-Es obvio. Lo presencie todo.

-¡No es cierto!.-se levantó de la banca para mirar fijamente a la cara de Anthony.- Sólo yo estuve presente, no hay ninguna forma de que hayas estado ahí...

-¿Por qué estás seguro?.-preguntó mirando la rosa que había cortado antes.- Tranquilo, no ganarás nada con enojarte.

-¿Por qué estoy seguro?...¡Por favor! ¡Sé que tú estás muerto! ¡No hay forma de que lo hayas visto!

-¿Seguro?

-¡Claro que sí! Es más no se porque estás aquí cuando ni te he visto...¿Quién eres en realidad?

-Ya te lo había dicho antes, mi nombre es Anthony Brower Andrew.-rió suavemente.

-Lo sé.-es lo único que pudo decir.

-¿Eso es todo?.-preguntó Anthony. Asintió Harry sin dirigirle la mirada.- Bien porque es hora de que despiertes. Nos veremos en otro momento, Harry.

Éste no respondió, sólo se limitó a esperar a que en el mundo real abriera los ojos. No tardó mucho en abrirlos y ver a su alrededor. Salió de su habitación en busca de alguien, pero rápidamente notó que ya era de noche por lo que dedujo que todos deberían de estar dormidos. Aprovechó el momento para ir hacia la cocina por algo de comida.

En su camino a la cocina, observó el reloj que se hallaba colgado en la pared junto a las escaleras. Eran cuarto para las once de la noche. Eso le hizo pensar que todos ya estaban acostados. Al bajar las escaleras encontró entre unas puertas, una sala aún con las luces encendidas. Se acercó a mirar de reojo y para su sorpresa estaban un tanto abiertas. Se asomó con máxima precaución y dentro de la habitación se hallaban a sus 'padres' recostados en los sillones blancos de piel. Por pura curiosidad se olvidó de ir a la cocina y se plantó a un lado de la puerta para escuchar la conversación.

-Cielo..¿Qué haremos con Harry? No me gusta verlo así. Me siento culpable de su ánimo de está tarde.

-Querida, no te culpes. Sabes muy bien que aquí nadie tiene la culpa.- la abrazó para consolarla mientras que limpiaba su rostro del rastro de lágrimas.- Tarde o temprano se acostumbrará a nosotros.

-¿Crees que podrá?

-Tengo fe en que lo hará. Todo tiene su propio ritmo y el de Harry va lentamente.

Aquellas palabras empezaron a resonar en la mente de Harry. Cada una de ellas las analizaba, pero siempre llegaba a la misma conclusión: No quería aceptarlo. Aceptarlos a esos desconocidos que se llamaban 'padres' era como decir que sí. Nunca le agradó la idea de estar al cuidado de completos extraños. Y era cierto. Ninguno de esos dos eran sus padres ya que los verdaderos habían muerto.

Dejó el lugar y se fue directo a su habitación.

A la mañana siguiente todas las palabras de anoche habían desaparecido por completo de su cabeza, como si se hubieran esfumado en el aire, ahora tenía todo despejado

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A la mañana siguiente todas las palabras de anoche habían desaparecido por completo de su cabeza, como si se hubieran esfumado en el aire, ahora tenía todo despejado. Bajó al comedor y ahí saludó a Archie y a Albert quiénes ya habían comenzado a comer.

-¿Qué tal dormiste?.-preguntó Albert para iniciar una plática.- Espero que no te hayas desvelado.

-Bien, gracias.-se sentó y enseguida una sirvienta le entregó su desayuno.- No tuve tanto sueño así que me quedé un poco despierto.

-Hoy queremos ir a ver a los Britter. ¿Quisieras acompañarnos?.-comentó Archie sonriendo al imaginar a Annie.- En cuanto acabemos nos iremos.

-Claro, no me vendría mal despejar mi mente.-dijo recordando lo que había pasado en el restaurante.- Me disculpo por mi comportamiento en el pueblo. No me sentía bien y-

-Descuida.-dijo Albert interrumpiendo a Harry.- Cada quién es libre de expresarse.

-Sí tiene razón, pero me dejaste corriendo por todo el pueblo. ¡Me mojé todo al llegar con los otros!.-bufó Archie fingiendo estar molesto.

-Al menos te diste tu baño. Imagínate si ahí hubiera estado Annie presente.-rió Albert.

-Oh ¡Calla!.-contestó sonrojado. Se levantó bruscamente de la mesa y se tapó el rostro.- Los espero en la entrada.

Los dos asintieron ocultando sus risas. Después de que Archie abandonara el comedor, llegaron Miles Miller y Margaret Miller. Harry escondió su sonrisa y volteó la mirada a otro lado. Albert lo notó y no hizo comentario alguno.

-Buenos días.-pronunciaron medio dormidos al mismo tiempo.-¿Podemos sentarnos con ustedes?

-Adelante.-dijo Albert haciendo una señal para que se sentaran. Agradecieron y tomaron lugar enfrente de su hijo. Los dos lo miraron y supieron de inmediato que él no quería verlos. Hicieron silencio.

Harry llevó el último bocado de comida a su boca para irse a vestir para acompañar a Archie a ver a Annie. Sin dirigir mirada se levantó.

-Provecho.-dijo y se retiró.

Sus padres quedaron desconcertados ante la actitud de su hijo. Todo lo que ocurría lo entendía Albert, pero sabía que no tenía que meterse en ese asunto.

 Todo lo que ocurría lo entendía Albert, pero sabía que no tenía que meterse en ese asunto

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Harry salió de su habitación y se dirigió a la entrada donde lo esperaba ansioso Archie. No pudo evitar reír al ver la gran sonrisa y ese rubor en las mejillas de su amigo.

-Se nota que estás perdidamente enamorado. Lo tuyo no es ocultar tus sentimientos.

-Lo sé. Soy una caja abierta.

De las grandes puertas salió Albert arreglado formalmente para partir. Sus dos compañeros ya estaban entrando al carruaje cuando los padres de Harry se acercaron rápido a ellos.

-Cuídate mucho hijo, lleguen temprano para poder comer juntos ¿Sí?.-su madre besó la frente de su hijo y se apartó.

-Que les vaya bien.- sonrió el Sr. Miller.-Albert, más te vale cuidarlo ésta vez.

-Se los prometo. Nos vemos.

El carruaje echó a andar luego de despedirse. Ya adentró Albert miraba por la ventana el paisaje que recorrían hacia la mansión de los Britter. Archie aprovechó el tiempo y quedó profundamente dormido en el hombro de Albert. En cambio, Harry tenía la mano sobre el lugar donde antes le había dado un cálido beso por parte de su madrastra. Ese gesto logró parar todos los sentidos de Harry y pensar en aquella vez que tuvo el accidente del caballo. Ahí se encontraba su madre y su padre preocupándose por él. Al recordarlo no se percató de la sonrisa corta pero significativa que llevaba en sus labios. Esa sonrisa hizo que todos los pensamientos negativos desaparecieran y a la vez trajo dulces recuerdos dignos de recordar.

Con aquella muestra de perdón llegaron a su destino y ahí pasaron todo el día hasta que el Sol se encontraba arriba, en el centro del cielo indicando que era hora de despedirse e ir a casa.

En el regreso, tuvo la sensación de querer ver a sus padres esperándolo pues era agradable saber que en casa alguien te está esperando. Y aquello era un gran sentimiento que Harry no quería perderselo.

|| Renacer || Candy & AnthonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora