— Sasuke-kun... Naruto-kun te contó lo de la boda? — él permanecía en silencio.

El día que el Uzumaki realizó la fiesta sorpresa de compromiso; para su "suerte" le dieron una misión. En realidad, había escuchado la fecha y evento de la boca de Chouji. Cuando, este último, se topó con el pelinegro en la cantina. Así que pidió una misión para estar fuera esos días. Le tocó "guiñar" su ojo a la nueva chica del departamento de archivos. La que tontamente cayó en su genjutsu y autorizó su salida durante una semana. El rubio se molestó con el azabache y lo reprendió como si fuera su hijo. Obviamente a Sasuke le importó en lo más mínimo. Pero ahora la propia Hinata se lo estaba pidiendo. No le contaba entre tragos como lo hizo el Akimichi.

— Aceptase su petición?

— ¿Cuánto tiempo llevan de novios? — preguntó con un tono calmado y con aire melancólico.

— Pues... — ella elevó la mirada al cielo despejado de esa tarde y sus mejillas sonrojaron dulcemente — Tanto y tan poco... — susurró.

— No lo haré. — comentario frío que sacó a Hinata de sus pensamientos para ver el perfil del azabache con tristeza mezclada en amargura y dolor.

— ¿Por qué, Sasuke-kun?

— Una misión que me mantendrá lejos por un tiempo... «un largo tiempo...» — expresó sin mirarla a los ojos.

— ¿No... no puedes regresar para la fecha acordada?

— No.



Ya no podía permanecer más tiempo cerca de ella. Cada segundo a su lado era un dulce tormento. Lo soportó por un tiempo, pero... Luego de un año y cinco meses de noviazgo entre Hinata y Naruto la herida ya no provocaba un agradable suplicio. Ahora no dejaba de molestarle y doler en cada instante que la veía y sabía que nunca sería de él. ¡Maldito sea el momento en que se fijó en ella!



Al día siguiente por la madrugada, Sasuke abandonó la aldea sin dejar rastro. Y nadie se dio cuenta de ello. Excepto...

— ¡Sasuke-kun! — llamó a la entrada de la mansión Uchiha. Ella llevaba una canasta con hortalizas frescas. Eran de su jardín. El Uchiha las había olvidado el día anterior por irse deprisa.

— ¡Sasuke-kun, traje las hortalizas que me ayudaste a cosechar ayer! — se acerca a la entrada y deposita la canasta en el escalón superior. Toca la puerta y ésta se abre ligeramente. Estaba sin picaporte.

— Sasuke-kun... Estas bien? — sus ojos se abrieron de par en par. Todo estaba en su lugar. Perfectamente bien ordenado. «Es... todo lo contrario a Naruto-kun» sonrió internamente al compararlos. Depositó la pequeña canasta sobre la mesa de comedor y caminó rumbo a las escaleras. Sintió que había estado en ese lugar antes. ¡Imposible! Era la primera vez que entraba a la casa del Uchiha. «Será que... está en una misión?» Ella bajó su mirada y observó el piso de madera con pesar.

— ¿Se habrá despedido de Naruto-kun? — susurró. Cerró la puerta y caminó por el pueblo con mirada distraída.

— Auch! — expresa una chica de ojos jade.

— Lo-lo siento mucho, Sakura-san.

— Tranquila Hinata. ¿Te sucedió algo? — la pelirosa divisó un aire nostálgico en su mirada.

La venganza terminó en... ¿amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora