-¿Por qué no me llamaste? -preguntó-. Ni siquiera he podido desearte un feliz cumpleaños, ¿y piensas que vas a huir así de mí?

-Creí que te estabas divirtiendo mucho y no quise interrumpirlos -explicó, intentando ocultar su sonrisa. Su amigo soltó un bufido, para disimular, aunque sus mejillas algo rojas lo delataban-. No intentes engañarme, Julián.

-No sé de qué estás hablando -aseguró, cogiendo su mano, y la miró con la más amplia de sus sonrisas-. Te tengo un regalo, ¿sabes? El mejor que te he podido encontrar, te lo aseguro.

-¿Qué es? -quiso saber. Él le hizo una seña para que guardase silencio.

-Vamos a tu cuarto -pidió, tirando de su mano para guiarla entre la gente como si fuese su casa y no la de ella.

-¿Julián? -lo llamaba mientras se abrían paso entre los invitados.

Él le dio un empujón a la puerta y ésta cedió al instante, le indicó que entrara y cerró la puerta tras ellos.

La habitación de Meena era pequeña, de paredes cubiertas por papel tapiz verde con dibujos florales y suelo de madera que no se divisaba bajo la alfombra roja. Tenía una ventana con una cortina blanca, una cama pequeña de cobijas con dibujos, un armario de madera tallada y un escritorio.

Julián le pidió que se sentara en la cama y ella lo hizo. Desde ahí, podía ver los cuadros en la pared, donde estaban las fotografías de Meena y sus amigas del instituto Crisané en su último año de bachillerato, de Julián abrazándola cuando sólo eran unos niños, entre tantas otras donde Julián y Chase la acompañaban. Era todo un collage de fotografías.

-¿Por qué tanto misterio? -curiosea al verlo moverse por la habitación.

-El regalo que te daré es un poco más especial de lo que crees -comentó, algo nervioso.

-¿No lo son siempre?

Julián la miró sonriendo y asintió, antes de sacar del interior de su chaqueta una pequeña caja de madera blanca.

-Sólo prométeme que lo usarás para algo que pueda asegurar tu felicidad -le dijo y dejó un beso en su frente-. Voy a regresar a la fiesta, ¿está bien?

Meena dejó la cajita sobre la colcha y asintió, sonriente.

-Elías debe estar cansado de esperarte -se burló, caminando tras él hacía la puerta. Julián se detuvo en seco.

-Meena...no sé d...

-Tranquilo -lo interrumpió. Pasó junto a él y abrió la puerta, riendo-, son una linda pareja.

-Él también es un ayudante -confesó cuando ella estaba por irse a buscar a Chase. Aquello paralizó a Meena-, así que eso es imposible -añadió, antes de pasar junto a ella y perderse entre los invitados.

Meena había comenzando a sentirse mal por su amigo cuando uno de los muchachos que participaba en una competencia de quién bebía más le indicó que Chase seguía en el pasillo que llevaba a la cocina. Aquello le extrañó, y la sensación de malestar que había iniciado por Julián se transformó en una mayor.

Divisó a Chase con su espalda recostada contra la pared, sus manos sujetando con firmeza los glúteos de Kaila y su boca devorando la de ella.

Por un momento, permaneció inmóvil viendo la escena. Él parecía perdido en otro mundo mientras las piernas de Kaila le rodeaban la cintura y sus dedos jugaban con mechones de su cabello.

Hasta ese momento, Meena nunca había sentido algo así. Conocía las risas tontas que se le escapaban cuando él estaba cerca, los suspiros que soltaba pensando en la próxima vez que lo vería, incluso sabía lo que era sentir celos del tipo de chicas que eran como Kaila.

Pero aquello...no, aquello era algo diferente. Era como si en todo ese tiempo su confusa relación con Chase hubiese estado pendiendo de un hilo, y de pronto lo hubiesen cortado, dejándola caer en un abismo sin retorno.

Tal vez esa era la mayor sensación de perdida, de traición.

Para cuando se dio cuenta, ellos se habían separado. Kaila sonreía con suficiencia y Chase observaba con preocupación las mejillas humedecidas de Meena.

Dio un paso lento hacía atrás, luego otro y otro, hasta que se giró y se alejó corriendo.

Llegó a su habitación, cerró la puerta de golpe y se dejó caer sobre la cama, cuidando no sentarse sobre su obsequio.

Las lágrimas se deslizaban con total libertad por sus mejillas mientras retiraba la tapa de la caja. Contempló fascinada el pequeño brillo que había dentro y supo qué era al instante, no era la primera vez que Julián le daba una de esas.

Una estrella fugaz.

Siempre tú [CNO#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora