Pero me dolió no ver a Shira.

—¿En dónde está Shira? —Pregunté con la tristeza notable en mi voz. Ellas se dieron una mirada extraña y yo las observé confundida.

—¿Que no lo sabías? —Dijo Chlöe.

—¿Saber qué? —En éste momento el corazón me latía más rápido de lo debido.

—Se la llevaron... —Dijo Rebeca, se le quebró la voz y temí que en algún momento se quebrara en llanto—. Se la llevaron después de lo que pasó aquel día. —Una lágrima se deslizó por la mejilla de Chlöe y allí fué cuando Rebeca soltó las lágrimas.

—No sabemos qué hicieron con ella, no nos dijeron nada ni nos advirtieron nada. —Dijo Chlöe—, aunque no queramos pensar en ello, lo más probable es que la hayan...

Sus palabras quedaron en el aire, decir aquella oración completa nos rompía el corazón a todas.

Las lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas, presioné los labios y bajé la mirada. Rebeca se acercó a mi y me hundió en un abrazo.

Si no hacía algo, el jardín de la mansión se convertiría en un cementerio.

Me separé de Rebeca y limpié mis lágrimas. Las miré y algo se me vino a la mente.

—Rebeca... —dije casi en un susurro.

—¿Si? —Dijo frunciendo el entrecejo.

—Necesito hablar contigo.

—Yo me tengo que ir. —Dijo Chlöe—. Dereck me pidió que fuera al campo de tiroteos.

—Está bien —dije con una sonrisa forzada y triste.

Ella se despidió de las dos y después desapareció de nuestro campo de visión.

Rebeca me miró un buen rato mientras yo pensaba bien en lo que le diría, necesitaba ser cuidadosa con cada palabra.

—¿De qué quieres hablar? —preguntó.

—De Nathan. —Pude notar como se tensaba y apartaba la mirada nerviosa—. ¿Qué pasó esa noche? ¿Porqué te quería matar?

Ella presionó sus labios y dijo en voz baja:

—Se supone que no debo decir nada. —En sus ojos había algo, algo que había visto antes.

Miedo.

—Pues ya lo hiciste. Dime —No quería presionarla, pero necesitaba saber todo.

—Prométeme que no harás ni dirás nada.

—No puedo prometer nada si no sé que es lo que dirás. —Ella suspiró y cerró los ojos.

—Me amenazó —susurró— me dijo que si decía algo, me mataba.

—¿Quién? —Fruncí las cejas y la miré esperando por la respuesta. Pero no dijo nada—. Dime quién.

—Sánchez. —La voz se le quebró por segunda vez pero contuvo las lágrimas—. Yo sólo... yo sólo pasé por ahí y... —los labios le temblaban y miraba para cada rincón de la mansión.

Tomé sus manos y salimos de la mansión. Fuimos a la mesa que se veía desde la ventana de la habitación de Nate y me aseguré de que nadie estuviera cerca como para escuchar.

—¿Qué pasó? —Volví a preguntar.

—Yo-yo —artamudeó— iba para tu habitación, Derek dijo que tenerme cerca de ti te haría bien... yo me perdí... pasé por ese pasillo... y vi que alguien iba adelante de mi. Me oculté y luego vi que no era sólo una persona, si no cuatro. Vi como entraron a la habitación de Nate y los seguí. Escuché gritos, eran tuyos...

Sentí un leve dolor en la cabeza y sentí lo mismo que la última vez que me desmayé. Seguí observando y escuchando a Rebeca detenidamente obligando a mi cuerpo a estar bien.

—Me apresuré para ver lo que pasaba —siguió— cuando estuve en un buen lugar para ver, miré como dos tipos golpeaban a Nate y Max te tenía sujeta mientras te tapaba la boca —una lágrima se deslizó por su mejilla seguida de muchas más—. Ellos me vieron y me adentraron en la habitación, sujetaron a Nate y a ti... a ti de dieron un golpe en la cabeza con un revólver. Te metieron en un tipo de cuarto y a mi... me dijeron que tenía que fingir que Nate me había visto mientras él te noqueaba y que yo había ido a avisarle a Sánchez. Sánchez... está engañandolos. No sé porqué... pero lo hace. Me dijo que si no hacía eso que me iba a matar. Nate estuvo de acuerdo, me dijo que lo hiciera.

Cerré los ojos al sentir el dolor más intenso y otra vez las imágenes borrosas y las voces volvieron a resonar y a aparecer.

Hasta que una parte se aclaró.

Las imágenes eran en blanco y negro y las voces claras.

Recordé lo que pasó, con miles de imagines viniendo a mi mente con una rapidez nauseabunda.

Sánchez entró en la habitación mientras Nate y yo hablábamos, tomaron a Nate y lo golpearon mietras yo traté de detenerlos. Max me tomó y me obligó a callar.

Recuerdo una imagen clara de Sánchez observando todo como si fuese la mejor obra de teatro del mundo.

Luego llegó Rebeca y ahí fué cuando sentí algo contra mi cabeza. Después no había nada, sólo voces que no entendía y un mundo en el cual todo era negro.

—Le dijeron a Nate que dijera que te quería matar por venganza por lo de sus padres. Le dijeron que si no lo hacía, te harían daño. —Dijo llorando.

La miré sin decir nada. Nisiquiera me acerqué para abrazarla, sólo la miré, procesando todo lo que me había dicho. Sentía que en cualquier momento me levantaría e iría por Sánchez, o a buscar a Nate. Pero tenía que controlarme.

Ésta vez tenía que pensar bien primero.

Pero, ¿por qué exactamente la misma venganza que quería Nate al principio?

¿Acaso Sánchez ya sabía que Nate quería matarme de verdad?

—¿Sabes dónde está Nate? —Le pregunté sin decir nada con respecto a todo lo que ella me había dicho.

Ella me miró con el rostro transfigurado y luego asintió lentamente.

—Llévame con él. —Pedí y me puse de pié junto a ella—. Es hora de aclarar toda esta basura. Algo aquí no está bien.



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