― En serio Harry, dime la droga que consumes porque creo que voy a empezar a tomarla. ― Dije riendo ante su obra de arte.

― A ver, es que no lo haces bien... No puedes pensar lo que quieres hacer, si piensas te va a salir algo muy fino... ESTO ES ARTE A LO HARRY.

Nunca había sido una chica de pintar demasiado bien. Es más, dibujaba como una niña de 3 años con problemas en la muñeca, pero esa vez le hice caso a Harry y me puse a correr por el aula pintando en la pizarra y llenándolo todo de colores.

― Así es mucho más divertido y además se adelgaza. ― Puntualizó corriendo de un lado para otro.

― No te lo voy a negar. ― Contesté riendo.

― Mira ____, soy un unicor...

― ¿¡QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ!? ― Entró el profesor hecho una furia.

Harry y yo nos miramos y no pudimos evitar sonreír. Nuestra ropa, nuestro pelo, nuestra cara y todo el aula estaba lleno de tiza y polvo.

― NO LO VOY A REPETIR MÁS VECES. ― Dijo el profesor

― Verá prof... ― Intenté explicar.

― Estamos desahogándonos. ― Dijo Harry. Le miré todo lo mal que se le puede mirar a alguien, pero no pareció inmutarse.

―¿Perdón? ― Preguntó el gordo.

― Verá, es que estamos muy estresados, ya sabe, adolescentes... Hormonas revolucionadas, he tenido que aguantar estar toda una tarde con la señorita Moore y sigo vivo, eso es un auténtico milagro del cielo...

― ¿Hola? Sigo aquí, pedazo de idiota. ― Dije aparentando estar ofendida.

― Total, que como la veía muy concentrada barriendo y muy seria ― Continuó ignorándome ― He pensado que sería buena idea hacerlo un poco más... ¿Divertido?

― Ah, muy bien... ― Dijo el profesor. ― ENSUCIANDO LA CLASE Y PONIENDO TODO HECHO UN ASCO.

― Señor, señor... Cálmese, le veo muy alterado, mire, las tizas son un invento que están desde hace muchos siglos, pero nadie nunca los había usado como un objeto terapéutico, coja una tiza. 

Este niño es gilipollas perdido... Nos va a matar y está poniendo en riesgo mi propia vida, pero para mi sorpresa, miró las tizas y cogió una.

Harry sonrió satisfecho y le enseñó cómo debía soltar su 'energía negativa' y dejar que su espíritu saliese enfocándose en un ambiente de completa paz y armonía.

― Ahora imagínese que es un unicornio y siéntese libre. ― Dijo Harry haciendo estrellas y corazones en la pizarra mientras el profesor corría como un idiota por la clase.

Era digno de grabar la escena, Harry cantando canciones sobre árboles que soltaban su mal genio al aire y el profesor agitando los brazos como un payaso... Así que no pude aguantarme más, me senté al fondo de la clase, saqué el móvil y los grabé.

No sé cuánto tiempo estuvieron, pero cuando me quise dar cuenta, el profesor estaba sudando como un cerdo con una sonrisa en la boca, y Harry aplaudía como un niño de 2 meses.

― Ahí lo tiene, toda esa negatividad se ha esfumado, ¿lo siente?

― A decir verdad, lo siento... Cómo va limpiando mi alma y todo rastro de malas acciones. ― Dijo mirando al techo.

Harry me miraba rojo, con los mofletes hinchados intentando aguantar la risa.

― Eso es, ahora puede irse a su casa, decirle a su mujer que la quiere, y que esta vida es genial por habernos hecho así.

― Tienes razón, muchacho. Ahora mismo me voy a casa, muchas gracias. ― Contestó con una enorme sonrisa en la boca.

Dicho esto, me miró, hizo una reverencia y se fue corriendo dejándonos a Harry y a mi en el aula.

― Definitivamente ese hombre está chiflado... ¿Cuánto crees que pueden costar 35 sesiones en un psicólogo? Y sobre todo, ¿Qué coño acaba de pasar aquí?

Entonces Harry no aguantó la risa y estalló en carcajadas.

― ¿Has visto... Has visto cómo movía los brazos? ― Gritaba Harry. 

― Creía que se iba a morir de un ataque al corazón por todo lo que ha corrido... Se ha hecho el camino de Santiago de ida y vuelta.

― Parecía una gallina, y luego lo de: ''SOY UN UNICORNIO'' ― Harry lloraba de la risa y yo no podía hacer menos que revolcarme en el suelo por lo vivido.

― Lo he grabado TODO. ― Confesé.

― OH, NO. NO ME LO PUEDO CREER. ¡ESO NO PUEDE SALIR A LA LUZ! ― Gritó el rizado.

― ¿Por qué no? 

― ¿No te das cuenta? Nos hemos ganado al profesor más odioso del instituto... ¡Ahora nos adora! De hecho, ¿qué nos apostamos a que mañana viene con una sonrisa en la cara y da todo mucho más feliz?

― No creo... Siempre está amargado, aunque claro, ahora tiene un aura de felicidad alrededor de su calvicie... Pero aún así no creo que vaya a dar la clase diferente...

― Es una apuesta entonces... Si gano yo, aceptas una cita conmigo.

― ¿Qué? Antes me corto las venas.

― Venga ____, es sólo una apuesta, y si ganas tú, puedes elegir lo que te de la gana...

― ¿De verdad?

― Sip.

― Vale, entonces acepto.

― ¿Y tú que apuestas?

― Si gano yo, harás el ridículo delante de todo el instituto.

― ¿Cómo? ― Preguntó con miedo.

― Eso ya es sorpresa...

― Bueno, está bien, trato hecho.

Recogimos todas las tizas del suelo, y borramos la pizarra, que por cierto no había quedado tan mal... Después de todo... Era arte.

Cogimos un bus y llegamos a la residencia sobre las 9:30 pm. Me despedí de Harry y subí a mi habitación, pero sentía algo, algo en mi estómago me hacía cosquillas y me recordaba la sonrisa del rizado, sus hoyuelos y sus aleteos por el aula...

No tenía hambre, por lo que no bajé a cenar, me puse el pijama, me metí en la cama y soñé con dos perlas verdes, que jugaban conmigo en un mundo donde los unicornios y las personas, pintan pizarras con profesores raros.

Cuando el amor es ciego (Harry Styles y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora