho por tenerte—se sonrojó y bese su nariz—, había un chico en mi salón que te quería llevar a la cama, creo que ni porque pasen treinta años se me olvidaría lo que decía—ella frunció el ceño—, dijo que a la primera que te susurrara algo bonito al oído caerías, recuerdo haberle jodido el auto con un bate de béisbol. A los días de eso conocí a tu hermano y le hable de todo aquel que te perseguía y molestaba.
—Ya entiendo—dijo sonriendo—, recuerdo que un día llegue a la escuela y nadie se me acercaba y no me molestaron más—asentí.
—Pero hablaban mucho a tus espaldas, el rubio que se quería pasar contigo, si algún día lo veo en la calle juro que lo volvería a golpear. Si los profesores y porteros no me lo hubieran quitado lo mataba —ella sonrió.
—Nunca pensé que tú me prestaras atención, joder recuerdo que mis cuadernos tenían escrito tu nombre mil veces en las páginas de atrás.
—No te di razones para que lo pensaras, para mí tú nunca fuiste como las chicas que me besaba en el almuerzo o las que me tiraba en el baño. Tus amigas nunca me interesaron como murmuraban en los pasillos, en realidad ni siquiera me parecían atractivas, pero ellas me hablaban en cambio tú no—le explique.
Luego de almorzar nos fuimos a una cabaña en la que nos hospedaríamos unos días. Al entrar enrollo sus brazos a mi cuello y escondió su cabeza en mi cuello.—Extrañaba esto estar solos los dos—asentí—, de que me abrazaras y besaras. Pensé que ya no había vuelta a atrás.
—Si hubiera terminado de firmar ese divorcio ¿a donde te ibas a ir?
—Me iba a Argentina, después tal vez a París —me explico con una sonrisa ladina—, ya con la hora que es perdí el vuelo, pero no me arrepiento—sonreí.
—Prometo que trataré de ser más flexible con el tema del bebé—acaricie su mejilla—, sé que aún te duele—una lagrima rebelde salió de su mejilla la cual limpie con mi pulgar mientras le sonreía—, pero debes aprender a vivir con eso.
Un sollozo salió de su boca y sus brazos se aferraron más a mi, acaricie su cabello y espalda intentando aliviarla pero sabía que debía sacar todo eso que llevaba dentro para poder seguir adelante.
—Duele demasiado—me dijo en un sollozo silencioso—, lo amé desde el primer momento que supe que lo tenía en mi vientre—la comprendía tanto, que también sentí ganas de llorar pero no lo hice—. Odio tanto a esa maldita familia, los odio y deseo que todos se pudran en el maldito infierno.
—No te llenes de eso, mi amor. No lo valen, padre e hijo están dos metros bajo tierra. Como desearía haber asesinado a Emiliano de forma diferente pero si lo hacía no estaría contigo ahora—la apreté fuerte contra mi, como si con eso me pasaría su dolor a mi.
—¿Qué hice tan malo para tener que sufrir tanto Alesandro?—preguntó alzando un poco la mirada—, yo no le he desgraciado la vida a nadie como merecerme todo esto.
Se quitó las lágrimas y me soltó de a poco, recogió su cabello en un moño desordenado y sonrió, sabía que no era una sonrisa totalmente sincera pero se la regrese solo para darle tranquilidad.
—Debo ser fuerte—suspiro asintiendo—, eso haré.
—En algún momento tendremos un hijo, solo ten paciencia amor. Tenme paciencia—le supliqué.
—Tranquilo, prometo esperar—bote el aire que estaba conteniendo.
Duré un rato con ella recostada en mi pecho sin decir nada. Me subí a horcajadas sobre ella sin apoyarme en su cuerpo y le empecé a hacer cosquillas para sacarle unas cuantas risas.
—Dime que me amas mucho, mucho y te suelto—negaba sin dejar de reír, era demasiado cosquillosa y me aproveché de eso.
Su risa era tan bonita intentaba pelear conmigo pero no podía. Retire mis manos de su cuerpo sin quitarme de encima de ella.
—Para, para Ale—al escuchar "Ale" fruncí el ceño pero le seguí haciendo cosquillas—, ¡está bien, está bien. Te amo demasiado, pero para!—di un beso en su frente y volví a mi posición anterior.
—¿Ale? ¿Desde cuando me llamas "Ale"?—le pregunté después de que se calmara su respiración agitada.
—Pues es un diminutivo, ¿no te gusta?—negué.
—Si me gusta, esta lindo pero nadie me llama así—ella sonrió orgullosa.
—Bueno, solo yo te diré así, de ahora en adelante—colocó las manos en la cinturilla de mis bermudas—, ¿me harías el amor?
—¿No te haré daño? —ella negó.
—A pasado mucho tiempo, el reposo mínimo es de dos días—me suspendí sobre ella y le di un beso en el cuello haciendo que su piel se erizara y pasó mis manos por mi cabello desordenándolo.
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Amor Eterno ©
Action¿Eres capaz de todo por amor? Saga "Amore Tossico": Segundo libro #2 En edición...
Capítulo 17
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