—Es amable, en ningún momento me faltó el respeto.—me mira incrédulo.

—Vi como te miraba el culo cuando fui a recogerte.—suspiro.—Te comía con los ojos, Ana y ahora te manda flores.—hace un ademán despectivo al ramo.—No me digas que estás tan ciega que no te das cuenta que ese tío quiere meterse en tus bragas.—dice malhumorado.
Le miro sin dar crédito.

—Sí, tan ciega como tú.—le escupo.—No seas cínico, por lo menos me llama por mi nombre, no con un ridículo diminutivo, ni restriega el cuerpo por mi mesa, ni se presenta en mi casa con la ridícula excusa de traerme unos papeles, ni me llama hora si, hora también, ni te ha faltado el respeto a ti ignorándote.—mi voz ha ido subiendo según exponía mis puntos.
Me mira con los ojos muy abiertos y dolidos.

—No seas ridícula, es una vieja amiga.—siento como si me golpeara el estómago.

—Una vieja amiga con la que te acostabas.—mascullo entre dientes y él abre los ojos sorprendido.

—Ya esta avisada de todo y si vuelve a pasarse de la raya se irá a la calle.—dice en voz baja.

—Y si vuelve, y si vuelve...Te he visto despedir a gente por mucho menos.—da un paso atrás alarmado por mi tono frío.
Me doy la vuelta y me meto en el baño y me doy una ducha.
Que cínico es. Como se atreve a hablar así cuando él tiene como asistente a la mujer más trepadora que he visto. Dejo caer la cabeza en los azulejos.
Estoy cansada de tanto trabajo, asustada por que no saben nada del loco que allanó nuestra casa y destrozó mi coche y para colmo tengo que oír como mi marido defiende a una mujer con la que se acostó.
Maldita sea.
Christian me rodea la cintura y besa mi pelo.

—Lo siento.—acaricia mi vientre y besa mi cuello.—No te enfades. Tu eres la única...
Quito sus manos de mi cintura.
Otra vez lo mismo, no.
—Nena.
Me salgo de la ducha y ni siquiera le miro. Me pongo el albornoz, cojo una toalla y me la envuelvo en el pelo.
—Ana por favor. Lo siento.
Me paro en seco.

—Cuantas veces tengo que oír eso, Chris.—le digo con desdén.—Ya ni creo que sea verdad.¿Que tienes con esa mujer que la defiendes tanto?—él abre mucho los ojos y baja la mirada. Siento como el corazón se me para y me falta el aire.—Dímelo, para poder entender por que le permites tantas confianzas. Dímelo.
Sale de la ducha y se planta delante de mí mojado y con los ojos asustados.

—Jamás te engañaría, ni con ella ni con nadie.—dice angustiado y me sujeta los hombros.
—Tú eres el amor de mi vida, eres mi mundo.—su mirada está llena de sinceridad. Sé que no me miente pero hay algo más.
Hay algo más.

—Dímelo.—le digo en tono cansado y él abre mucho los ojos.—Te creo, sé que me amas, sé que me eres fiel, pero también sé que con ella eres distinto, en el trabajo le permites todo tipo de faltas y confianzas que ni Gail que vive día a día contigo se atrevería. Así que hay algo
más.—me mira asustado y con vergüenza.
—Creí que teníamos confianza el uno en el otro, que nos lo contábamos todo.

—Y así es.—dice con la voz ahogada.—Sabes que te lo cuento todo, contigo hablo de todo. Te confiaría mi vida.—veo su lucha interna.
Unos golpes en la puerta nos devuelven al presente.

—Señor Grey.—Anders nos interrumpe y Christian frunce el ceño. No interrumpiría si no fuese importante.
Se pone rápidamente el albornoz y le abre la puerta del baño.

—¿Qué?—le espeta.

—Señor, ha habido un incendio en Runway.—jadeo horrorizada.

—¿Que? ¿Cuándo?—digo incrédula y Christian me rodea los hombros pegándome a él.

Mi gran Amor, Grey.#PremiosObsesiónGrey2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora