- ¿Qué? ¿Si yo no voy al Consejo, el Consejo viene a mí? - pregunté con ironía.

- Quería saber cómo te encontrabas - me dijo él suavemente.

- Pues ya me ves, más de lo que deberías además, perfectamente sana. Los sanadores han vuelto a hacer un buen trabajo.

Giré sobre misma y al volver al frente me topé con el pecho de Arco, nos rodeó con sus alas y me besó tiernamente. Ah! que sensación tan maravillosa, si por mi fuese estaría allí para siempre, no había lugar en el mundo como estar en sus brazos. Levanté los míos rodeándole el cuello y le devolví el beso con placer. Y de repente lo recordé, se iba a casar con la rubia boba. Le empujé con mis manos rompiendo el momento.

- ¿Qué haces? - me dijo.

- ¿Qué hago yo?, ¿qué haces tú besándome? - le contesté de malas maneras - ¿Crees que puedes venir a mi torre a besarme cuando te plazca Escamoso?, ni de broma!, veta a besar a quien debes y déjame en paz.

- ¿De qué estás hablando maldita sea?. - me dijo frotándose el pelo.

- ¿Qué de qué? De tu rubia, de la boba esa con la que te vas a casar. ¡Sí, a casar! ¿Y te crees que puedes besarme para luego irte con la otra???? - le grité. Arco se quedó por un momento mirándome y luego comenzó a reírse, ¡vaya! Realmente debía ser la primera vez que le veía reír a carcajada limpia, normalmente era demasiado serio. Cuando se me pasó la sorpresa vino la furia a reemplazarla, me abalancé sobre él golpeándole el pecho con los puños - ¡idiota! ¡No te rías de mí!!!! - Arco me cogió por las muñecas, con una sonrisa en su cara todavía me dijo.

- ¿Era por eso por lo que has estado evitándome todo este tiempo?, porque crees que me voy a casar? - me dijo.

- ¿Te parece poco?, te dije que me niego a ser la puta del rey! - le grité. Me acercó a él y me robó un beso.

- Senda - dijo soltándome y separándose un poco de mí - no me voy a casar con esa chica, algún día me casaré pero seguro que no será con ella. - me quedé parada mirándole por si era mentira. - Yo también había oído los rumores pero nunca pensé que te los tomarías en serio. Siempre hay un montón de madres dispuestas a casar a sus hijas conmigo, jajajajajaja..... deberás acostumbrarte a eso cariño - me dijo y se sentó en mi cama.

- No pienso acostumbrarme a nada Escamoso, ¡lárgate! - le dije y recogí mi ropa del suelo para dejarla en el cesto de la ropa sucia. Sentí sus brazos alrededor de mi cuerpo y me volteó para quedarnos frente a frente.

- No - me dijo sereno - no pienso irme - me volvió a besar de nuevo y ¿qué queréis que os diga?, hacía tanto tiempo que no estaba con él, no se iba a casar con esa idiota y le tenía en mis brazos. Me llevó hasta la cama mientras me besaba y... bueno, qué bien besa y todo lo demás.

Yacíamos desnudos en mi cama, la noche había llegado y yo estaba tumbada con su brazo haciéndome de almohada. Hablábamos de mil cosas cuando me preguntó.

- ¿De verdad creías que me casaría con otra? - le di un pequeño golpe en sus perfectos abdominales.

- ¿Y por qué no iba a pensarlo?, no me debes nada y esto que tenemos tampoco es nada - me incorporé para mirarlo - ¿por qué no ibas a casarte con esa rubia?.

- Esto que tenemos - me besó en la nariz - es mucho para mí y si tan poco te gusta esconderte ¿por qué no lo hacemos público?.

Todo mi cuerpo reaccionó separándose lo máximo posible de Arco, el problema era que la cama no era tan grande y acabé en el suelo. Arco se incorporó un poco, se apoyó en su codo y me miró sonriendo.

Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora