9. Carta del primer amor de Annie, un problema.

Comenzar desde el principio
                                    

-¿Qué demonios haces aquí?

-Estás en mi casa.

-¿Qué hago aquí?

-Te pusiste realmente ebrio en la fiesta de anoche, te traje aquí.

-Me duele la cabeza –se tocaba la frente-. Dios… -se recostó.

-Ten –le ofrecí el vaso de leche-. Tómalo, te ayudará.

-No quiero nada.

-Es por tu bien, tómalo.

-¡Que no quiero nada!

-¡Entiende que es por tu bien!

Él me arrebató el vaso y se lo llevo a la boca al instante.

-¿Cómo me encontraste en la fiesta?

-Un chico me dijo dónde estabas.

-¿Dónde estaba? –Recordé aquella escena-. No te quedes muda, respóndeme.

-Estabas con aquella chica.

-¿Quién?

-No sé, no sé cómo se llama pero…

-¿Pero qué?

-Te encontré con ella en una habitación y sabrás lo demás.

-¿Me viste…?

-No, no te vi. Cuando te vestí cubrí mis ojos para no verte.

-Pequeña ingenua… -lo miré-. Espera ¿Tú me vestiste?

-¿Pequeña ingenua?

-Mmm, sí. Eres pequeña y muy ingenua.

-Oh… -¿debería preguntarle lo de anoche?

-¿Qué tanto me vez tonta?

“Olvídenlo” –pensé.

-¿Ya quieres comer?

-¿Hiciste de comer?

-No, pero podemos pedir algo de comer.

-Ve tú a pedir, yo me quedaré aquí.

-Bien, no hagas nada indebido por favor.

-Ya vete, tengo hambre.

James-.

Me recosté en la cama una vez más, olía realmente a alcohol. Me siento algo culpable por haber estado con Elisa sin saber que lo estaba, a ella no le importará en lo absoluto pero… a mí sí. Me encontraba en casa de Annie, algo extraño para mí.  Divisé a mí alrededor y mucha curiosidad invadió mi cuerpo, quisiera saber que guardaba ella en su habitación. Algo mareado comencé a abrir sus cajones y encontré una pequeña carpeta llamada “lo que nunca te pude decir” Me senté en su escritorio y lo abrí cuidadosamente.

“Hola Eric, te hice una carta pero tú no tienes ni la menor idea de quién soy. En unos meses me iré de Los Ángeles para vivir mi vida del otro lado del mundo… En Sydney Australia. Quizás es muy lejos, pero así todo estará mejor. Allá planeo conocer a alguien que me haga olvidarte –fruncí el ceño-. Porque me duele verte y tú simplemente… no lo sé, no me conoces pero sabes quién soy. De igual manera no sé si regresaré algún día allá, no tiene caso. No podría decir que te quiero porque nunca te traté, pero sinceramente me encantaba como lucías todos los días en las mañanas para salir a tirar la basura, me gustaba ser tu vecina. No planeo darte esta carta nunca, solo quiero desahogarme y llevármela conmigo a Australia para recordarte.

Con cariño: Annie.”

¿Annie solo me está hablando para tratar de olvidarse de ese tal Eric? No… maldición, justo cuando comienzo a sentir algo de aprecio todo se viene abajo, es una maldita. Dejé a un lado la carta y me puse mis botas, ella entro por la puerta.

-Pedí pizza, llega en treinta minutos. ¿Qué pasa ya te vas?

-¡No tengo nada que hacer aquí!

-¿De qué estás hablando?

-Espero que hayas podido olvidar a ese amiguito tuyo.

-¡¿De qué estás hablando?! –Ella tomó mi brazo-. ¿Acaso leíste mis cosas? –Me zafé de ella- ¡¿Y dices que la entrometida soy yo?!

-¡Deja de ser así, estoy seguro que no eres así!

-¿Desconfías de mí? ¡Yo te vi en la cama con una chica! ¿Y me reclamas a mí?

-¡Cierra la boca!

-Sí me dejaras explicarte las cosas serían diferentes.

-No tienes por qué explicarme nada, no eres nada mío.

-Me importas, tú si me importas.

-Se nota mucho –tomé mi teléfono-. ¡Espero que dejes de usarme pronto!

-¡Maldita sea no te estoy usando James, deja de ser así!

-Eso no decía tu carta.

-¡¿ACASO TE DUELE?!

-¡DEJA DE CREER QUE TUS TONTERÍAS ME DUELEN, NO ME DUELEN, NO ME IMPORTAS!

-¡Lárgate!

-¡Eso voy a hacer!

-Antes de que te vayas, le mande un mensaje a tu madre anoche avisándole que estabas bien –se revolvió mi estómago.

-¡No tienes idea de lo que dices!

-¡Eres un malagradecido lárgate ya!

-¡Mi madre murió hace mucho, mucho tiempo! –Cerré la puerta de un portazo. 

I'm Just Like YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora