Cuando ella tenía cinco; primera parte.

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5 años.

La camioneta grisácea se encontraba en el fondo de aquella antigua casa, la cual estaba casi por caerse a pedazos, su padre vivía ahí, al igual que su abuela, al igual que él.

–Es solo un juego.– Murmuraba él mientras  se acercaba a la pequeña acariciando sus medias blancas acompañadas de un vestido por sus rodillas celeste, era su vestido favorito.

–No quiero jugar.– Sus labios temblaban, su voz se entrecortaba, las manos de aquella temible persona se sentían ásperas, inclusive por encima de él nailon de sus medias.

–¿Nunca has jugado a los novios?– Rió él, acorralándola en la esquina de la parte trasera de aquella camioneta vieja, que no tenía función alguna más que para jugar dentro de ella.

Ella negó con su cabeza, el estaba muy cerca, demasiado cerca.

La besó, haciendo que ella sienta aquellos labios helados, sobre los suyos, saboreando su saliva y sintiendo el olor a tabaco en su ropa, fumaba mucho para tener apenas 16 años.

Su primer beso.

No sabía si estaba bien o mal, pero el la estaba obligando a jugar con el.

–Quiero que bailes.– Se apartó de ella llevándose consigo un hilo de saliva que comenzaba en sus labios y terminaba en los de la pequeña.

Nuevamente negó.

–No quiero bailar.–

–Baila.– Ordenó él en un tono más alto, más potente, más abrumador.

–N.no...–

De un momento a otro, su mejilla comenzó a arder, la había golpeado, se podía notar la marca de aquella mano medianamente grande en uno de sus lados de la cara.
Las lágrimas no tardaron en aparecer, escapando de los ojos cafés de la niña con vestido azulado.

Sin más poder, se levantó, parándose frente a él.

El chico tenía sus jeans desabotonados, y una mirada de lujuria en sus ojos, que solo se encendía al ver a la pequeña de 5 años y medio.

No sabía que bailar, no sabía que hacer, así que optó por bailar lo que le gustaba bailar con su madre; Salsa.

Movía sus pequeñas caderas caminando de adelante hacia atrás, esperando a que llegara su padre para salvarla de ese infierno.

–Levántate el vestido.–

Los ojos de la pequeña se abrieron como platos, dio un paso atrás mientras apretaba sus pequeños labios a la vez que pestañeaba rápidamente para evitar volver a llorar.

–Te dije que te levantes el vestido ¿No confías en mí?– Su sonrisa demostrando superioridad hizo estremecer a la niña. –Sofía ¿No confías en mí? Vení, yo te desprendo el vestido.–

Ella no quería, no le gustaba ese juego, no le gustaba jugar a los novios.

Él se levantó, y se posicionó atrás de ella.

El pequeño vestido traía un cierre acompañado de una cinta que rodeaba su cintura, una cinta color blanco.

Sus manos heladas corrieron su cabello que dejaba de ser rubio, para así bajar el cierre del vestido, desatar la cinta, y por fin dejarlo caer a los pies de la pequeña.

–Sos muy linda.– Dijo él, acariciando la espalda desnuda de Sofía, bajando sus manos cada vez más, para acariciar las pequeñas nalgas de la niña.

Las lágrimas no cesaban, sus ojos estaban rojos, y cada vez que uno de sus dedos la tocaban, sentía que su cuerpo se ensuciaba cada vez más.

–Vení.– El volvió a sentarse en una esquina tomando la mano de la niña, la cual se encontraba apenas en bragas, medias, y un par de bonitas zapatillas color blanco.

Sofía no cedió, se quedó estática intentando contener sus lágrimas.

–Vení.– Ordenó él con un tono más firme que el anterior, jalando la mano de Sofía hacia el.

La tomó de sus caderas, obligándola a sentarse sobre él, colocando cada una de sus piernitas a sus lados. Comenzó a moverla encima de él, movía sus caderas obligándola a frotar su entrepierna contra las suaves nalgas de la menor.

Mordió su labio, sin parar de mover a la pequeña sobre él, satisfacía su miembro con el cuerpo de aquella niña, pobrecita.

–¿Sofía?–

Se escuchó a lo lejos, la voz de su madre, su salvación, una sonrisa se formó en los labios de la pequeña, un rostro de desespero se formó en la cara del mayor.

–¡¿Para Sofía que estás haciendo?!–

Gritó el, y cuando su madre llegó, se encontró con una pequeña casi desnuda, con una sonrisa en sus labios encima de su tío menor, el cual mantenía una cara de susto impresionante.

Y ahí fue cuando se dio cuenta, de que su madre, no sería de gran ayuda.

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⏰ Last updated: Jan 03, 2017 ⏰

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