Sangre de Dragón

Amonek, El Nuevo Reino.

- Te amo padre, pero, necesito viajar, necesito conocer nuevos lugares, saber a donde pertenezco.

- Esta bien, ya lo tienes decidido así que nada puedo hacer mas que desearte suerte, deja que Dhananjay te lleve a las afueras del reino, ella es la más dócil de los dos.

- Sabes que todos tus dragones me detestan padre, han intentado devorarme desde que nací, prefiero viajar a pie.

Solker viajó por diferentes lugares, conociendo diferentes culturas, nuevos idiomas y nuevas amistades, pero su viaje tuvo un destino sin retorno pues halló un lugar donde era bienvenido, donde era amado y respetado, Los esclavos lo llamaron Rey al igual como lo hacían con su padre y un nuevo deseo despertó en él, uno tan oscuro que se sorprendía de desearlo, conoció la parte oscura de su corazón.

Los años pasaron y el Rey cayó enfermo, la vejez después de 200 años había llegado a reclamarle, había dejado su reinado a cargo de su hija primogénita para poder estar en paz y ver como ella gobernaba, aún a sus 200 años y estando gravemente enfermo mantenía una estampa digna de un Rey, hermoso, de cabellos blancos y piel marchita, el Rubí de sus ojos aún se mantenía intacto ya que aún ardía el fuego en su interior.

Solker secretamente amaba esos ojos, siempre se preguntó de dónde venía su padre, pensaba que la historia de los dragones eran cuentos infantiles que él solo era un salvaje que pudo domar dragones y había ganado el reinado con el poder de ellos, aún que vio incontables veces a su padre hablarle a la Luna, preguntándole donde se encontraba, solamente pensaba que era su locura.

En el lecho de muerte del Rey, cuando el Rey a duras penas podía respirar Solker le fue a visitar, estando solos en los aposentos, Solker se sentó en el respaldo de la cama, tomó la fría y venosa mano de su padre y la beso.

El contacto fue breve, pero muy significativo pues Solker pudo sentir como la vida abandonaba a su padre quien siempre emanaba una fuerte calor de su cuerpo que le hacía arder, ahora era distinto.

- Padre, he viajado por distintos lugares del mundo, he visto desde los más hermosos paisajes hasta los más dolorosos, pero ninguno se asemejo a tu reino, ya que este reino está hecho a tu viva imagen, ningún rojo en el cielo se parece al color de tus ojos ni el calor de fuego de las montañas se asemeja al de tu castillo, ¿Que te ha hecho tan especial? ¿Por que eres tan único?.

- Solker... me alegro que vinieras a ver mi último suspiro.

Dijo el Rey con su respiración entrecortada pasando su mano por los cabellos del hombre.

- ¿Estas orgulloso?...

- Si, siempre lo estuve.

- Estas orgulloso de haber podido dominar la oscuridad en mi, ¿crees que lo has hecho bien?

- Tus ojos han cambiado... Solker.

- Sé quien soy y sé quién fui, dragón...

Ambos silenciaron y se provocó un incómodo y oscuro momento.

- Nuevamente me estas mirando con esos ojos, esos ojos que una vez me hicieron arder hasta morir, padre...

Dijo apoyándose en el pecho del Rey quien comenzaba a respiraba agitado.

- Yo no vengo a lastimarte, solo vengo a aliviar tu dolor.

Solker suavemente tomó la almohada donde descansaba la cabeza del Rey y antes de asfixiar a su padre, lagrimas cayeron por sus ojos pues el Rey también lloraba.

- Tu me asesinaste... tu quemaste mi alma y me rechazaste, intentaste eliminar mi herencia en este reino, este es mi reino no el tuyo, todo esto es mío, pero... no sufras, no dolerá, Amonek morirá rápidamente también, y cuando vuelvas a renacer... te tomaré y seras mio como debió de ser.