—¡Maldita escoria, deja de pensar en obscenidades y en esas enfermizas fantasías! ¡Un maldito pervertido como tú no debe tener derecho a reproducirse nunca en esta vida!

Lo peor es que se encontraba golpeando sin piedad la hombría del degenerado policía. Tampoco es como si Sōgo pudiera escapar; no después de que el Syx metiera en su hocico la mitad de su humanidad.

—El padre de esos niños es Abuto...—Nana fue la segunda persona en crear nuevamente un estado de pasmo colectivo.

—¡¿Qué...?! —gritaron.

—Bueno, en cierto modo nos sorprendió a todos...—expresaba Raiko para quienes se habían convertido en una versión barata de Am Anfang de Eckert Heiko—. Creíamos que esos niños correrían peligro con una madre como Moka, pero gracias a Abuto no serán malas semillas para la sociedad. Hasta pensábamos en quitárselos cuando nacieron.

—¡Shinya, Rui! —Kyōhei se dirigió hacia ese par tras haber acariciado lo suficiente a su peludo amigo—. Vayamos a jugar al jardín. Midamos fuerzas como la vez anterior.

—No suena mala idea, Kyō. Después de todo seguimos empatados. —El chico de revuelta cabellera y flequillo lateral le sonreía con la misma intensidad que el pelirrojo; ambos parecían haber sido cortados con las tijeras de la competitividad—. Te ganaré de una buena vez por todas.

Descendió de un salto y se dirigió hacia su amigo. Intercambiaron un apretón de manos acompañado de toda una faramalla de saludo que solamente a unos niños de su edad podría ocurrírseles.

—¿Y no hay problema con tu hermana? —cuestionó tras mirar a la callada infante de coletas cruzadas.

—Déjala, no le pasará nada. Ya es autosuficiente a su edad —dijo Shinya sin preocupación alguna.

—¡¿Cómo que es autosuficiente?! ¡Simplemente eres un mocoso que apuradamente llega a los siete años de edad, así que no hables como si fueras un adulto más! ¡¿Y cómo es que conoces una palabra tan sofisticada para tu edad? —Los sermones de Shinpachi estaban para todos y para cualquier edad; no había límites para su moralidad absurda.

—¿Siempre es así de escandaloso tu amante? —El mellizo pasó del chico de gafas a Nana—. Deberías educarlo mejor para que deje de comportarse como una nenita de siete años y actúe como un verdadero hombre. En verdad que no entiendo tus gustos, Nana... Pudiste haberte ligado a alguno de los subordinados de Raiko-san o Kamui-san.

—¡No cabe ni la más jodida duda de que es su hijo! ¡Es su maldito y torcido retrato hecho hombre! —recriminaban Sakata y Shinpachi simultáneamente, señalando al pequeño demonio que había llegado a su hogar montado en una bestia apocalíptica—. ¡Será un peligro para el mundo y para las mujeres! ¡Un maldito gigoló en potencia!

—Gintoki, no deberías expresarte tan mal de un niño. Es joven y todavía no sabe sobre lo que es bueno y malo en esta vida. —Tsukuyo reprobó la conducta del samurái—. Todavía tiene un largo camino por adelante.

—Oh, usted debe ser Tsukuyo-sama. Es un placer al fin conocerla después de todas las cosas que mi madre me ha mencionado sobre usted. —Shinya se dirigió a ella, hablándole con la formalidad correspondiente—. Es mucho más bonita de lo que mencionó que era. —Le sonrió con la candidez propia de un niño—. Debe ser difícil tener a un marido como él y espero que su paciencia sea bien recompensada.

—Eres bastante atento para ser tan joven... Si al menos «otros» aprendieran de ti este mundo sería un mejor lugar. —Reproches, reproches para todos.

—Ninguna de ustedes tiene la culpa de estar rodeada de samuráis incivilizados que únicamente piensan en sí mismos y nada más. Que además de inútiles e incompetentes son medio retrasados... Mujeres como ustedes merecen mejores prospectos.

~Shiny Days~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora