— ¿Él y yo? Pfffff. No. Jamás. Alguien tan hermoso como yo no podría salir con... esto — el pelirrojo le dedicó una mirada despectiva de pies a cabeza. El tal JaeNo le dio un golpe en el hombro y el otro se tiró dramáticamente al piso, fingiendo su agonía. ChenLe pensó que no lucían como pandilleros. 

 — Creo que ya tienes la respuesta. Entiendo que no eres de por aquí por tu acento, ¿en China todos le preguntan a los desconocidos si tienen novio? — preguntó JaeNo, metiendo sus manos en sus bolsillos delanteros. 

— No, sólo lo haces si eres genial como yo y si estás interesado de algún modo en esa persona —  respondió ChenLe, RenJun quería morirse. — Obvio a mí no me gustas. Pero él te ha estado mirando todo el rato y ya me estaba aburriendo. 

— ¿Desde cuándo sabes tantas palabras en coreano, Lele? —  chilló RenJun. — No le hagas caso, es un exage...

— Sí, me di cuenta. Me pareció lindo así que seguí dando vueltas por aquí — JaeNo le sonrió y RenJun sintió que se moría. Eso o que iba a matar a ChenLe cuando llegaran a casa. 



ChenLe se tiró en la cama de RenJun pero su primo ni se mosqueó porque estaba muy ocupado riéndose de algo que le habían mandado, se asomó y vio que JaeNo le había un mandado dónde él empujaba a DongHyuck, el pelirrojo del parque, a una piscina y el chico hacía un ruido bastante sordo y doloroso al chocar contra el agua. Él también se rió. 

 — ¿De qué es lo que tanto se están riendo? — preguntó la mamá de RenJun. 

RenJun casi tira su teléfono mientras buscaba bloquearlo y esconderlo debajo de la almohada. ChenLe se maldijo a sí mismo por tener esa risa tan escandalosa. No quería meter a su primo en problemas. 

 — Uno de esos videos graciosos de Vine— respondió el mayor, intentando lucir tranquilo. 

Aunque la mamá de RenJun salió de la habitación, el mayor no agarró de nuevo su teléfono y la sonrisa en su rostro se apagó.  A veces era así, no estaba saliendo con JaeNo. Se habían vuelto algo así como amigos. Pero, de pronto, recordaba que su familia jamás vería como bueno que saliera con alguien que no fuera de su misma clase social y nacionalidad. ChenLe vio como las notificaciones con el nombre de Jeno-saeng se acumulaban en la pantalla. Pero RenJun le dijo que tenía que estudiar, así que le pidió que se quedara tranquilo si iba a quedarse allí. 

Realmente no había oportunidad de que algo sucediera entre los dos de forma tranquila, así que, ¿por qué seguir encariñándose con él? Una voz en su cabeza le susurró que se debía a que JaeNo no era tan así como todos decían. JaeNo no era un matón, no molestaba a las niñas con sobrepeso de su escuela ni le sacaba el dinero a los niños flacuchos. JaeNo a veces se metía en peleas porque alguien molestaba a sus amigos y más de una vez lo había visto con marcas en su cuerpo, marcas que ocultaba tímidamente de él y de todos, porque no estaba realmente orgulloso de recurrir a la violencia. JaeNo podía no parecerlo, pero era lo más cercano a un héroe de lo que él mismo creía. 


RenJun removió los fideos del chow mein. Desde hace un par de días venía ignorando los mensajes de JaeNo porque no sabía qué pasaría si su madre llegaba a enterarse (y a ella le resultaba bastante fácil saber las cosas cuando quería). Dio un respingo cuando escuchó a alguien llamando su nombre a la distancia. Era JaeNo, aunque asistían al mismo colegio, usualmente nunca cruzaban palabras porque estaban en clases distintas y no era normal que se pasara por su salón. Pronto, el rubio llegó a su lado.

  — RenJun-hyung, yo... — sus palabras se vieron interrumpidas por el presidente de clase de su curso.

— Huang, ¿en serio hablas con este tipo de basura? Deberías mandarlo lejos antes de que te perjudique —  el muchacho lo miró expectante. 

RenJun se paró bruscamente cuando notó el brillo de dolor que se asomó en los ojos del menor, alertando a todos los estudiantes que almorzaban tranquilamente en la clase. Si decía algo en favor de JaeNo, correrían a contarle a su familia. Si no decía nada, perdería a JaeNo para siempre. 

Tomó la muñeca del menor y lo arrastró fuera del salón, llevándolo hasta un curso en el que no había nadie. Tenía miedo de voltear a verlo porque no quería ver la expresión que tendría en el rostro. Cuando ingresaron, giró su cuerpo para que estuvieran frente a frente, pero seguía mirando las zapatillas de JaeNo. 

  — Si no quieres hablarme más, yo lo entiendo. La mala fama me precede y eso es algo que no puedo cambiar. Además, no quiero ser yo quien te ponga en contra de tus padres — murmuró el rubio, con voz suave, más cerca de lo que el mayor esperaba. Sintió como sonreía. — Pero gracias por no alejarme frente a toda tu clase. No me hubiera gustado que esos estúpidos vean esto. 

RenJun se desesperó, porque JaeNo seguía siendo amable incluso si hasta él le hubiera soltado un puñetazo en la cara al presidente de su clase de no ser porque lo mandarían a detención. 

  — No, nada de eso. No planeo dejarte ir. Es cierto, es complicado, no quiero enfrentarme a mis padres, pero no puedo ni quiero que te vayas — no sabía qué hacer con sus manos, porque lo único que quería era asegurarse que JaeNo se diera cuenta de la sinceridad de sus sentimientos. Así que enredó sus dedos sobre el cuello de la camisa del uniforme del menor y lo estiró hacia él, besándolo. 

JaeNo, entre sorprendido y torpe tardó un par de instantes en reaccionar porque oh, por dios, me está besando. Pero pronto, colocó sus manos sobre la cintura del mayor y lo atrajo más cerca. Instantes más tarde, RenJun escondió su rostro en el hombro del menor. 

  — Pasaré más seguido por tu clase si es que me besarás cada vez que lo haga— comentó, riendo bajito. Y me quedaré, todo el tiempo que me lo permitas.  

érase una vez / norenWhere stories live. Discover now