Yo: ¿En tus sueños quizás?

Fabrizzio: :/

Suspiré fastidiada y levanté la cabeza notando que Madison me miraba con la ceja alzada y una sonrisa ladeada.

—¿Qué pasó? -pregunté.

—Bufaste como veinte veces en menos de un minuto. —señaló ella.

—Exagerada. —le dije con los ojos entrecerrados. Madi sólo rió.

—¿Sucede algo? —preguntó más preocupada. Yo suspiré.

—Es Fabrizzio, no deja la insistencia. —le dije con una mueca. Ella rodó los ojos.

—¿No se da por vencido? —negué. —Vaya... Es insistente.

—Es fastidioso.

—¿Por qué no salen a comer? —me preguntó. Yo la miré con cara de 'no me jodas' —No me mires así. Piénsalo, si le sigues diciendo que no lo tendrás ahí con el dale y dale, salgan a cenar, hablan y le dejas las cosas claras cara a cara. Es mejor que hacerlo por mensaje.

Bajé la mirada: —No puedo...

—¿Por qué no puedes? —escuché su pregunta bajita.

—No puedo tenerlo cerca sin recordar el daño que me causó. Me duele. —sentí sus brazos rodearme y yo recosté mi cabeza en su hombro, apretando los ojos, obligándome a ser fuerte.

—Tienes que quemar esa etapa, cariño. —murmuró ella.

—¿Cómo hago eso? —pregunté odiando mi tono de voz débil.

—No lo sé... —escuché cómo se le quebró la voz.

Me alejé un poco y la miré, tenía la mirada perdida y apretaba fuertemente el bloc de notas en sus manos.

—¿Qué está pasando con Luis? —le pregunté realmente interesada. Ella se sentó en el césped y yo la seguí.

—Es confuso, está esa fuerte atracción entre nosotros, el odio, el rencor, pero está algo muchísimo más fuerte, el amor, bueno ese está solo de mi parte. Pero sigue ahí. —

—¿Y qué señales te da Luis? —pregunté.

—Peleamos muchísimo, por mínimas cosas, gritamos y nos enojamos, él se va a su empresa y luego me vuelve a buscar, hay veces en las que llega con su abuela a la empresa. Un día los encontré besándose en el ascensor, fue tan asqueroso. De paso no me deja prohibirle la entrada ahora que él también es socio. Puede mandar casi igual que yo. —Madison gruñó y a mi me pareció de lo más adorable.

—Es un estúpido. Dios, que asco con esa mujer. ¿Cómo puede andar con alguien mucho más menor que ella? No lo sé, a mi me daría cosita. —hice una mueca de asco y ella rió.

—Él la ama. —dijo con dolor contenido en su voz. —No sé cómo logró hacerlo, yo me esforcé tanto... Me rechazó tantas veces, soy tan idiota.

—Hoy salimos. —afirmé. Levantándome. —¡Si! ¡Iremos a una discoteca, conoceremos hombres y tendremos una noche increíble! ¡Quizás no sea amor, Madi! ¡A lo mejor es que estás aferrada ahí porque no has estado con otro hombre más que él! ¡Yo hoy me bebo hasta el agua del jarrón para olvidar y divertirme! ¡Así que y vámonoh, y vamoh, puej! —hice un bailecito. Ella se levantó riendo.

—No creo que sea buena idea. Mañana tengo que traba... —chillé.

—¡Llama a Catalina y a César! ¡Amo a esos argentinos son la leche! ¡Llámalos boluda que hoy salimos todos! —malamente imité su acento. Madison rió.

—¡Pará nena, calmate, sos re pesada! —dijo ella a la perfección. Le saqué la puñeta.

Bueno, nos vamos.

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Aclaración: No soy argentina, soy venezolana. Pero el año pasado viajé a Argentina y quedé enamorada de su acento. Desde ese momento estaba con que quería añadir personajes argentinos a mi historia.♥

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