Felizmente casado y con dos niños, Kevin era la opinión de que Justin debía asentare. "Cuando me retire", era la respuesta habitual de Justin. Pero con treinta y tres años de edad, en plena forma, y fuerte como un deportista diez años menor que él, daba la impresión de que pasaría aún una década más antes de que el capitán Bieber se planteara colgar los patines. Si por él fuese, jamás se retiraría. Un día caería muerto sobre el hielo y sus compañeros de equipo se lo llevarían de la pista, con la realeza de soberano, y luego continuarían jugando. Porque lo único importante era el hockey, así de sencillo. O quizás no tan sencillo. Justin había sentido una pequeña punzada de deseo al salir de las duchas y encontrarse con la relaciones públicas encaramada al banco y soltando su discurso de ánimo. Era mona...bella no, pero era mona: pequeñita, alegre, pelo moreno y corto, nariz garbancito y unos luminosos ojos azules que no parecían perderse detalla. Enérgica, eso era. Parecía muy enérgica. Pero que más daba. Kelsey McNeil no era su tipo. Tampoco es que recordara muy bien cuál era su tipo. Llevaba años sin mantener una relación seria.
La primera vez, cuando aún jugaba en el St. Louis, con una Copa Stanley bajo el brazo y el puesto de capitán a punto de ser suyo, se había enamorado de tal manera que incluso su juego se había visto afectado. Aquel año, el St. Louis no se acercó ni de lejos a las eliminatorias, la mujer acabó plantándole y eso, pensaba tristemente Justin, eso fue todo. Y la segunda vez que rindió su corazón, haría unos dos años, la relación se fue a pique cuando Justin se percató de que a ella le importaba más gastarse su dinero que él. Fue él quien rompió entonces, y ella ejecutó su venganza explicando a la prensa alguna historia absurda y falsa sobre cómo despotricaba en privado sobre sus compañeros de equipo. Los que le conocían bien sabían que todo era mentira, pero aun así, el asunto daño su credibilidad.
En aquel momento se prometió que no volvería a iniciar una relación en serio hasta que se retirase, y seguía fiel a su promesa. Y no era casualidad que desde entonces no se hubiera perdido ni una temporada de eliminatorias, y que hubiese conseguido dos Copas más prueba positiva de que si quería ganar sobre el hielo no podía permitirse distracciones. Para él, el hockey era un compromiso a tiempo completo y lo único importante era ganar. Si eso significaba renunciar de momento a una relación estable, que así fuera. Y por eso se concentraba en pasárselo bien. Había descubierto que uno de los chollos de ser deportista estrella era que las mujeres bellas se arrojaban constantemente en sus brazos. Ellas se arrojaban y él las recogía, no les prometía nunca más de lo que podía darles, y siempre se aseguraba de que ambas partes salieran del encuentro satisfechas. A veces añoraba el sexo más formal, con alguna vinculación más, pero descartaba enseguida aquellos sentimientos, consciente de que eran pasajeros. Lo que desestabilizaba era tropezarse con alguien como Kelsey McNeil, que parecía tenerlo todo. De Hecho, durante todo el trayecto hacia el restaurante, se había visto asaltando por imágenes espontáneas de aquel cuerpecito ligero, pensamientos e imágenes que le hicieron hervir la sangre y sacar humo por la cabeza.
— ¿Justin?
Pestañeo. La camarera había ido y venido, y había servido ya su salmón a la plancha y la hamburguesa de Kevin. El pequeño comedor de paredes oscuras de Maggie's estaba lleno de clientes habituales, sus voces subían y bajaban con la fácil cadencia de la conversación. ¿Y él dónde había estado? Lejos, en los recovecos de su mente, pensando en...Sacudió la cabeza para despejarse.
— Lo siento. Estaba en el limbo.
— No me digas. — Kevin sonrió con malicia antes de llevarse una patata frita a la boca—. ¿Pensando en la relaciones públicas?
Justin dibujo su famoso semblante ceñudo, el que servía de grave advertencia al equipo rival de que iba en serio.
— Tienes razón.
— Era mona.
— Supongo. La verdad es que ni me di cuenta.
Kevin rió entre dientes.
— Mentiroso. — Le dio un buen mordisco a la hamburguesa y engulló un trago de Coca-Cola para bajar la comida—. Oye Abby quería saber si te gustaría venir a cenar el viernes por la noche.
— Dime a qué hora y allí estaré.
— Déjame que se lo pregunte al chef y te lo digo. — Kevin hizo una pausa, durante la cual sumergió una patata frita en una piscina de ketchup.
— Puedes venir con alguien si te apetece.
La mirada de Justin era inquebrantable.
— Sabes que durante la temporada nunca salgo con nadie en serio.
— Sí, claro, sólo pensaba...— Kevin se encogió de hombros—. Da lo mismo.
— ¿De verdad piensas que estuve grosero con esa relación pública? — preguntó de repente Justin.
Sabía a donde quería ir a parar Justin.
— ¿Tú no?
— Sí— admitió Justin a regañadientes, sintiéndose mal cuando le pasó por la cabeza una imagen de la expresión de perplejidad de Kelsey. Odiaba pensar que se había llevado una primera mala impresión de él y que seguramente tendría que cargar con ello en la próxima ocasión que se cruzaran sus caminos—. Hablare con ella mañana, durante el entrenamiento.
— ¿Para decirlo qué?
— Que me pilló en un mal momento y bla, bla, bla. — murmuró.
— Y con bla, bla, bla, querrás decirle que sigues negándote a hacer cualquier tipo de actividad de relaciones públicas.
Justin levantó el vaso en dirección a Kevin a modo de brindis.
— Por mi brillante compañero de equipo, que por fin empieza a captarlo.
— Cabrón — gruño cariñosamente Kevin—. Cabezota y toca pelotas cabrón.
Cambiando de tema, Justin se puso a hablar sobre el entrenador Tubs y sobre quién pensaba que necesitaría trabajar un poco más en defensa. Pero pese a que las palabras salían de su boca sin esfuerzo, tenía la mente en otra parte. Estaba en el vestuario, disculpándose ante Kelsey McNeil, devolviéndole aquella dulce sonrisa que antes había rechazado, explicándole que en la realidad no era un imbécil redomado. Se percató de que su mente empezaba a irse por las ramas y se obligó a retomar la conversación y a darse advertencia al respecto. Tendría que controlarse y evitar a Kelsey McNeil o se veria metido en problemas. Y los problemas, sobre todo en lo que a su corazón se refería, eran una cosa que no podía permitirse.
................................................................................................................................................................
¿Que os parece la posición de Justin?
¿Que creéis que piensa Kelsey ?
Dejad vuestros comentario de lo que creéis que pasara en el próximo capítulo
ESTÁS LEYENDO
Contacto
FanfictionKelsey McNeil es una publicista con la misión de cambiar de imagen de los chicos malos del hockey: Los New York Blades, campeones de la Copa Stanley Justin Bieber es un capitán con una misión...lograr que su equipo gane la copa otra vez...cueste lo...
Capítulo 4
Comenzar desde el principio