Cuando estoy por terminar, mi mamá toca la puerta de mi habitación.

–Pasa. –grito concentrada en alisar un mechón rebelde de mi rubio cabello.

–Tengo noticias. –canturrea a mis espaldas. –Dame eso, lo estás haciendo horrible.

Hago una mueca de enfado y le doy el alisador.

Comienza a alisar mi cabello mientras anuncia: –Me han ascendido.

–¿En serio? Eso es genial. –digo con optimismo. –¿En qué planta?

–Sigo en urgencias. Pero ahora soy jefa de enfermeras.

Mis ojos se abren como platos y ambas sonreímos ampliamente. –Eso es genial, mamá. Felicitaciones.

Asiente levemente y termina de ayudarme a alisar mi cabello. Cuando se va, me dispongo a maquillarme, sólo con delineador negro, máscara para pestañas y labial rojo carmín. Aplico sólo un poco de rubor en mis mejillas, para resaltar la pálida piel de esa zona. A las nueve menos cuarto, me pongo el apretado vestido rojo y unos tacones aguja negros. Sonrío satisfecha frente al espejo.

No tengo que esperar demasiado para sentir que mi mamá me llama desde el piso de abajo. Tomo mi celular y bajo las escaleras. Mi madre me sonríe al verme y me da un beso en la mejilla antes de despedirme. Salgo de la casa y veo a Trevor, quien me sonríe recargado en el capot de su Ford Fiesta negro.

Suelta un silbido. –Está preciosa señorita Simons. –dice haciendo estallar mis mejillas en rojo.

–Muchas gracias, señor Robbins. Usted también se ve muy apuesto.

Me detengo unos segundos a mirarlo. Lleva unos jeans negros ajustados, unas botas de cuero negras y una remera cuello en v color blanco. Lleva una chaqueta de cuero colgada del brazo. Se ve demasiado bien. Podría besarlo esta noche.

–¿Vamos? –dice abriéndome la puerta de copiloto.

El viaje es largo, pero se hace aceptable en la compañía de Trevor, que se la pasa haciéndome reír con sus bromas estúpidas. Después de casi media hora de viaje, llegamos al destino.

La casa estalla, la fuerte música electrónica se escucha desde el auto, la parte exterior está repleta de vasos rojos de plástico y hay adolescentes a punto de tener sexo en cada rincón del lugar. Las fiestas de Drew son conocidas por todo Higgins, pero sólo algunos alumnos pueden entrar. Es bastante seleccionado y es un privilegio que te inviten a una. Conseguí asistir cuando comencé a formar parte del grupo de porristas. Incluso había conseguido una invitación especial para Jay y Camille por medio de Julie. Después de haber ido a un par de ellas, supe que la mayoría de los invitados no asistía a Higgins. Sin embargo, valía la pena ir a las fiestas de Drew.

Entramos a la casa y, efectivamente, compruebo lo que había estado sospechando desde esta mañana cuando vi a algunos estudiantes pasarse pequeñas bolsitas con un polvo blanco en su interior: hay droga, demasiada. El ambiente huele a marihuana, alcohol, sudor y tabaco. Hago una mueca, frunciendo la nariz y Trevor ríe a mi lado.

–Drew ha ido a otro nivel. –murmuro. –Nunca ha habido droga.

Niega con la cabeza. –Tú no la has visto.

Hago una mueca y seguimos penetrando al interior de la casa. Sin esfuerzos, logro ver a Camille y Jay sentados en uno de los tantos sillones que hay en el lugar.

–Ve con ellos, yo iré a buscar las bebidas. ¿Quieres algo?

–Lo que tomes tú. –digo y veo como asiente, perdiéndose en la multitud, yendo hacia la pequeña barra.

Me dirijo hacia el sillón donde mis mejores amigos se encuentran sentados. Camille sonríe y se levanta a saludarme. Rayos, he olvidado llamarla.

–¿Por qué no fuiste al colegio hoy?

–Me dolía demasiado la cabeza y no me sentía muy bien.

–Oh. ¿Y ahora cómo estas?

Se encoge de hombros. –Bien. Creo.

Suelto una carcajada y niego con la cabeza. Trevor llega con los vasos y me tiende uno. Me lo llevo a la boca sin preguntar que es, pero al saborear el contenido me doy cuenta de que es cerveza. Uno de sus brazos rodea mi cintura, lo que me hace sentir incómoda por unos segundos, pero luego me relajo y le sonrío con confianza.

–¿Ya has visto eso? –dice Camille señalando detrás mío.

Me doy vuelta y veo cómo Courtney está casi a horcajadas sobre Harry, besándolo efusivamente, mientras su mano baja rápidamente por su abdomen y comienza a meterse dentro de su pantalón. Giro la cabeza, casi horrorizada y con una mueca de asco en mi boca. Sé perfectamente que Harry y yo nunca hubiéramos hecho eso en público. Quizás Niall tiene razón; quizás conmigo había cambiado, se había comportado más recatadamente y con más madurez y quizás el esté realmente perdido y comportándose como un idiota sólo porque estaba con alguien que era igual de idiota y adicta al sexo que él. Yo no soy así, y Harry no era así cuando estaba conmigo.

Camille interrumpe mis cavilaciones. –¿Le va a hacer una...

–Sí. –digo cortando lo que iba a decir. –Con público y todo.

Trevor me mira y me hace una seña con la cabeza hacia la pista, donde está sonando Make It Bun Dem. Asiento dándole otro trago al vaso y se lo doy, vacío, a Camille, que me mira con furia. Me saco los tacones y los dejo a un lado del sillón, rogando que no me los roben. Tomo la mano de Trevor, que tira de mi hasta la pista.

Comenzamos a bailar. La verdad es que yo no soy una buena bailarina, pero éste tipo de música me exalta y hace que saque de mí movimientos que ni siquiera sé cómo se producen. Canto a los gritos, mis caderas moviéndose, mis manos bailoteando, mi cabeza siguiendo el ritmo de la canción y mis pies descalzos moviéndose de aquí para allá.

Después de estar un largo rato bailando, Trevor y yo salimos hacia el porche a tomar algo de aire y respirar oxígeno puro. Nos quedamos parados junto a la pared de la parte delantera de la casa, recargados en ella.

–¿La estas pasando bien? –pregunta.

Soy incapaz de alejarme al sentir que él se acerca un poco a mí. ¿Va a besarme?

–Sí. –digo. –¿Y tú?

–Bien, porque estás conmigo.

«Mierda. ¡Va a besarte!»

No puedo evitar reírme como una idiota. –También me gusta que estemos juntos. Quiero decir... aquí, en la fiesta...

–Lola. –dice soltando una pequeña risa.

–¿Sí?

–¿Sería muy descortés que te besara ahora mismo?

Mis mejillas se ponen rojas mientras siento que un calor febril invade mi cuerpo de pies a cabeza. Niego con la cabeza en el momento en el que Trevor se me acerca, acorralando mi cuerpo entre la pared y él. Estando sin tacones, compruebo que él me lleva una cabeza de altura, por lo que tiene que inclinarse un poco. Toma mi cara entre sus manos y sonríe antes de juntar sus labios con los míos.

Y justo en ese momento, escucho un grito ronco, que hace que mi corazón de un vuelco.

She's Broken. | h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora