Lo mismo le daba estar solo o en pareja para bailar, por eso durante su espera no impidió que su cuerpo continuará en movimiento al ritmo de los beats. Alguien se acercó a bailar con él, si lo había visto en algún momento de la noche, no lo recordaba y no necesitaba demasiado para compartir esa noche o el rato; aquél chico no se movía mal, hasta que en un descuido encontró los labios del moreno y se apoderó de ellos. El moreno le envolvió los brazos al cuello dejándose llevar, de todas formas en unas horas no recordaría nada a menos que despertara bajo un techo ajeno y eso no estaba entre sus planes la mayor parte del tiempo, pero fue Aitor quien lo dejo en claro al arrancar al extraño de las garras del bailarín, dejando a éste mismos boquiabierto.

Jamás había visto pelear a su amigo -si se le podía llamar así -, pero la lluvia de golpes que pasaba frente a sus ojos lo había paralizado. Ahora le creía aquello de que podía ser más violento de lo que llegaba a ser con HakYeon en la intimidad, pues el muchacho que se atrevió a besarlo estaba tan aturdido que sólo buscaba alejarse de los puños del psiquiatra con poco control de la ira, hasta que cayó en cuenta de que su orgullo estaba quedado en el piso y comenzó a devolverlos, atinando un par de ellos en el rostro y costillas del médico.

— ¡Aitor, basta! —intentó interceder, pero lo único que obtuvo fue un empujón que lo regresó a su lugar.

— ¡SungJae! ¡Ya! —gritaron otro par de voces a no mucho del moreno— ¡Ni si quiera sabes pelear! ¡El decano nos matará!

— Ah, pero métete con niños, N... — se regañó en silencio, abrazando a Kofman por la espalda para calmarlo y no salir volando una vez más — ¡Aitor, es un estudiante! ¡Ya basta!

— ¡Suéltame! ¡No te metas!

Cada quien intentaba hacer lo suyo para separarlos y llevarlos lejos, pero los guardias de seguridad nos habían ganado y respectivamente habían sacado del lugar a Aitor y a SungJae, los cuales a la vez salieron con sus respectivos acompañantes que bien podrían haberse quedado.

— ¡¿Eres idiota o qué te pasa?! — reclamó HakYeon— ¡Si algo le pasaba a ese niño por tu culpa, ibas a perder la licencia! ¡Maldito idiota!

— ¡Entonces deja de besarte con las personas cuando estás conmigo!

— ¡No me vengas con eso!

— ¡Vengo con lo que se me viene en puta gana! ¡Eres mío HakYeon!

— ¡Ja...! Aitor... — se aproximó a él con ese aire coqueto, hasta que sus labios casi se rozaron; podía sentir el agitado aliento del menor chocar contra él— No eres mi mejor postor... Y aunque lo fueras, soy más libre de lo que tú serás en siete vidas...

El médico parecía bufar de ira y a decir verdad, incluso HakYeon sabía que parte de él le pertenecía aún al psiquiatra por decisión propia, pero estaba muy lejos de volverse a entregar, sobre todo cuando sentía las alas tan atadas sin ser algo. N iba a besarlo, pero el menor le tomó por el cuello con la diestra, complicándole la respiración.

— Vuelve a decirlo — ordenó Kofman en voz baja con una mirada ciertamente intimidante que el moreno sólo le conocía bajo distintas circunstancias— No te escucho, HakYeon...

Y aquello resultaría imposible si seguía aplicando fuerza. El bailarín intentó alejar a Aitor a punta de empujones, por aquello no sería la última vez que pasaría y de hecho era esa la versión de Kofman a la que amaba, pero sobre todo cuando implicaba estar desnudos; le apretó la muñeca cuando los pulmones le reclamaban oxígeno y sólo así le soltó.

— Ya lárgate... — pronunció el moreno respirando profundo o al menos intentando hacerlo— Ni si quiera deseo verte...

— Bien, pero te buscaré por la mañana cuando vaya al trabajo para asegurarme que sigas vivo.

La destrucción es una forma de creaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora