-Cristian- digo un poco más fuerte. El sin abrir los ojos, me toma de la cintura y me deja a su lado. Esconde su cabeza en el hueco de mi cuello. Toma mi olor y lame mi cuello. Un escalofrió pasa por mi espalda.

-Cristian, despierta- le digo.

-no quiero. Hueles bien y además eres calentita- dice y me aprieta más a él.

-¡Cristian!- digo intentando contener la risa.

-¿Qué?- dice cuando abre los ojos. Cuando me ve y ve lo que está haciendo conmigo, se sonroja. Lo miro sorprendida.

-estás sonrojado- le digo.

-yo... yo... pensé que estaba soñando y no me sonrojo- levanto mi ceja.

-y soñabas, ¿conmigo o con otra mujer?- digo. Él se vuelve a sonrojar.

-¿me creerías si te digo que estaba soñando contigo?- niego con la cabeza. ¿Quién soñaría conmigo?

-no lo creería- le digo. El frunce el ceño y me mira.

-¿Por qué te menosprecias? Eres una mujer guapa, joven y con un cuerpo de infarto. Eres cariñosa, hogareña y tierna. Tienes carácter, eres fuerte, capaz de caerte y levantarte. Podría seguir y seguir. Nadie, y créeme que cuando digo nadie, me hubiera ayudado con Lucían- dice y escondo mi cara en el cojín.

-¿Por qué dicen eso de mí? No me considero así. Solo hago lo que me dicta mi corazón- digo. Intento colocar una mano en su pecho para salir de su abrazo pero no me deja.

-¿Qué te han hecho para que no confíes en la gente?- levanta mi cara para que lo mire.

-quizás, nunca he podido confiar en la gente, ya que solo éramos mi padre y yo. Y cuando él se fue, pues mi círculo se cerró. Quede sola y mi abuela siempre me ha hecho la vida imposible. Me quito el dinero, me quito la tranquilidad que tenía- digo conteniendo las lágrimas –a veces me da ganas de mandar todo a la punta del cerro. A veces lo único que quiero es llorar hasta caer dormida pero no puedo- digo respirando profundamente.

-porque eres fuerte. Es por eso que no puedes llorar así. Te han criado para no rendirte jamás- dice mientras coloca un mechón de pelo detrás de mi oreja.

-pero a veces no me quedan fuerzas para seguir siendo fuerte- ¿Por qué estamos hablando de esto?

-Ana...- lo interrumpo.

-¿Por qué me besaste?- le pregunto. Él se sorprende pero luego se recupera.

-porque tenía ganas de hacerlo- dice.

-¿Por qué?-

-porque siento algo por ti. Me atraes y quería besarte. ¿Tan malo estuvo?- dice mirándome.

-no. Mis piernas quedaron como gelatina- coloco mi mano en la boca por mi falta de filtro. Veo que él sonríe y mis mejillas toman un color rojo que el tomate a su lado queda blanco.

 Veo que él sonríe y mis mejillas toman un color rojo que el tomate a su lado queda blanco

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Reanimando su corazón: Cristian y AnastasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora