Marinette adoptó la figura inicial que le indicó su madre. Con ambas manos sosteniendo el par de abanicos, uno en cada una, los brazos abajo, relajados, los ojos fijos en los instrumentos. Sabine se deslizó hacia la derecha, levantando su mano con el abanico cerrado, abrió cuidadosamente el instrumento, dejando ver sobre la baraja, el dibujo de un dragón rojo. Condujo su mano izquierda con el abanico cerrado hasta ubicarla junto a la otra, y abrió el segundo abanico. Formó un arco con su mano izquierda, deslizándola hacia el lado contrario. Giró con delicadeza, manipulando los abanicos para cerrarlos y abrirlos a conveniencia.  Marinette imitó su acción, aunque se le dificultaba bastante manipular los instrumentos, se le cayeron en varias ocasiones. 

Sabine le enseñó el resto de la danza desde la tarde hasta la hora de la cena. Por lo menos, la chica de ojos cielo ya sabía de memoria la secuencia de pasos. Le indicó que guardara los abanicos en su habitación, que evitara que se llenaran de polvo y que nunca dejara que nadie los tocase, eran una reliquia familiar, después de todo.

Antes de irse a dormir, Marinette suspiró con pesadez y frustración. Se había quedado bastante intrigada con la leyenda de la que su madre le habló. Sus párpados se sentían pesados y amenazaban con cerrarse. Alcanzó a darle las buenas noches a su kwami antes de caer rendida por el sueño.

Abrió los ojos tras sentir el frío que la rodeaba. Se halló a si misma recostada sobre un extenso manto de nieve blanca. Se levantó al instante, sobresaltada. ¿Qué estaba haciendo allí? Hace unos momentos descansaba sobre su cómoda cama. Estaba confundida. Escuchó el alarido de dolor de una persona que caminaba hacia una montaña, la extraña cayó de rodillas sosteniendo con fuerza su pecho, se notaba el dolor en su rostro. 

Sin dudarlo, Marinette se acercó hacia la mujer, mas, detuvo su andar cuando una especie de aura oscura rodeó a la recién llegada. Notó que aquella llevaba en su espalda una bolsa de piel muy rústica, antigua, sus vestimentas se parecían mucho a las guerreras chinas, las mangas de su kimono eran largas, llevaba protecciones de madera y metal a lo largo del cuerpo, como una armadura. Gritó nuevamente, obligándose a no ceder, el aura desaparecía mientras ella se apresuraba a llegar a la entrada de una cueva. 

La chica de ojos azules no tardó en comprender de lo que se trataba, en realidad se hallaba dormida aún, pero en sus sueños había recreado la leyenda que su madre le había contado en la tarde. La sentía tan real. Parpadeó una vez, demorándose en abrir nuevamente los ojos. Sus pies se movían solos, su cuerpo dolía, en su pecho su corazón recibía punzadas que querían obligarla a parar, estrujó la ropa que cubría su pecho con su mano. Faltaba muy poco para llegar a la cueva. Cayó de rodillas nuevamente. No podía caminar más. En un acto de fuerza de voluntad, se lanzó hacia la entrada rodando con su cuerpo, terminando sobre las rocas del interior de la cueva que actuaban como piso. El lugar se iluminó, una corriente de agua gélida se dirigía hacia ella para cubrir su cuerpo que dolía como si fuera a morir. Un estruendo que provino de la entrada hizo que abriera sus ojos, una gigantesca roca tapaba el orificio por el que había ingresado, dejándola a merced del lugar. Un sentimiento de victoria la inundó, y empezó a quedarse dormida nuevamente.

Abrió sus ojos de golpe cuando el sol anunciaba el inicio del siguiente día. La alarma de su reloj aún no daba alerta de la hora de despertar. Marinette sentía su cuerpo muy cansado, como si en verdad hubiese realizado aquel viaje y en aquellas condiciones. Inhaló y exhaló para calmarse, su corazón palpitaba demasiado rápido, sentía como si este se fuera a salir de su pecho. 

No tenía caso volver a dormir, sentía que debía prepararse para ir a la escuela. Divisó sobre su escritorio el par de abanicos que su madre le había confiado. Se debatió pensando si debía llevarlos consigo, quería practicar el tiempo libre en la escuela, de seguro debía contárselo a Alya para que la acompañara, aunque debía modificar gran parte de la verdad. Buscó entre sus cosas una cajita muy similar a la que guardaba su diario, insertó los abanicos en ella y la guardó en su mochila. Entró a la ducha para darse un baño y disipar un poco todo aquello que sentía, mas, por más esfuerzo que ponía en no pensar en ello no lograba conseguirlo. Se sentía extraña, como si algo estuviese cambiando en ella. 

Tikki la observaba desde su posición, aún no le había dado los buenos días, pero lo presentía, aquel día se acercaba peligrosamente. Debía acompañar a la chica en su formación y brindarle toda la fuerza necesaria para enfrentarlo, estaría junto a ella, no dejaría que nada malo le ocurriera. 

Esta vez no fallaría.

No cometería el mismo error.

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Este está un tanto más cortito que los demás :) 

No os preocupéis jeje la leyenda irá saliendo de a poco, quizá le dedique algunos capítulos, al igual a algunas escenas del pasado de la vida de Marinette. Pronto intervendrán los demás personajes.

Me encantaría conocer su opinión (^w^)

Espero que les guste :)

Saludines :D

Corazón de Hielo [MLB] || [CANCELADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora