Estaba dispuesto a moverme, mientras trataba de perder todos esos pensamientos, que se acumulaban como niebla en mi mente “¿Qué debo hacer? ¿Ejecutar? ¿Ocultar? ¿Emboscar a mi invasor?” Salté de la cama, observé la sombra de unos pies enfrente de mi puerta, una grieta de luz invadió mi cuarto, sin embargo, había una sombra que lo cubría casi en su totalidad.

Me apoyé en la cabecera de mi cama, los crujidos de las puertas sonaron de nuevo, me congelaron otra vez, mi aliento pasa por mi garganta mientras mis pulmones deciden entrar en una huelga. Pensé en que mi corazón seguiría ese ejemplo, sin embargo, mi sangre continuaba recorriendo lentamente mi cuerpo, mientras un sudor frío se apoderaba de mí.

El sonido de las bisagras me dio a entender que mi puerta se abría hasta su máximo alcance, una figura se distinguía en el camino hacia la puerta, mi boca no funcionaba, trataba de gritar…Gritar… Y pedir ayuda… Pero no lograba pronunciar nada, estaba… Paralizado… No sé cómo fui capaz de pensar tanto, sin embargo, entre ese momento, pude recordar cosas…

El callejón, el contenedor de basura, la cabeza que se asomaba al contenedor, su vestimenta. Era la misma figura que estaba casi enfrente de mí en ese momento, una campana color azul obscuro se levantó sobre él, sus ojos estaban cubiertos por lentes anaranjados, su chaleco color caqui estaba salpicado con sangre, lo cual me provocó otro escalofrió, que me recorrió la espalda.

Entrecerré los ojos, no sabía qué hacer, mi mente seguía intentando gritar, moverme, pero yo no respondía ¿Acaso no podía cumplir esas órdenes? “No”… Fue todo lo que logré decir, entonces mi boca se cerró y se negaba a pronunciar algo más. Era un hombre, su rostro estaba completamente oculto, gafas en los ojos, capucha sobre su frente y algo que le cubría la boca y la barbilla. Se acercó, tambaleándose ligeramente, su brazo se movió a un lado dos veces, mientras se acercaba lenta y tenebrosamente hacía mí. Dirigió una mano hacía su rostro, su dedo índice rozó sus labios…

”Shhhhh”.

Retrocedí contra mi cama, presionando mi espalda con el poste de la cabecera, estaba agarrando el cuchillo con tanta fuerza que mis nudillos se tornaron color blanco, observé el objeto en la mano del muchacho, sentí como mis pupilas se dilataban a causa del miedo, su arma era mucho mejor que la mía, observé la sangre que goteaba de ella, y noté que tenía mucha más habilidad que yo…

Retrocedí contra mi cama, presionando mi espalda con el poste de la cabecera, estaba agarrando el cuchillo con tanta fuerza que mis nudillos se tornaron color blanco, observé el objeto en la mano del muchacho, sentí como mis pupilas se dilataban a...

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El intruso elevó el arma, la sangre resbaló de esta y caía al suelo, no podía moverme y mis manos en el cuchillo lo fueron soltando poco a poco, antes de darme cuenta, el cuchillo que sostenía dio un golpe estrepitoso con el suelo de madera. Ahogué un grito, y mis oídos captaron un sonido… “¡No!”

“Shhhh…” Dijo él de nuevo, mientras continuaba su camino para encontrarme cara a cara en la habitación, después de que su pie contactó el suelo, al mismo tiempo que él terminaba su susurro, observé como su cuello se hallaba en un ángulo inhumano, oía el sonido de sus huesos, sus tendones, un sonido de muerte, una sensación mortal. Yo no escaparía, no me movería, yo esperaría esto.

Mi corazón latía cada vez más rápido, pareciese que iba a romper mis costillas, mi visión se tornaba borrosa, el oxígeno comenzaba a faltarme, pero aun así, mis pulmones negaban a aceptar el aire. Su cabeza ahora estaba en un ángulo de 50 grados, se movió ocasionalmente mientras se acercaba, nunca aceleradamente, un paso más, ese cuello parecía agrietarse, producía ese sonido misterioso que ahora me resultaba familiar…

“Shhh…” Dijo una vez más, ya encontrándose a un paso de distancia de mí, tomó su arma y la elevó ligeramente, mi visión de debilitaba, mi cuerpo se sentía pesado, sentía mis rodillas temblar, ¡Dios mío! Me sentía sacudido. Su arma se acercó a mí lentamente, la sentí apoyada en mi estómago, simplemente ahí, me sentí incapaz de mantenerme a mí mismo por más tiempo, en ese momento, sentí una mano en mi hombro, levantándome solo un poco, suficiente para sentir la cuchilla perforando mi abdomen.

La agonía enseguida se hizo presente en mí, mi cuerpo se puso rígido, el miedo, la conmoción. Las estrellas de la noche se perdieron de mi vista, mi visión se volvió monocroma, mi mundo giró, lo último que vi fueron un par de zapatos con punta de plata y el charco que se formó con mi propia sangre llegando hacia la punta de los zapatos del intruso…

Y entonces mi mundo se volvió negro y entumecido...

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