—Es un buen comienzo. —dije en cuanto acabó la llamada.

—¿Qué más dijo de mí?

—Chris, te lo tomaste muy personal. La gente no cambia de un día para otro, te lo aseguro.

—No mi importa ¿Qué mas dijo? —insistió y suspiré, antes de recordar lo que Sam le dijo me interrumpió. —Dijo que me hacía el importante en la facultad.

—Bueno, eso no es del todo cierto. Eres popular, pero no te importa realmente.

—Sí, sé que todas esas personas me hablan por ser un Vélez. Si fuera menos importante tendría menos amigos en Facebook y menos likes en Instagram. Como sea, ¿qué más dijo?

—Que eras tan cliché como las chicas con las que te enredas.

—Ahhh, sí. Bueno, eso no tengo mucho de qué discutir, pero también dijo que no me importaban los sentimientos de los demás. ESO ES UNA COMPLETA MENTIRA.

—En realidad...

—Oh, no Joey. Eso sí que no lo voy a aceptar. Yo siempre soy directo con las mujeres y les digo que no busco nada más allá de sexo.

—La mayoría de las veces. —dije. —Contigo es fácil notar a las chicas más enamoradizas. —dije sonrojándome. —Les prometes cosas que no puedes cumplir, les haces creer que eres el indicado. Eso es bastante bajo, Christopher. Eso es jugar con los sentimientos. —se quedó viéndome con la boca torcida.  —Y una vez que logras lo que quieres las botas, como a la basura, como algo que ya no quieres ver nunca más, como algo que ya cumplió con su función y es momento de desechar, como...

—Bien, bien. Ya entendí, no es necesario todo ese drama, Romeo. —me provocó una sonrisita con el nombre. —Creo que a veces... soy un poco hijo de puta, peeeero...

—No trates de buscar excusa, amigo. Sé que se siente ser pisoteado, no hay maldito pretexto para tratar a alguien así. —se quedó callado, y, extrañamente, había una pizca de vergüenza en su mirada.

—Sí, lo sé. —se encogió de hombros. Volvió a poner cara de enfado y continuó recordando las palabras de Sam. —Dijo que no hacía nada por caridad. Por si no lo sabías, pequeña Samantha, la fundación Vélez dona millones de pesos cada año a niños con cáncer, no sólo aquí en México, hay una sede en San Francisco, CA; y una en Ecuador.

Ecuador era la ciudad natal de los abuelos de Christopher, incluso sus padres (y hasta el mismo Christopher) vivieron sus primeros años de vida ahí, era un lugar especial para la familia Vélez, por lo que no era de extrañarse que la fundación hiciese campañas caritativas para ayudar a la gente de ese país.

—Millones de pesos son destinados para la fundación. —dije de acuerdo con mi amigo. —¿Cuántos de esos millones son tuyos?

—El dinero de mis padres también es mío. —objetó con desdén.

—El dinero de tus padres es de tus padres. Es lo que han ganado ellos desde que el negocio pasó a sus manos. dinero es el que te has ganado cuando vas a trabajar a la empresa.

Se quedó helado, como si todo este tiempo hubiese llevado una venda en los ojos, y que cuando se la quitase se diera cuenta de que el mundo no es tan perfecto.

—Oh... bueno, entonces, si es así, yo nunca he donado nada.

—¿Recuerdas cuando teníamos 11 años, y tu papá dijo que en Navidad iban a regalar juguetes nuevos y usados (en buen estado, claro) para los niños que tienen bajos recursos?

—Sí, ustedes donaron un montón de juguetes, y también compraron bastantes... papá y mamá también compraron muchos.

—Bueno, todos donamos juguetes que ya no usábamos... menos tú.

Pide un deseo » joel pimentel || TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora