39. Algo más que eso.

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— Haces muchas preguntas, pequeña. — rió, cambiando de tema, y noté cómo el cielo empezaba a tornarse de un color rosado.

Eran casi las siete de la tarde, y llevábamos casi media hora en el coche, pero si era uno de los últimos momentos que iba a compartir con él, me daba igual.

— Hemos llegado. — anunció, cuando llegamos al final del bosque, donde había un río que creí ya haber visto antes.

Ambos bajamos del coche, caminamos en dirección al río, y nos sentamos a la orilla de éste.

Después de unos minutos sin decir nada, Chris levantó la mirada y sonrió.

— ¿Te acuerdas de este sitio? — preguntó, y traté de hacer memoria. — No me digas que no te acuerdas. — rió, a lo que hice lo mismo.

— Sí me acuerdo, es cuando empezábamos a ser amigos. Tú te metiste en el río y hiciste que me metiera también.

— Y luego mi madre te hizo comer esos macarrones... — murmuró, como si se arrepintiera de ello.

— ¿Por qué hablas de ello como si hubieran pasado años desde eso? Apenas ha sido un mes. — le golpeé de broma en el hombro y rió.

Pasaron por lo menos veinte minutos hasta que alguno de los dos volvió a decir algo.

— Es por eso que quería traerte aquí. Me graduaré en pocos días, y no sé cuánto tiempo más voy a poder estar aquí, así que...

— ¿Cómo? — le interrumpí, confundida. ¿A qué se refiere con que no podrá estar mucho más tiempo aquí?

— Olvídalo, no es nada. — puso un brazo detrás de mis hombros, acercándome más a él.

— Chris. — mascullé, llamando su atención, y se giró a mirarme. — ¿Por qué dijiste antes que nunca significarías la mitad de lo que Aaron significó para mí?

— Porque sé que es la verdad. Aaron fue tu primera vez de muchas cosas, y el primer amor es algo que nunca se olvida ¿verdad? Es algo que sé desde el principio, y siempre he aceptado.

— Pero si al principio nos odiábamos, ¿a qué te refieres? — ahora estaba más confundida aún.

— Te equivocas, sólo tú me odiabas. — recordó. — De acuerdo, no me quedará otra opción que contártelo. — se levantó e hice lo mismo.

Empezamos a caminar por la orilla del río y Chris se mordió el labio inferior.

— En primer lugar, hay una razón por la que te hablé en las pruebas del equipo de fútbol.

— ¿Qué? — fruncí el ceño, y me giré a mirarle.

— Hace unos cuatro o cinco años, llegaste a este instituto. Por lo que recuerdo, ya era amigo de tu hermano. Cuando llegaste, él te señaló y te vi entrar en el comedor, riéndote acompañada de una chica pelirroja. Al principio, quise hablarte, pero era demasiado cobarde y tímido para hacerlo. Tú me hablaste primero, ¿recuerdas? Después de eso, hablamos unas pocas veces más, hasta que conociste a Aaron. Y luego, te volviste muy fría y distante, lo cual lo hizo todavía más imposible. Así que, pensé que la única manera de acercarme a ti era siendo tu enemigo.

Intenté encajar todas las piezas sueltas. Era verdad, Chris es amigo de mi hermano desde hace un tiempo, pero fue raro que, un día cualquiera, de repente me hablara y me dijera eso.

Ahora todo tenía sentido.

Demonios, ¿cómo no me dí cuenta antes?

— Al fin y al cabo, supongo que sí me merezco el título de idiota. — sonrió cálidamente y entreabrí mis labios, tratando de decir algo.

— P-pero, tú... y Madison, vosotros... — tartamudeé, y fue lo único que conseguí decir.

— Salí con Madison porque quería darle una oportunidad, creí habértelo dicho el mismo día que vinimos aquí. Es decir, me gustaba, pero seguía sintiendo algo por ti. Pensé que te olvidaría con el tiempo, pero no fue así. Conseguí ocultar mis sentimientos, pero jamás eliminarlos. — rió levemente y me llevé ambas manos a la cara.

— ¿Cómo no me dí cuenta antes? — solté lo que había pensado antes, y se paró en frente de mí.

— Fue mi culpa por no haberte hablado antes, así que sólo olvídalo, ¿de acuerdo? — después de unos segundos, asentí, y unió nuestros labios en un corto beso. — Es tarde, así que es mejor que nos vayamos ya. — añadió, y volví a asentir, todavía no muy segura de lo que estaba pasando.

Caminamos en dirección al coche, me senté de nuevo en el asiento del copiloto, y no pude evitar sentirme nerviosa.

¿Chris ha estado enamorado de mí todo este tiempo?

Ya ni siquiera sé qué está pasando, ¿es esto algún tipo de película de Disney?

Observé el paisaje que se mostraba por mi ventana y sentí una mano posarse sobre la mía, sintiendo un escalofrío.

— Te quiero, Annie. — susurró, sin dejar de mirar la carretera, y sentí que mi corazón dejó de latir por un momento.

Era la primera vez que me decía eso, y no supe muy bien cómo reaccionar.

Tras unos segundos, entrelacé mis dedos con los suyos y sonreí.

— Yo también te quiero, Chris. — noté cómo él sonrió también y dejé caer mi cabeza sobre su hombro.

Y es que Chris estaba equivocado en todos los sentidos posibles; porque él significaba lo que Aaron nunca significó para mí.

Yo, Annie Smith, no soy del tipo de personas que se enamoran pero, aún así, lo hice.

No soy tu princesa.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora