Capítulo XXVI - Nabongs

Start from the beginning
                                    

El día transcurría de una manera bastante lenta, como si alguien se apresurase a volcar las manecillas del reloj sin previo aviso y sin consentimientos. Nayeon parecía no abstenerse ante lo que se enfrentaba, y con la seguridad que los años le brindaron, pudo persuadir a sus intrépidos negociantes de turno. Se establecieron con total conformidad ambas partes, y era más que natural que la empresa sonreía de oreja a oreja tras la total satisfacción de esta entidad japonesa. Por supuesto que todo no iba a quedar ahí, ya que luego de recibir a esta delegación, tuvo que ingeniárselas para solucionar una fuerte caída de algunos negocios en el extranjero, sin embargo una noticia la hizo cambiar de parecer. Por suerte, recordó que alguien le había hecho una promesa, y es justamente que, luego de todo lo acontecido, se dirigió al punto donde ellos habían acordado encontrarse.

—¡Señorita Im, por aquí!

—Has llegado más puntual de lo que esperaba.

—No es para menos, señorita, estoy aquí desde hace... ¡rayos! Discúlpeme, ya perdí la cuenta .Y es que es para mí todo un placer compartir esta cita con usted.

—El placer es todo mío, secretario Sung.

—P-Pues bien, ¿dónde...?

—Primero que nada, nos hace falta un almuerzo que nos satisfaga al 100%.

—¡Muy cierto! ¿Le parece bien que vayamos al restaurante de la empresa?

—¿Sabes? Las ganas que tengo de permanecer aquí son las mismas que tengo de recibir a otro negociante.

—¡Oh! Entiendo... no se preocupe. L-La llevaré a otro restaurante. ¡Verá! Conozco uno justo a unas cuantas cuadras de aquí. Venga conmigo.

— ¿Está... nervioso? Hay veces que me gustaría poder comprender a las personas por completo, y en base a ello poder tener una mejor convicción de lo que piensan, de lo que no, de sus sueños... de sus verdaderas intenciones. ¿Te gusta caminar mucho?

—La verdad... no. Lo que hago es para que usted tome algunos minutos de relajación. Tengo entendido que las caminatas ayudan a sobreponerte del estrés.

— Me acaba de dar un gran dato. Entonces, eso quiere decir que hacemos bien.

—Exactamente, señorita. Bien, estamos a poco de llegar.

— Esto es... algo que intento que suceda, como a la vez no. ¡Rayos! ¿No puedes estar tranquila ni un segundo de tu vida? Respira. Estás en una... ¿cita? Este lugar... creo que he pasado por aquí en alguna oportunidad.

—¿En serio? Es que este restaurante es el paraíso de nuestra comida. Adelante.

—Gracias. Im Nayeon, ¿vas a tratar de pasarla bien? ¿Vas a dejar ese desdén que has sabido erigir de tu más profundo corazón? Inténtalo, al menos, y disfruta de estos momentos que, estoy segura, jamás han de volver.

—Así que... le gustan las ventanas.

—Sí, es cierto. Me gustan porque tienen un significado muy especial.

—¿De veras?

—Sí, espera... ¿Ibas a contarle? Está bien que el secretario Sung sea alguien con quien has compartido oficina bastante tiempo, pero... las ventanas, ¿verdad?

—Exacto, pero no se preocupe si es que no pued-...

—Las ventanas... representan para mí dos vías: la forma que tú puedes llegar a la luz sin siquiera buscarla, y... que se desviven a cada segundo por ser tus ojos.

—Lo que dice es... demasiado interesante.

—No creas eso, muchos me tildan de demente, incluso yo.

—Pues a mí, déjeme decirle, me ha interesado mucho su forma de expresarse, su manera de pensar... su forma de ver las cosas.

— Mi forma de... ver las cosas.

—Pero...

— ¿Eh?

—Hay algo que me aqueja cuando la veo, señorita. Eso es...

—¿Por qué... dices eso?

—Siento que hay algo que guarda dentro de su interior, y los instantes no son suficientes para poder descifrarlo. Permítame, usted...

—E-Espere... ¡secretario! ¡Secretario Sung! ¿Q-Qué cree que... hace?

—Tome.

—¿Qué es esto?

—Creo que es algo más que simple, una caja de cartón.

—Y dime, ¿qué crees que yo pueda hacer con esto?

—No me lo pregunte a mí, pregúnteselo usted misma, señorita Im.

— ¿Qué me lo pregunte... yo misma? ¿A qué se refiere, secretario? ¡¿Qué clase de juego es est-...?! ¡Oh no! ¡L-Lo dije en voz alta!

—¿Juego? Es probable que se trate de ello, sin embargo...

—...

—Creo que hay algo dentro de esta caja para usted.

—Buena tardes. Disculpen, ¿qué van a ordenar?

— Cierto, no hemos pedido nada aún, y según mi percepción, el mozo estuvo de pie todo este tiempo esperando que le dijéramos algo al respecto. Yo...

—No te presiones. A mí me da... un plato de mijeok-guk, para empezar. ¿Qué pedirá usted, señorit-...?

—¡Deme lo mismo! Por favor...

—Entendido, dos órdenes de mijeok-guk. Pero antes, por favor, reciba usted esta cortesía de la casa.

—No, espere... debe de haber un error... nosotros...

—Señorita Im, abra la caja que le acabo de dar.

—Secretario Sung, ¿de qué se trata...?

—Usted solo hágame caso, por favor.

— Me dispuse a abrir la caja que el secretario me obsequió, pero... esto debe de ser... Aquí no hay absolutamente nada.

—Esa era la idea. Mozo, empiece con entregarle la cortesía de la casa a la señorita.

—Como usted diga.

— Espere... eso que lleva el mozo entre brazos es un, ¿paquete? No entiendo nada. ¿Se supone que... el secretario Sung... me va a obsequiar algo ahora mismo?

—Tome, señorita. Por favor, estoy esperando ansioso que abra este paquete.

—P-Pero, yo...

—Solo ábralo, señorita Im.

Ni bien tuvo el paquete en sus manos supo que iba a suceder algo malo con ella. No, no se trataba de un ramo de rosas, ni mucho menos el almuerzo que ansiaba pedir, se trataba de...

—¿Un... peluche?

—Ábralo, si fuese tan amable.

—¿Por qué...? Esto, de repente...

—Señorit-...

No... N-NO ES... POSIBLE... ¡¿ESTE PELUCHE...?! ¡¿E-ESTE... PELUCHE... ESTE PELUCHE?!

—Señorita Im... ¿está bien? ¡¿Señorita Im?!

—ESTE PELUCHE...

—...

— NABONGS... ¡E-ES... NABONGS!

Somos Tú Y YoWhere stories live. Discover now