—Y-yo lo lamento, creí que tú-que estabas durmiendo. No te quería despertar— Comienza a balbucear y puedo imaginarme girando sobre mi cuerpo y colocándome sobre ella para callarla con un beso. Pero no lo hago, me limito a tomar su mano y colocarla en el punto donde se encontraba segundos atrás para volver a sentirla.

 Sus ojos buscan los míos y pudo ver como comienza a ponerse aún más roja que antes, si es que eso es posible. La tengo a poco menos de treinta centímetros de mi rostro y pienso que jamás la tuve tan cerca como en ese momento. Me pregunto si es que ella puede sentir lo nervioso y ansioso que me pone tenerla tan cerca. Me preguntó si puede leer las mentiras, no dichas, en mis ojos. Realmente espero que no.

 ¿Qué diría ella el día que descubriera la verdad sobre mi hermano? ¿Me odiaría por mentirle durante tantos años? Nuevamente espero que no. Quiero demasiado a esta mujer como para soportar tenerla lejos.

 Su mano se desliza casi con miedo sobre mi piel.

 — ¿Estás pensando en Isaac? — Dice ella en un murmullo apenas audible.

 No.

 —Si— Me apresuro a contestar. Tal vez demasiado rápido. Pero si ella nota algo extraño en mi respuesta, no dice nada sobre ello.

 Ella permanece en silencio aún sin quitar su mano que descansa debajo de la mía, pero aún sobre mi mejilla y me permito disfrutar de aquel inocente contacto con Annabelle.

 —Te ves increíble con el pelo mojado— Suelta Annabelle y consigo esbozar una sonrisa. Parece que su comentario la toma por sorpresa porque sus ojos se abren desmesuradamente y quita su mano de un tirón.

 —No debí decir eso, lo lamento— Agrega tímidamente y se voltea dándome la espalda.

 La oigo murmurar cosas por lo bajo y entre tantas palabras lo único que puedo distinguir es “¿Qué demonios está mal conmigo?”.

 No lo pienso demasiado porque si realmente me lo planteo mentalmente nunca lo haré y me acercó lo suficiente para sentir su trasero tocando mi pelvis. Aparto a un lado la sensación de placer que me genera tenerla tan cerca y paso mi brazo sobre su cintura. La escucho jadear y tengo que hacer mi mayor esfuerzo para no gemir ante aquel sonido.

 — ¿Qué estás haciendo? — Su voz es ahogada. Me pregunto si causo en ella lo mismo que ella causa en mí. Se remueve, incómoda, y todo lo que consigue hacer es sacudir suavemente su culo contra mi entrepierna.

 Mierda.

 Apretó el agarre en su cintura intentando inmovilizarla.

 —No vuelvas a hacer eso.

                                                                •

 Annabelle;

  —No vuelvas a hacer eso— Lo escucho decir y contengo la respiración. Su voz es ronca, gutural. El fuego comienza a extenderse por todo mi cuerpo para unirse en mi centro.

  Siento mi espalda contra su pecho caliente, su dura erección sobre la tela de mis bragas. ¿Por qué demonios no me puse más ropa para dormir? Me cuesta trabajo respirar. Su cercanía me tiene completamente abrumada.

 —Voltéate— Su voz suena en mi oído enviando una oleada de escalofríos a lo largo de mi espalda. Y obedezco sin reprochar.

 Obedezco porque quiero verlo, obedezco porque necesito ver sus ojos mirarme profundamente. Obedezco porque realmente deseo salir de aquella posición para no volver a frotarme contra él.

 Sus ojos azules me miran atentos. Su boca está pronunciada en una delgada línea. Su mano vuelve a descansar en la curva de mi cintura. Su aliento mentolado llega hasta mi nariz e inspiro. Agradezco que el motel haya dejado un pequeño bote de pasta dental con la cual pude enjuagar mis dientes, sino este momento seria bochornoso. Puedo sentir como sus dedos afirman su agarre y se aferran a mi piel. Se siente como el mismísimo fuego tocándome pero la sensación es maravillosa.

 Su dedo pulgar viaja hasta mi labio y lo desprende de mis dientes. Ni siquiera me di cuenta de que me estaba mordiendo.

 Joder.

 Estoy atrapada por su mirada, haciendo acopio de mi valor para no correr como una niña y quedar en ridículo. Sin embargo, no puedo negarlo. Deseo besarlo.

 Su mano comienza a moverse sobre mi cintura para subir por esa curva tan sensible y contengo la respiración cuando sus dedos tocan el borde de mi brasier. Un gemido se escapa de mis labios y antes de poder golpearme por eso me encuentro debajo del cuerpo de Rush y con sus labios colisionando contra los míos.

 Sus labios están tibios y me besan como si estuvieran hambrientos. Cuando su lengua se desliza dentro de mi boca me encuentro llevando mis manos hacia su espalda y apretándolo contra mi cuerpo. Deseando tenerlo lo más cerca posible. Jadeo entre beso y beso por la intensidad que estoy sintiendo y sin poder evitarlo abro mis piernas para dejar un hueco y que Rush se acomode en el medio de ellas. Ambos soltamos un gemido cuando su miembro choca contra la tela de mis bragas.

 No sé hasta dónde vamos a llegar esta noche con Rush, solo sé que besarlo se siente increíblemente bien, se siente como estar en casa.

  Incluso mejor.

 MUY agradecida por los votos, siempre lo digo. Pero es que pienso en que hace menos de un mes no más de cuatro o cinco chicas leían la novela y ahora casi cien ? Es increíble. Para mi, demasiado. Capítulo largo (o al menos para mi lo es). Que lo disfruten!

  Marcela: Capítulo dedicado para vos, tal y como lo pediste. Así que ojalá te guste. Gracias por tomarte el tiempo de dejar tremendo comentario en el capítulo anterior y por leer la historia. Que tengas un bonito martes!

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