-Lo haré.

-Gracias.

-Pero no te despidas todavía - también a él le ha sonado de ese modo mi agradecimiento -. No nos iremos hasta asegurarnos de que estarás bien.

-Eh, Neve - Fisher me llama y lo miro -.  Deja al viejales y únete a la juventud. Bueno y al abuelo Del. Te vas a quedar sin pastelitos.

-Alguien tiene que ayudar a Hank con el informe - le respondo, negándome a dejarlo solo.

-Eso ha ido directo a mi corazón - se cubre esa parte del pecho con la mano - pero como soy buena persona, te llevaré comida para que la compartas con el jefe. Podrías alimentarlo mientras escribe.

No puedo evitar que mi rostro se cubra de un intenso color rojo al imaginarme haciendo precisamente eso. Más todavía al comprender que me gustaría hacerlo. Cuando nos deja en la mesa la comida, evito mirarlo a los ojos por si pudiese leer en ellos algo que me avergüence todavía más.

Poco después de que Hank termine el informe, reaparecen los agentes de la CIA y se lo llevan. Al parecer nos quedaremos aquí hasta que lo lean, por si surgen dudas. O eso es lo que han dicho. 

-Es algo rutinario - me dice Hank, cuando nota mi preocupación.

Siempre está pendiente de mí. Es la primera persona, después de mis padres, que se preocupa tanto por mi bienestar. Otra de las razones por las que me resultará tan difícil separarme de él ahora que ha entrado en mi vida. Me he acostumbrado a su presencia constante a mi lado. Será duro empezar de cero una vez más. Sin conocer a nadie, sin saber en quién confiar, sin tener a nadie que me aconseje. Sola.

-¿Me dejarán salir de la sala para ir al baño? - pregunto de repente. No porque lo necesite con urgencia, sino porque necesito un momento a solas. Estoy empezando a ser consciente de lo que supondrá que den el visto bueno al informe y los nervios se me atascan en la garganta.

-Joder - Fisher es el primero en hablar -. No serán tan capullos como para negarse.

-Yo te acompaño - se ofrece Hank, siempre tan calmado. Su serenidad me atrae casi tanto como lo hace él mismo.

No nos encontramos con nadie por el pasillo pero Hank parece saber hacia dónde ir y me dejo llevar por él. La certeza de que lo seguiría al fin del mundo me golpea fuerte en el pecho y tengo que hacer un esfuerzo titánico para no llorar delante de él. Después de perder a mis padres, separarme de Hank será lo más difícil que me ha tocado hacer en la vida.

-Te espero aquí - me dice en cuanto llegamos. Yo simplemente asiento y entro sin mirarlo.

Consigo retener las lágrimas hasta que me encuentro sola en el baño. Entonces las dejo salir y cubro mi boca con las manos para que los sollozos no se escuchen más allá de la puerta. No soportaría que Hank me viese así. Ha hecho tanto por mí, que siento que le estoy fallando al llorar, pero ya no puedo más. Demasiadas cosas en muy poco tiempo. En algún momento tenía que romperme.

-¿Neve? ¿Estás bien? Me ha parecido oírte llorar.

La voz de Hank me sobresalta y le doy la espalda para que no vea mis lágrimas a pesar de que ya sabe que estoy llorando. Siento sus brazos rodearme por la espalda y ya no puedo contener los sollozos. Dejo que escapen mientras él me acuna y me susurra palabras de consuelo.

-No estarás sola - me repite cuando consigo tranquilizarme lo suficiente como para decirle lo que me ha afectado tanto -. No te di mi número para que lo tengas de adorno. Te lo di para que lo uses. Siempre que quieras y cada vez que lo necesites.

-No quiero ponerte en peligro - niego. 

-No lo harás - me asegura. Toma mi rostro entre sus manos y me obliga a mirarlo -. Prométeme que me llamarás si me necesitas.

Neve (Saga SEAL 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora