Capítulo 55|Primera llamada.

Comenzar desde el principio
                                    

—¿Como lo sabes? —le pregunté—. Quizá sea la oportunidad de evitar más humillación.

—Estás retrocediendo —rió ligeramente provocándome cosquillas—. Anda, que estaré a tu lado en todo momento.

Se separó de mi agarrándome de la mano y avanzando conmigo hasta la puerta.

Toqué ligeramente esperando a que abrieran.

Una señora de unos 40 años me abrió la puerta, mi mamá media 1.60, no era muy alta, su cabello era corto, le llegaba hasta la nuca y era castaña, con unos hermosos ojos color miel.

Me miró cuidadosamente, de arriba a abajo, unas cuantas lágrimas se salieron por sus ojos, sin dudar me abrazó como si no nos hubiéramos visto en años.

Sentí unos pasos detrás de ella, era papá, 1.72, cabello castaño y ojos cafés, no había tanto que contar de él, había salvado innumerables vidas en el rancho, era un hombre bondadoso.

Papá nos abrazó a ambas llorando de felicidad.

—¡Nos tenías preocupados! ¿Por qué no habías llegado, hija? —preguntó mamá.

Aparentemente no sabían que me buscaban internacionalmente, ellos no veían mucho la televisión, preferían leer libros de medicina o revistas que tuviesen que ver con eso, pero jamás televisión.

—¿Y quién es él? —preguntó papá apuntando a Henry.

—Mi nombre es Henry Cooper, novio de su preciosa hija, señor.

Papá me miró curioso y algo inseguro, a mamá se le iluminaron los ojos cuando dijo eso. Ella siempre había querido un hijo, así que al adoptarme, ella confió que con el tiempo le presentase a una pareja.

—¡Pasen!

Papá volteó ver a mamá con su típica cara amargada.

¿Pasen? —preguntó papá.

Reí y pasamos a la casa. Creo que la única que había entrado era Keit cuando la curé.

—Hay tantas cosas que contar hija, bastante y...

—Mamá —la interrumpí—. Quisiera yo antes contarles algo.

—No pensarás en irte a vivir con ese —apuntó mi papá a Henry—. Porque estás muy chica.

—No es eso papá...

—¡Estás embarazada! —gritó mi mamá asustada.

—¡¿Qué?! ¡Lo sabía! ¡Te voy a matar! —gritó también papá eufórico.

Henry se escondió detrás de mi asustado.

—Ni siquiera la he tocado —murmuró Henry a mis padres.

—¿Podrían escucharme y dejar de sacar conclusiones antes de tiempo? —tomé asiento en un sillón, Henry se sentó a mi lado—. No estoy embarazada, yo bueno... no soy la misma chica que conocen.

—Cariño, a eso se le llama madurar —habló mamá pacíficamente.

—No, yo... —suspiré—. Tengo algo especial, puedo... puedo controlar el agua.

Somos 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora