-Más vale que recuerdes que la familia Kaiba es más poderosa que la tuya, chica pobre. Por eso me hicieron caso cuando les dije que ustedes se veían a solas en el patio trasero.

Cerró su libro con un golpe sonoro y se marcó del lugar dejando a una niña de ojos castaños derramando lágrimas de incompetencia.

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Al siguiente día de este suceso, una limusina negra se detuvo frente a la escuela, de ella se apeó un hombre alto y fornido que tras entrar en el internado se dirigió con paso firme hacia las oficinas administrativas del colegio. Los niños curioseaban, sin embargo ninguno pudo averiguar de dónde venía esa limusina ni si venía a recoger a algún niño. Por la apariencia del transporte, parecía un auto de familia rica y sólo existía un niño en esa escuela que tenía mucho dinero.

-¿¡Qué está diciendo!? ¿¡La guerra iniciará más pronto de lo esperado!?

-Temo decirle que lo correcto sería que mandara a los niños con sus padres.

-Ya nos hemos comunicado, sin embargo muchos de ellos informan que están ocupados para venir a recoger a sus hijos.

-¿Demasiado ocupados? En una situación como esta cualquier padre haría lo que fuera con tal de tener a su hijo con él.

La directora retrocedió y su semblante se volvió pensativo.

-Bueno...es que...

-Tengo dos suposiciones: mandaron a la guerra a los padres de los niños o no hay recurso para mandar a los pequeños con sus familias.

La mujer tembló de miedo mientras retrocedía aún más. Su internado podría terminar clausurado si se descubría que todo el dinero que les correspondía a los niños para sus cuidados respectivos, incluyendo el enviarlos a sus hogares, se lo entregó en mano a Gozaburo Kaiba para apoyarlo con el armamento para la guerra.

-Seguramente los padres de los niños fueron enviados a la guerra.

-No se haga tonta.

El tono de voz de Gozaburo hizo temblar de miedo a la directora a la cual se le resbaló de las manos un vaso con agua que al caer estalló en mil pedazos.

-Señor...¿qué trata de decir con eso?-la voz le temblaba.

-Usted y yo sabemos muy bien que no tiene dinero para pagar el viaje de los niños para regresar con sus familias y a sus respectivos países. Si les llama a sus padres para que vengan, usted tendrá que pagar una suma considerable por cada niño que sea entregado junto con una carta donde se pide que el menor se enviado a su país natal de la forma más segura.

-Bueno, eso es problema del internado.

-Este internado pertenece al gobierno así que usted no recibe nada por hospedar a los niños, a menos que los padres le den la suma adecuada para mantener al niño. Sin embargo usted gastó todo el dinero y ahora es cuando más lo necesita ya que el colegio debe de aportar una parte para mandar a los niños a su país asegurándose de que lleguen a salvo a su tierra.

El miedo se hizo visible en el semblante de la directora.

-Usted fue el que me pidió dinero para sus armas.

El ceño del hombre se frunció, metió su mano en el interior de su saco y de este salió un arma que apuntó a la directora, la cual se asustó mucho cuando vi la pistola.

-No puede hacer eso. Se meterá en problemas si comete una atrocidad como esa.

-El trato que hicimos sería que usted me daría dinero a cambio de tener a mi hijo en su escuela mientras se arregla este asunto sobre la guerra.

-Usted no necesita dinero, es el hombre más rico del mundo.

-Se equivoca completamente. KC se sostiene con poco presupuesto, la empresa está entrando a bancarrota y necesitaba el apoyo del gobierno de este país para continuar en el margen.

-Veo que es un monstruo, igual que su hijo.-el valor volvió a ella.

-Seto no es mi hijo-la mujer se asombró-.Ese niño y su hermano fueron adoptados por mí hace tiempo, pero no tengo nada que ver con ellos.

-Si ese es el caso, lo mejor es que se lleve a ese niño de aquí.

-A eso vine. Ya es tiempo de que la familia Kaiba se encargué de sus propios asuntos sin que nadie interfiera. Sólo le advierto que si dice algo de lo hablamos me aseguraré de que su cabeza vuele en mil pedazos.

La directora tragó saliva con el pánico amenazando salir de su pecho en un grito. Gozaburo bajó el arma y la introdujo nuevamente en su saco, después se dio la vuelta y salió de la oficina. La directora suspiró largamente y se llevó una mano al pecho, tomó el teléfono y marcó un número.

-Entreguen a Seto Kaiba con su padre.

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Desde la ventana de su salón de clases, Yugi observaba cómo se marchaba el primer niño por el que levantó por primera vez sus puños y encestó un golpe duro. No se sentía triste, pero tampoco feliz; después de todo Kaiba no le agradaba tras lo sucedido con Anzu. Desde su salón en la parte de abajo, Anzu también veía la escena y no pudo evitar que una alivies abrazara su corazón acongojado en los últimos días por no poder encontrarse con su paisaje hermoso y su primer amor. El chofer abrió la portezuela del auto, pero antes de entrar, Seto miró al internado por última vez. Descubrió tanto a Yugi como a Anzu en sus salones correspondientes asomados por la ventana lanzándole miradas de alivio; por alguna razón tuvo un presentimiento de Yugi y Anzu no eran sólo niños de paso en su vida, sin embargo prefirió olvidarse de esa clase de emociones.

Subió a la limusina y unos segundos después esta condujo por el camino a la ciudad perdiéndose de la vista de los niños. Mientras se alejaba el auto, Kaiba se giró para ver el internado preguntándose porqué tenía una corazonada relacionada con Yugi y Anzu.

Los dos pequeños, en el colegio, no pudieron evitar pensar algo parecido. Como si sus corazones estuvieran unidos, era como si las almas de los tres niños se hubieran conectado de una forma especial y diferente a como otros estudiantes lo hacían.

Un lazo que por el momento era complicado de entender para sus mentes infantes que sólo pensaban en juegos y diversión.

Identidad PerdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora