La alegre Anya nunca imaginó que al aceptar ese empleo en la mansión Coleman estaba dando inicio al verano que cambiaría toda su vida; y la peor parte era que aunque no les gustara para lo cual fue contratada, no había vuelta atrás, necesitaba el d...
Le doy a enviar y camino hasta la puerta para tratar de salir de este cuarto de las sombras, pero unas voces al otro lado, hacen que detenga mi mano en el pomo y pegue la oreja a la madera para escuchar mejor.
—Te dije que no lo haré— escucho la voz de Luke y puedo notar que esta molesto, porque prácticamente está gritando.
—No es porque quieras o no Luke, lo necesitas- esa voz la reconozco a kilómetros de distancia, es Connor. Su voz es mas calmada, como siempre, creo que nunca está de mal humor y eso me encanta— Solo tomate las pastillas que te recetó el Doctor Stuart, por favor.
—¿Acaso te estoy hablando en chino Connor? ¡Demonios, te dije que no me tomare esa mierda!— salto en mi lugar por la reacción de Luke, pero la curiosidad me incita a pegar más la oreja— Lo único que hace ese medicamento es mantenerme con sueño, me hace sentir cansado y paso todo el día como un maldito zombie.
—Y si no lo tomas pasa esto, pasas todo el día de mal humor y tratas mal al personal.
—No me interesa lo que piensen tus empleados, mi última palabra es ¡No!— exclama Luke.
Este chico es un grosero ¿Cómo se atreve a hablarle de esa manera a su hermano mayor?
—Si no me vas a escuchar a mi, no me queda otra opción, que decirle a nuestro padre— a pesar de la actitud de Luke, su hermano mayor se mantiene tranquilo y admiro que pueda hacer eso. Yo lo hubiera mandando a freír espárragos hace rato.
—¡Ja! ¡Suerte con eso!— Luke cambia su tono enojado a uno de burla.
—¡Luke no he terminado!— exclama Connor y escucho unos pasos acercándose.
Me alejo rápidamente de la puerta y me siento en la cama tapando mi cuerpo con una almohada.
El pomo de la puerta gira y la puerta se abre, dejando ver a Luke que entra a la habitación con una expresión de mal de rabia en su cara y puedo ver que en una mano lleva una bolsa con el logotipo de Adidas.
Luke levanta una ceja y me observa un buen rato parado al lado de la puerta de madera blanca y decido que es mejor romper el silencio.
—¿Te quedaras todo el día viéndome como un psicópata o me dirás algo?— cuestionó, cruzando mis brazos en actitud molesta.
—Lo siento, estaba guardando en mi memoria la vista.
—Aja, que chulo todo, pero ¿Puedo saber por qué estoy en tu habitación? Y cabe destacar que no tenia está ropa anoche— señaló su camiseta.
—Bueno preciosa, te recuerdo que anoche alguien estaba demasiado ebria para siquiera caminar o hablar, así que no me dejaste otra opción que traerte para acá. Era eso o dejarte en alguna tumbona de la piscina.
¡Trágame tierra y escúpeme en Rusia! Me quedo muda, no se que decir, tengo tanta pena y para agregar otra cosa a la lista ¡Me vio en ropa interior y vomitando!
—Y quédate tranquila, que tu amado vestido está a salvo. Lo lleve al cuarto de lavandería de la mansión, porque estaba manchado con tu vómito de borrachita— hace una mueca de asco y sonríe claramente entretenido con toda esta situación.
—Gracias, eso creo...espero que no te hayas sobrepasado o te las veras conmigo— hago la mejor expresión de chica ruda que puedo y me levanto con los brazos en jarra. Pero recuerdo que esta camiseta no cubre mucho y trato de taparme con mis brazos.
—La que estaba toda coqueta era otra— susurra, pero lo escucho a la perfección.
—¿Cómo?
—¿Qué?
—Escuche que dijiste algo— me acerco a él, con la almohada todavía cubriendo mi cuerpo.
—Yo no dije nada, creo que son los efectos del tequila, que te hacen escuchar voces Anya. Te puedo conseguir el número de alcohólicos anónimos— se ríe en mi cara, pero no me causa ni la más mínima gracia.
—No tengo tiempo para tus chistes, me largo de aquí— paso por su lado y antes de llegar a la puerta, me toma por una mano— ¿Qué quieres ahora?
—Creo que necesitas mas ropa ¿No crees?— me mira de arriba hasta abajo y pone en mi mano libre la bolsa que trajo— Te compre esto, no me sabia tu talla, así que calcule y creo que tienes casi las mismas medidas de mi ex.
—Gracias, no tenias que hacer esto— tomo la bolsa y me encierro en el baño.
Me visto y observo feliz lo bien que me queda el lindo conjunto deportivo que compro. Y por supuesto tenia que ser negro, creo que es su color favorito.
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Salgo al dormitorio y esta vacío, no escuche cuando salió, este chico tiene que ser mitad pantera.
Ya he pasado demasiado tiempo en esta habitación y mi cuerpo necesita urgente un poco de comida. Salgo y camino por el largo pasillo hasta llegar a las escaleras para bajar a la cocina, pero un carraspeo detrás de mí hace que me voltee y me encuentre con lo mejor que mis ojos hayan visto en vida.
—Buenos días señorita Kuznetzova— me saluda Connor con un tono demasiado formal. Siempre con su porte perfecto de médico.
—Buenos días...señor Coleman— tartamudeo un poco y me regaño mentalmente por eso.
—Llámeme Connor, el señor Coleman déjalo para mi padre— me regala una sonrisa, mostrando sus dientes y me da un vuelco al corazón ¡Literal!
—Está bien, Connor— le devuelvo la sonrisa, pero la mía es un tanto tímida.
—Mucho mejor ¿no crees?— hace una pausa y borra la sonrisa de su rostro— ¿Me puedes acompañar a mi oficina? Tengo que hablar sobre algo muy importante contigo.
—Si...claro que puedo— se da la vuelta y lo sigo hacia el segundo piso.
¿Qué será ese tema tan importante que quiere conversar? ¿Acaso se entero de que llegue borracha a la mansión?
