Capítulo 1

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Un leve rayo de luz se cuela por mi ventana y me acaricia una mejilla suavemente. Hace horas que estoy despierta pero no quiero levantarme de la cama. Tengo miedo, por primera vez en años, tengo miedo. La habitación blanca, los muebles blancos, la cama blanca...,todo me produce escalofríos. Antes el blanco me relajaba, ahora, desde hace unos días, tengo miedo a perderlo. No me gustan los cambios, no me gusta el desorden ni el ruido, prefiero la calma y el silencio, la tranquilidad de la rutina, pero ahora todo puede cambiar. Poco a poco me levanto de la cama. El suelo está frío y mis pequeños pies se encogen al palparlo. Voy sobre sus puntas hacia la ducha, pero me vuelve a llegar ese frío otra vez ante de entrar. Mi cuerpo se estremece delante de este pequeño baño blanco, se que también voy a perderlo. Antes de meterme bajo el chorro de agua ardiente miro el reloj,aún es temprano. El agua me limpia todos los rincones de mi cuerpo, y por alguna razón no solo me limpia exteriormente, me relaja interiormente y me limpia todos mis errores. No es que haya cometido muchos, siempre he sido buena, pero aún sigo pagando por los errores que mis padres, egoístas y mezquinos, cometieron. Cuando la guerra acabó, a todos los humanos nos encerraron en estos centros de proteción, centros divididos por color de piel, cabello y ojos, y que bajo ningún concepto podemos abandonar. El centro en el que yo estoy se llama Redhigh, y todos somos pelirrojos, de piel clara y ojos verdes, todos excepto yo. Mi madre tenia los ojos castaños, y algo de eso se quedó en mi. Cuando pillaron a mi madre comprando lentillas para esconder sus ojos se la llevaron y la ejecutaron, y mi padre, desolado por haber perdido al amor de su vida, se suicidó. Cuando fueron a cogerme a mi se percataron de la herencia que mis padres habían dejado en mi, el ojo derecho castaño como el de mi madre y el izquierdo verde como el de mi padre. Pase con tan solo dos años a estar bajo la tutela del centro que me asignó una família de acogida, pero solo me aguantaron con ellos unos meses, ninguna família quería tenerme, no podían soportar las malas miradas de las otras personas del centro, porque todos sabían lo que mis padres habían echo, y eso se reflejaba en mis ojos. Durante diez años de mi vida viví sola, con una tutora que me traía la comida, me ayudaba a estudiar... Cuando cumplí los 12 años ella murió por una enfermedad, pero no me dejaron ir a su funeral. Ese día me sentí mal y lloré delante las puertas del tanatorio durante horas. Desde ese día vivo sola. El centro considero que podía cuidar de mi misma, nunca había incumplido las normas, sacaba notas excelentes y era una interna ejemplar, y ahora, cuatro años mas tarde sigo siendo la niña ejemplar y buena que era, como debe ser. Cuando vuelvo a la realidad todo sigue en su sitio, nada ha cambiado, de momento. Salgo de la ducha y me miro al espejo. Primero contemplo las gotas de agua caer por mi espalda, como parecen destellos y como se quedan en las puntas de mis cabellos a punto de tirarse al vacío. Luego contemplo mi cuerpo, es bonito, bien proporcionado, y mi cabello brilla perfecto hasta media espalda. Voy subiendo la mirada, me miro la cara y me gusta lo que veo, pero cuando me miro fijamente a los ojos me entra una fascinación absoluta que rápidamente convierto en repulsión. Me recuerdan a esos dos a los que llamo padres, esos dos que incumplieron las normas por amor, que creían que podían fallarle al sistema porque eran especiales...eran unos egoístas. Todo el mundo debe juntarse con los de sus mismos colores, así no habrán guerras entre diferentes o intentos de genocidios. Yo nací dentro del centro, pero mis padres no, supongo que por eso no supieron comportarse como es debido. No intento justificarles, fueron unos hipócritas que no creían en el progreso de la humanidad. Hoy es el día, mi último día como interna, dejare de llamarme S98 para ser una ciudadana completa del centro, pero sigo teniendo miedo, miedo a lo que se avecina en mi vida. Me visto rápidamente con un pantalón largo i una camiseta de manga corta con el escudo del centro. Es un escudo redondo y rojo con el nombre del centro en verde y el dibujo de una mariposa en blanco. Todos los centros tienen su escudo con los colores de su centro y un animal bordado en blanco o negro, y toda la ropa que se vende en los centros lleva su escudo en la parte interior, donde esta la etiqueta. Los escolares llevamos siempre la misma camiseta blanca con el escudo, en verano de manga corta y en invierno de manga larga, pero los pantalones siempre deben ser largos, almenos para asistir a clase. Hasta los 16 años, los internos no podemos comprar ropa, ni escoger un nombre propio, para eso debemos dar nuestro carnet de identidad, y si ven que aún somos escolares, no nos venden nada. Aquí no hay cumpleaños, todos cumplimos el mismo día, el día de la graduación, es decir, mañana. Cuando pienso en que mañana tendré que escoger un nombre que no podre cambiar, que tendré que decidir quien ser en solo unos segundos, mi cuerpo entra en pánico, empiezo a agobiarme y me colapso.
Cuando me quiero dar cuenta estoy delante de mi aula. Soy la primera en llegar, como siempre, me siento en primera fila delante de la mesa del maestro y veo como llega todo el mundo haciendo ruido y pasando de mi, como si no existiera. Nunca me hacen caso, soy la chica de los ojos raros. Cuando el maestro, el Señor Murray , llega al aula, todo el mundo se sienta en su pupitre y se forma un silencio sepulcral.

LimerenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora