32. Te lo explicaré todo

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-Muchacha, ¿estás bien?-la joven lloraba sin parar y se aferraba a su ropa y a su cuerpo tratando de que aquello fuera solo un mal sueño, entonces el joven se fijó en su estado: la ropa rota, su ropa interior tirada en el suelo, su cara lastimada y lo comprendió todo-tranquila, no quiero hacerte daño, quiero ayudarte-la joven destapó su cara y ambos se reconocieron-¡Oh dios! ¿Pero qué te han hecho?-ella se soltó aliviada de encontrar a alguien que si la podía ayudar y él se encontró horrorizado de ver aquella dulce muchacha soportando ese dolor y la abrazó fuertemente pese a que ella se lo trataba de impedir.

Ambos llegaron a la casa de él, se dio un baño y se puso ropa limpia, pero su mirada ya no era la misma, se sentía repudiada, sucia y usada como un trapo, volvió al llanto y el joven la abrazó.

-Tranquila, estoy contigo, lo sabes.

-Suéltame, estoy manchada.

-Eh... no-le acarició el rostro-eres lo más puro que he visto.

-No, ya no-volvió a llorar-Ahora nadie me querrá.

-Yo si... lo sabe, lo que te ha pasado no va cambiar nada-ambos se miraron-yo cuidaré de ti, te lo prometo, solucionaremos esto...

Ella confió en él, sabía que podía hacerlo, se conocían del pueblo y sabía que era un excelente muchacho, su día a día transcurría dura y lentamente, tenía pesadillas constantemente y vivía obsesionada con los crisantemos amarillos, la flor que buscaba aquel fatídico día, para ella significaban la alerta del peligro.

Un mes y medio más tarde de aquel fatídico día se encontró con sus consecuencias... Estaba embarazada, nunca antes había tenido relaciones por lo que sabía que ese bebé era de aquel engendro que la había ultrajado a la fuerza, ella se derrumbó, ahora si estaba perdida, pero aquel muchacho, con el que había estrechado una gran amistad desde ese día le ofreció un anillo de matrimonio para ocultar su dolor y mantener viva su pureza, ella acepto y al poco tiempo se casaron, ella estaba contenta sabía que se había casado con un buen muchacho, noble, trabajador y que empleaba parte de su tiempo en hacerla feliz, ¿Quién no lo iba querer? Pero todavía se sentía sucia, no podía devolverle el afecto que él le daba por que con cada tacto recordaba sus sucias manos, con cada mirada recordaba su asqueroso rostro y con cada susurro recordaba los gemidos de él en su oído, todavía tenía pesadillas, pesadillas que eran opacadas por los afectos de su marido...

7 meses más tarde se encontraba de parto, fue un parto duro, pero logró dar a luz a una niña hermosa y saludable, su marido entró y ella lo miró con miedo pensando en la posibilidad de el pudiera rechazarla al verla.

-Es hermosa-cogió a la pequeña-tiene tu nariz, la querré como si fuera mía-entonces la muchacha no pudo ser más feliz a pesar del infierno que había pasado tenía un marido que la adoraba y una hija preciosa, decidió que desde ese día trataría de olvidar el pasado y vivir la vida que él le ofrecía al lado de su hija.

Pronto superó sus miedos, vivían como una familia normal y corriente, ella era la envidia del pueblo, ya que su marido era el ideal, siempre le llevaba flores, la alagaba constantemente y la trataba con mucho amor a él y a su hija a la que le dio su apellido y la trato como si fuera sangre de su sangre, a pesar de saber cómo fue concebida y quien la engendró, entonces ella se sintió preparada para ofrecerle a su marido todo aquello que le había negado durante casi 2 años de matrimonio así que se entregó a él en cuerpo y alma, aquella noche fue maravillosa, él consiguió borrar con sus caricias los manotazos de su agresor, con sus besos logró que desapareciera aquel sabor amargo de su boca y con su amor logró que aquel corazón volviese a latir enérgicamente.

VUELVEME A QUERERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora