i. la peor propuesta de matrimonio

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La última vez que Jim había intercambiado palabras con el joven Wayne, Jim había roto su promesa de arrestar al responsable de la muerte de sus padres bajo la influencia del suero de Strange. Cerca de dos años y medio. Después de la caída de Indian Hill, Jim se había ido a buscar a Lee, y Bruce Wayne había encontrado refugio en Suiza por medio año. Aun después de su regreso a Gotham, ninguno de los dos había buscado reconectarse.

"Leo los periódicos. Tengo una idea de sus hazañas nocturnas." Jim respingó. Hizo una mueca. "Sólo te pregunto porque he intentado ponerme en contacto con Alfred, pero no puedo. Nadie contesta en la mansión."

Lucius dio la impresión de estar pensando muy bien en lo siguiente que saldría de su boca. Al final, Jim no estuvo listo, de todas formas. "Eso se debe a que Alfred Pennywth fue disuelto de la custodia de Bruce desde hace dos meses. A petición del mismo joven."

El fondo de su estómago se quedo sin fondo. Jim tragó saliva, no pudiendo creer lo que escuchaba. "¿Qué demonios sucedió?"

Fox suspiró. "Ninguno de los dos ha estado disponible para explicarlo. Visité al joven Wayne hace unos dias. Sólo digamos, que no se encontraba receptivo a dar explicaciones... O a ser despertado a las 4 de la tarde en el auge de su resaca, de hecho."

Jim sintió el derrumbe de sus planes amargar sus sentidos, con este nuevo encuadre. "Algo debió de haber sucedido. Bruce no era ese tipo de chico."

"¿Lo crees en verdad? Es una adolescente huérfano que ha pasado por más de una situación traumática. Desde mi punto de vista, este tipo de rebelión era de esperarse tarde o temprano. No olvides, la parte de tener al mundo a su disposición con sólo su apellido y una herencia bastante abundante. Se le ha ido a su cabeza."

Tal cosa no encajaba. Bruce estaba hecho de una metalica espina dorsal. Algo debió de haber sucedido. Jim se levantó de su asiento. Le dio vueltas a la oficina, manos en la cintura. Se frenó frente a la ventana, donde los rayos dorados del atardecer le decían que se le estaba acabando el tiempo.

"Tengo que intentarlo, Lucius." Bruce no podía haber perdido su capacidad de razonamiento a pesar de las parrandas, o los recientes cambios en su conducta. Siempre ha sido un joven más maduro de alguien de su edad.

"En ese caso, me temo que no conozco en detalle los lugares que Wayne frecuenta por las noches. Sólo sé que la Mansión está vacía la mayoria del tiempo. Bruce evita estar en casa a toda costa. Intentar comunicarse con él por teléfono no tiene sentido."

"Que suerte que soy un detective, entonces." Jim se colocó su trenchcoat, resignado a tener que cazar a Bruce Wayne toda la noche si fuera necesario. "Lo encontraré. Gracias por la advertencia, de todas formas."

"Sigo dudando que vaya a servirte. No te esperances, Jim."

Jim apretó un hombre de Fox en despedida. No supo qué más agregar. Ni siquiera el mismo Jim tenía idea de lo que le podría esperar.

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Todo empezó cuando Jim viajó a Miami, cuando debió de haber dejado las cosas en paz.

Todo comenzó cuando permitió que Sofía lo acogiera con piernas abiertas y voz melosa en su oreja.

La guerra empezó justo cuando Carmine fue asesinado por su propia hija, peor que a un animal.

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Pensó en buscar a Selina por alguna pista de Wayne, pero la idea fue descartada tan rápida como vino a su mente. Lo último que quería era que la chica le informara a Sofia de lo que Jim estaba haciendo.

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