-Pero, será divertido-Susurro contra su cuello. Huele a colonia dulce y no al sudor y la suciedad habituales de Dean después de regresar de una cacería. Empiezo a marcar la piel de su cuello, pasando mi mano por su cabello fino, usándola para jalar su cabeza hacia atrás para que sea más fácil.



-Hailey, lo digo en serio, no-Empieza a alejarme de él y me obliga a enderezarme.



-Bueno, ¿qué diablos?-Exclamo, frunciendo el ceño hacia él. Él tiene una expresión preocupada y se pasa una mano por la cara-¿Qué, eres gay o algo así?-Don pone los ojos en blanco, volviendo a mirarme.



-No, no soy gay-Escupió, obviamente irritado-Cuando te hayas curado, entenderás créeme, lo harás, ya sea hoy o dentro de diez años, la primera persona en tu mente será Dean. Puede que ahora no te preocupes por él, pero tu otro ser, tu ser humano, esta locamente enamorado de él, ¿no es así?-Lo miro ferozmente por haber mencionado mi viejo ser, y a Dean-Y técnicamente todavía estás en una relación con él. No quiero que hagas nada de lo que te arrepentirías más adelante, en el camino cuando vuelvas a la normalidad-Parpadeo, antes de apartarme de él, tomar la botella de vino de la mesa y ver hacia Don con una rápida sonrisa sarcástica.



-Mírame-Es mi única respuesta mientras tomo un trago grande del vino antes de golpear la botella contra la pared de cemento, haciendo que se rompa y que el vino se derrame por todo el piso y la pared. Él solo se sienta allí, mira la botella de vino y me mira con ojos tristes. Sé que mis ojos de demonio están fuera de juego, mirando directamente a la pobre y patética alma de Don. Desaparezco antes de que pueda decir algo.


No sé dónde tenía intención de aparecer, pero sé que no esperaba aparecer en medio de una multitud, estoy afuera del desván de Don, eso es seguro. Y cuando digo "multitud", me refiero a cientos, probablemente hasta a miles de personas que tratan de caber en las mismas aceras grandes, yendo y viniendo. El tipo de multitudes grandes que verías en una gran ciudad. Y solo me molesta más porque la gente me golpea a diestra y siniestra, haciéndome empujar con facilidad, pero con tanta fuerza que algunos incluso vuelan por las ventanas de la tienda a mi lado. Estoy caminando rápido, pero el mundo está pasando en cámara lenta. Considero salir de allí otra vez y ver dónde más termino, pero presionar a la gente, saca mi furia, se siente increíble.






Pero hay personas que me gritan, diciéndome que me calme, que mire por dónde diablos estoy caminando, pero eso solo aviva mi rabia. Nadie me dijo que ser un demonio sería así. Que me sentiría tan libre. Siento que estoy en la cima del jodido mundo, es decir, hasta que dos brazos se envuelven alrededor de mi parte superior del cuerpo y mis pies se levantan del suelo.




-Está bien, señorita-Dice una ronca voz masculina en mi oído, haciéndome gruñir y plantar mis pies firmemente en el suelo. Agarro sus muñecas y las vuelvo sobre mi cuerpo. Mi captor (Es solo un oficial de policía) el gime de dolor en el suelo. Miro a izquierda y derecha y sobre mis hombros, dejando que mis ojos se conecten con cada pareja que mira. Es en este momento que me doy cuenta de que no he sido maldecida con esta enfermedad, sino bendecida. Tengo la inmortalidad, el poder, la buena apariencia, el encanto, todo el paquete completo. Quiero decir, estoy segura de que soy un poco
temperamental, pero si Don hubiese mantenido la boca cerrada acerca de mi yo antiguo y Dean entonces...





Espera, Dean. ¡Solo es eso! ¡Bingo, mierda! Esto lo mostrará a todos, incluso a Kailey. Yo no soy la vieja Hailey, y yo no quiero ser la vieja Hailey. Siendo esto, un demonio, con los talentos y la fuerza de un Caballero del Infierno me ha hecho libre. No se espera que haga nada excepto por lo que sea que yo quiera. Entonces, dejo al pobre cerdito en el suelo, aturdido y salgo de allí antes de que lleguen más. Me encuentro frente al motel en el que se hospedaban Kailey, Dean y Sam hace unos días. Entro en la oficina y sonrío al empleado.






Corazón Frío II | SUPERNATURAL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora